El Correo de Burgos

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SE NOS ha ido el año entre los dedos y salvo las desgracias como la DANA de Valencia, ni las tragedias han sido muy diferentes. Los incendios, la lacra de la violencia asesina contra las mujeres, los múltiples robos y atentados contra la propiedad ajena que son cada vez más y más audaces y siguen sin consecuencias, las okupaciones y la temeridad al volante, además de la violencia gratuita en las zonas de copas de Burgos y de Castilla y León, que es otra plaga de la que no nos libramos. Este ha sido, básicamente, un año igual a cualquier otro. Intercambiable, sin más. Hemos dejado pasar la oportunidad de que quedase señalado para los anales como el año en el que se retomó la línea de ferrocarril de Burgos a Madrid, pasando por Aranda de Duero, que se inaugurase algún tramo de autovías como la A-73 entre la capital burgalesa y Aguilar de Campoo, de la autovía del Duero, que ya no la verán ni los nietos de Matusalem o cualquier avance en materia de ferrocarril. A estas alturas, me conformaría con que los trenes cumplieran sus horarios visto que el ministro de lo que presume ahora es de que se va a gastar 210 millones de euros en remozar la estación de trenes de Valladolid, que, entre otras cosas tendrá un revestimiento textil que dice que será la monda. Todo eso porque el ministro quiere que su ciudad sea el principal nodo ferroviario del norte, tanto para mercancías como para pasajeros, en media distancia y alta velocidad. Así las cosas, se entiende mejor que se haya desentendido de la línea del tren directo Burgos-Aranda-Madrid, aunque él lo explique alabándose a si mismo por haber tenido la sinceridad de la que carecieron otros ministros al confirmar que este asunto no entra en sus planes. Que no se va a hacer, dicho en plata. Así que, como decíamos antes, poco o nada nuevo ha traído este año que estamos a punto de despedir. En la política, salvo Vox que va sacando los pies del tiesto allí por donde gobierna y el PSOE da una vuelta de tuerca más a su harakiri, tampoco ha sido un año para recordar. El día de la marmota se repite con tanta fidelidad que hasta resucitan los movimientos localistas en Burgos, donde se quiere copiar lo que no ha funcionado más que fugazmente en otras provincias y se baraja en crear una plataforma de partidillos muy localistas bajo la manida fórmula de que son los únicos que escuchan la voz de los pueblos. El timo de los salvapatrias está muy viejo y detrás de esas banderas que se vuelven a levantar a ver qué rascan aparecen algunos de los sospechosos habituales, puestos en fila detrás de Sentir Aranda, un partido localista que gobierna una coalición que es una ensalada de siglas, sólo porque el PP perdió las elecciones. Salvo la demolición de la estructura de la Arandina FC no se les conoce ningún logro. Tampoco los partidos mayoritarios han dejado un año memorable de trabajo. Simplemente se han dejado fluir, para regocijo de Alfonso Fernández Mañueco que surfea esta legislatura con pocas olas y haciendo tiempo hasta llegar a la orilla.

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