El Correo de Burgos

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ES MOMENTO de sacar pecho por la excelencia en la formación académica que reciben nuestros hijos en el sistema educativo de Castilla y León en su conjunto, tanto en los centros públicos como los concertados o privados. Es la constatación de que no sólo reciben la mejor educación posible, sino que se confirma que los alumnos la aprovechan y se forman en aquellas materias que les van a abrir camino profesional en su vida pero también en las competencias básicas que cualquiera debemos conocer y emplear. La última edición del informe Pisa eleva al sistema educativo, a sus centros, profesorado y el resto de la comunidad escolar, padres incluidos, al primer puesto de la efectividad de la enseñanza en España. Los escolares aprenden más y mejor en Castilla y León que en el resto de España y muchos de los países más avanzados y lo mejor de esa aseveración que se basa en los resultados del informe Pisa es que esa realidad beneficia a los estudiantes que aprenden de la mejor manera posible. Ese poso es lo que hay que valorar e intentar, también, que pueda pesar más de alguna manera en el futuro académico de los estudiantes. Porque por mucho que destaquen por su preparación en la Primaria, la Secundaria y el Bach, a los alumnos de Castilla y León les espera el mecanismo de igualación por lo bajo del mérito escolar. También denominado EBAU, ese mecanismo falaz es el instrumento que aplican determinadas comunidades para hacer tabla rasa y plantar a sus alumnos a las puertas de la educación superior con mejores calificaciones que las que merecerían de aplicarse un sistema objetivo y racional como el de Castilla y León en el que se vela por el alumno y su preparación. Ese fraude en el acceso a la universidad que suponen diferentes modelos de prueba de acceso en las distintas comunidades salva la cara de determinadas autonomías en las que se preocupan más de los adoctrinamientos que del álgebra o las oraciones subordinadas. Pero esa asimetría es lo que hoy se aplica con mayor destreza en esta España en la que no somos todos iguales. A los alumnos de Castilla y León les queda el consuelo íntimo de saberse mejor preparados que otros a los que las cosas se les pusieron más fáciles. Quod natura non dat, Salmantica non præstat, dice ese certero latinajo al que dar la razón las ristras de alumnos procedentes de otros distritos universitarios que caen en los primeros cursos o arrastran asignaturas. Una vez desde Castilla y León es momento de reclamar una selectividad única. Nunca tendremos con más fuerza la razón de nuestra parte que ahora que Pisa nos coloca como los más listos de la clase en España.

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