El Correo de Burgos

LESLIE Y HAMMOND

Agustín Herrero

Vistas indiscretas

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A DOS MIL METROS de altura, el águila perdicera sobrevuela nuestra ciudad camino a los cotos de caza donde hay perdices. A vista de pájaro la trama urbana de Burgos, acompaña la línea quebrada del Arlanzón a la altura de Plaza Castilla. Calles, callejas, avenidas y rincones dibujan un tejido de tela tosca donde se entiende cómo ha crecido desde su inicio. Lo medieval sigue presente en el corazón viejo de la ciudad de alineaciones retorcidas y concéntricas en torno a las faldas del Castillo. Los doctores que tiene la santa madre iglesia y sesudos estudiosos, lo saben todo acerca del urbanismo y arquitectura. No pretendo pues, contravenir postulados ni eruditos magisterios en lo que vengo a decir, pero sí que, las cosas no son tan sencillas cuando se funden en uno, intereses generales y particulares. Digo esto porque en no pocas ocasiones, lo público y lo privado se entienden y conviven tan íntimamente que son lo mismo. Casi sin darnos cuenta, tenemos una de las mejores catedrales góticas del mundo y a poco que la miremos de cerca, entendemos que hay poca perspectiva o distancia para sentirla. Está empotrada en la ladera y no en la horizontal como otras grandes catedrales que dejan ver un recorrido perimetral holgado. Las familias burgalesas no fueron generosas siglos atrás y poco perdieron de lo suyo para guardar las distancias a lo sagrado. Al menos, un espacio de moderada intención que es la Plaza del Rey. De aquí a la Plaza de Santa María por la angosta escalinata condenada por los edificios de Calle Nuño Rasura. Rasca su espalda, Calle Fernán González y Pozo Seco, hasta caer por escaleras de nuevo, en la Llana de Afuera. Desde las ventanas abiertas de Calle Diego Porcelos y La Paloma casi tocamos los sillares, con las manos. La Catedral mira y quiere ser mirada. Que la toquemos y notemos cercana como hacen las ancianas. Sin duda alguna, le gusta observar desde su eterna vigilia, como vive la gente dentro de sus casas. En la Llana de Afuera por fin, los propietarios del edificio nº 14 con medianera ciega de ladrillo rojo, han conseguido que la ley permita abrir ventanas y miradores. Enhorabuena porque la Catedral que sabe más que nadie, se alegra.

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