El Correo de Burgos

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QUIZÁ SEAMOS puede que algunos miles, los burgaleses que en alguna ocasión hemos despegado o aterrizado desde el aeropuerto de Burgos Villafría, pero es seguro que sean los que sean se trata de una infraestructura infrautilizada. Hoy en día, salvo vuelos charter ocasionales y la actividad de la aviación ejecutiva que generan las grandes empresas de Burgos y algún que otro aristócrata europeo o millonario americano que prefiere la discreción del aeródromo burgalés, la mayoría del tráfico aéreo lo copa la escuela de pilotos que tiene su sede en Villafría. Tanto es así, que Burgos apenas pasó de 4.000 viajeros el año pasado. Este es un mal compartido en los cuatro aeropuertos de Castilla y León, pero se sufre menos en Valladolid que es el que más tráfico acoge con 208.923 pasajeros, cifra que supone el 70% del total de la Comunidad. Y aún así, sigue sin recuperarse de los efectos de la epidemia del covid. Lo curioso es que Burgos está rodeado de aeropuertos que sí cuentan sus viajeros por miles. Valladolid es uno de ellos, pero mayor ha sido el éxito del aeropuerto de Foronda -en Vitoria a 116 kilómetros de Burgos, lo mismo que el de Villanubla- que ha batido su récord de viajeros con 310.000 el año pasado. Nunca en sus 43 años de historia les fue mejor. Yo mismo he volado desde Vitoria en varias ocasiones. En el caso del aeropuerto de Loiu, en Bilbao, a 170 kilómetros de Burgos, también marca el mejor dato histórico con más de 6,3 millones de pasajeros y en Santander, también un aeropuerto muy frecuente para los burgaleses -a 158 kilómetros de distancia y del que también he despegado- también crecen las cifras y alcanza 1,2 millones de viajeros. Nuestros vecinos de Cantabria y el País Vasco son capaces de sacar partido a sus instalaciones aeroportuarias, incluso con movimiento de carga y comercial, mientras en Castilla y León, y mucho menos en Burgos, vemos como después de mucho clamar por estas infraestructuras no nos sirven para nada. El denominador común de los aeropuertos que más tráfico absorben está, a mi juicio, en la presencia de las compañías de bajo coste, que atraer por sí solas a multitud de viajeros y abren camino para otros operadores. Lo vemos en Valladolid, donde opera Ryanair, lo mismo que en Vitoria, donde la aerolínea irlandesa es la culpable de transformar un aeropuerto casi exclusivamente de mercancías en uno plagado de viajeros. No aspiro a que Burgos alcance el nivel de nuestros vecinos más cercanos, entre otras cosas porque la pista es excesivamente corta y está mal orientada y para más inri no sólo no dispone del sistema de orientación ILS sino que ni siquiera tiene controladores físicos y se opera con un sistema automático. Lo que sí espero es que pudieran volver los vuelos regulares, al menos a un destino como Barcelona o Málaga que pudieran servir como enlace para otros vuelos internacionales, de negocios o vacacionales. Quizá algún día vuelvan aquellas golondrinas.

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