El Correo de Burgos

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TANTO debe ser el potencial de rentabilidad de la energía eólica en Castilla y León que el mayor bazar del mundo ha decidido invertir en la Comunidad para instalar sus dos únicos parques en España precisamente en nuestra tierra. Amazon ha visto ahora que Castilla y León es una potencia estatal en materia de generación de energía eleléctrica igual que hace años lo detectó y empezó a explotar, entre otros, Iberdrola, que va a estrenar en Burgos su primer parque híbrido, eólico y solar, de España. Estamos dando vueltas y vueltas al concepto del aprovechamiento del potencial de generación de hidrógeno verde con energía renovable y ya veremos si lo aterrizamos en algo concreto. Iberdrola también cuenta en Salamanca con un gran poder de generación de energía hidroeléctrica y si no hubiera sido por el cierre ideológico de Garoña, hasta tendríamos energía nuclear segura y barata. Castilla y León, con Burgos a la cabeza, es excedentaria en producción de energía eléctrica y, por tanto, exportadora a otros territorios. Nuestros paisajes se pueblan de molinos que nadie ve porque se nos vacían los pueblos y de la misma manera marcha la electricidad sin meterle un calambre a nuestros bolsillos. La rentabilidad empresarial, legítima a más no poder, entra a balances fuera de la Comunidad y los impuestos de las instalaciones energéticas se quedan en sus pueblos y menos mal. Pero cabe preguntarse si la solidaridad energética que Burgos y Castilla y León tienen con España no debería verse reflejada en el recibo de la luz. Ya que producimos la energía en esta tierra, tendría que salirnos mas barata. Esa reflexión escucha hace unos días en un acto con empresarios y no deja de tener una base interesante. A fin de cuentas, la gasolina sale más barata en los Emiratos que en España y los percebes más a cuenta en la Costa da Morte que en la comarca de Pinares. Entrar en este debate supone abrir más que un melón apetitoso, um avispero de recelos territoriales. Pretender abaratar la energía en Castilla y León es un factor de competitividad tan potente como pudieron ser las vacaciones fiscales vascas o cualquier otro recurso que beneficia a unos territorios por encima de otros. En aras de la cohesión territorial el Gobierno podría volcarse en Castilla y León del mismo modo que podría hacerlo en Cataluña, cediendo los trenes de Cercanías y una pila de millones para sostenerlos, o la gestión de la seguridad social en el País Vasco. La desigualdad se practica ya con soltura, lo que pasa es que aquí nunca nos llega. Es lo que tiene la despoblación, que lleva aparejado el olvido. Si España va a ser asimétrica es hora de empezar a pedir y a tirar por lo alto.

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