El Correo de Burgos

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HACE UNOS CUANTOS años tuve la oportunidad de subir hasta el balconcillo superior de la torre sur de la Catedral de Burgos, la de la derecha si se mira de frente. A unos 80 metros de altura las vistas eran impresionantes sobre el caserío de la ciudad, sus monumentos y las cumbres de la sierra de la Demanda en el horizonte. A nuestros pies, pequeñas hormigas humanas caminaban ajenas a nuestras miradas de seres privilegiados. Algún tiempo después, mientras se realizaba la restauración del interior del hermosísimo cimborrio de nuestra Seo también pude encaramarme por los andamios para observar a un palmo de distancia una de las maravillas arquitectónicas más impresionantes que puedan verse. El nivel de detalle de cada escultura, la ejecución minuciosa de cada filigrana evidencian que los canteros de aquella época construían para alabar a Dios. La Seo burgalesa es hoy un templo muy renovado, restaurada prácticamente en su totalidad y digna merecedora de su condición de única Catedral en España con categoría de Patrimonio de la Humanidad por sí misma, sin estar asociada a un conjunto urbano también protegido.

Pero mantener ese buen estado de conservación es una labor infinita que no puede detenerse. Acabamos de publicar que el desprendimiento de un ornamento de una de las agujas va a forzar a que se tenga que realizar un estudio a fondo del estado de ambas. Un crochet caído, que es un pequeño adorno con forma de hoja vegetal que remata en hilera los chapiteles es ahora el testigo que sirve para dar la alarma como en su momento lo fue la caída de la estatua de San Lorenzo en la misma aguja, la más expuesta a las aguas subterráneas que bajan del Castillo. Sin embargo, los focos de la opinión pública no se posan sobre la Catedral burgalesa ni preocupa a entidades de toda clase y condición que será necesario financiar las reparaciones y la conservación. A casi nadie le obsesiona que el principal emblema de la ciudad de Burgos esté en perfectas condiciones. Hoy lo que importa es que la Junta ha declarado como Bien de Interés Cultural la conocida como Pirámide de los Italianos. Ese reconocimiento ha despertado iras inusitadas y aplausos rabiosos, no diré que por igual, pero sí de forma igualmente sectaria. Cuando la ideología se mete por medio, todo se contamina, se tuerce y se manipula. Suerte tiene la Catedral burgalesa de que el anticlericalismo o el ateísmo rampantes no la tomen con sus problemas de conservación y salgan en tromba a exigir que no se invierta un sólo euro público en un edificio religioso. Quizá sea mejor que la polémica se cebe con la pirámide del puerto de El Escudo y la Catedral pueda recurrir a los caminos por los que se logró re rehabilitación en el pasado. La Pirámide ha sobrevivido desde la guerra porque era un mausoleo olvidado. Veremos qué ocurre a partir de ahora, que es un trofeo a ganar.

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