El Correo de Burgos

Obituario

Juan Antonio Angulo Sainz

Juan Vallejo, el pintor de la memoria

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Fue mi hijo Héctor el que me contagió la emoción provocada por la impresionante obra ‘El golpe’, que Vallejo expuso en Burgos en 1996 y despertó en mí un empeño por profundizar y disfrutar de su arte a la vez que cultivar su amistad.

Ayer, recién fallecido en Madrid, quiero escribir estas líneas para mostrar mi admiración por este pintor, incombustible defensor de las libertades y de la Memoria Histórica, manteniendo viva, con sus creaciones plásticas y su firme y comprometida actitud, la llama de la reivindicación de verdad, justicia y reparación que reclaman las Asociaciones de Memoria Histórica.

Somos nuestra memoria. El cerebro es el sustrato biológico en el que se asienta lo que aprendemos, en él quedan registrados los contenidos, emociones, reflexiones y creaciones propias, y esta facultad genuinamente humana es capaz de perpetuar el ayer y avizorar la esperanza del futuro. Sin memoria es el vacío, la despersonalización.

… ¡pedregal de tinieblas!…, decía uno de los versos dedicado al fallecimiento de mi hijo, para definir el ingrato lugar que abandonaba, el lugar donde se asienta el olvido, que castiga humillando doblemente a los familiares de las víctimas, desaparecidas, de la guerra civil. Estamos en la dialéctica memoria/olvido y todavía, en este ámbito, no hemos encontrado, como país, la síntesis. Esta dialéctica la resuelve Vallejo con su creación artística y su actitud en defensa de las libertades.

Los cuadros de sus diferentes exposiciones, son la representación de un tiempo histórico relevante, penetrando el presente, incluso físicamente, dando vida a los acallados de manera violenta. La memoria así transmitida permite que otros sean conscientes de hechos no vividos. Las imágenes de Vallejo, Estépar, Antonio José, el penal de Burgos, Marcos Ana, Las Trece Rosas, Grimau, Puig Antich, etc. ¡Cuánto dolor!, gritan y nos convocan a tomar postura sobre esos horribles sucesos.

Las emociones que Vallejo proyecta, de manera plástica, formas, luz y color, símbolos, abstracción, surrealismo, expresionismo y cubismo, son los estímulos que nos brindan a los espectadores la oportunidad de sentir esa pulsión que remueve nuestra mente y nos incita, a la vez, a reivindicar ese vacío histórico que España, o al menos una parte, muestra en relación con la barbarie de los desaparecidos en la guerra civil y tiempos posteriores.

Pero Vallejo fue algo más, fue un intrépido emprendedor en el campo creativo abarcando, desde el misticismo reflejado en sus espirales lanzadas hacia el infinito que nos interpelan sobre lo que somos, de dónde venimos y adónde vamos, hasta la difícil pirueta de convertir las notas del Réquiem de Mozart en un gran libro lleno de “notas” plásticas que, metafóricamente y con perdón de los artistas del sonido, podríamos decir son música para los ojos.

Vallejo fue un polifacético creador y su pluma es un ejemplo de dominio de la lengua, pero va más allá, cuando escribe sobre papel un poema, la grafía en sí misma es una obra de arte, que redobla la fuerza certera de sus versos.

Decía y escribía Héctor, … Para este artista, vivir es aprender a dibujar, a plasmar sus sentimientos y sus ideas. Según palabras suyas, la libertad no solo es necesaria para dibujar sino que, creando arte, el hombre se hace libre.

Por todo lo dicho, Juan Vallejo merece que se le otorgue el título de PINTOR DE LA MEMORIA.

Juan Antonio Angulo Sainz, maestro y doctor en Psicología Educativa, ha dedicado su vida profesional, como docente y orientador, a la Educación Pública y, en el campo más personal, a su defensa.

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