El Correo de Burgos

Palabras de recuerdo en forma de dalias y crisantemos

Miles de personas recuerdan a familiares y amigos en el cementerio de San José

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Burgos

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C. VELASCO / Burgos

Marta camina de la mano de su padre y de su abuela materna. No sabe muy bien dónde se dirige pero Manuel ya le ha explicado con cautela que van a depositar flores en el lugar en el que duerme su madre, ahora ya en cielo. Algo confusa, contempla asombrada el ir y venir de la gente, la mayoría cargada con flores y utensilios con los que limpiar las tumbas. Ella, a sus cuatro años, aún desconoce el significado exacto de todo aquello pero solo el ambiente llena de tristeza su pequeño corazón.

En el rostro de su padre y de su abuela Marta ve un semblante serio en el que apenas se esboza una sonrisa cuando se dirigen a ella; no obstante, ella sabe que no es un día para muchas palabras. Prácticamente a las puertas del cementerio, descubre que unos señores -que a su juicio deben ser importantes ya que están rodeados de fotógrafos- colocan una corona de flores en una tumba. Con el paso del tiempo descubrirá que éste es el particular homenaje que realiza el Ayuntamiento de Burgos al maestro Calleja, autor del himno de la ciudad en la que nació, y que aquellos que sujetan las flores son el alcalde, Javier Lacalle, y la concejal de Salud, Marisol Carrillo.

Concluido este breve acto siente que su padre tira de su brazo en dirección al patio en el que descansa su madre. Ella no llegó a conocerla ya que murió cuando ella apenas tenía unos meses pero eso no impide que sienta que en aquel lugar en el que depositarán los crisantemos y las dalias también descansa parte de su corta vida. Por eso, se hace una promesa, volverá cada año hasta ese lugar y acompañada por su padre y su abuela -que a esa edad parecen inmortales- recordará a su madre que, como dicen los adultos, es «un ser querido».

Marta y su familia -personajes ficticios- son el vivo reflejo de una tradición que llena cada año durante el Día de los Santos el cementerio de San José. Un espacio que este año cumple 101 años y en el que no todos tienen un lugar privilegiado para el recuerdo. Solo los más afortunados descansan en tumbas familiares, aquellos que no pueden hacer frente al gasto que supone un enterramiento se deben conformar con guardar sus restos en una fosa común.

El camposanto es un lugar en el que las nuevas formas de enterramiento también tienen su hueco. Y es que, el cementerio de San José cuenta con el denominado 'jardín de las cenizas', en el que el Consistorio tiene previsto construir una muralla que permita a los familiares colocar una placa en memoria de los fallecidos. Además, el cementerio dispone desde hace más de un año de las llamadas tumbas a la americana, que son criptas con mármol cubiertas por césped.

Pese a la forma que adquiere el lugar en el que reposan los restos de los familiares y amigos, la idea de una jornada como la de ayer sigue siendo la misma: hacer un hueco en el día a día de cada uno para homenajear a quienes alguna vez formaron parte de estas vidas que aparentemente se vuelven tan ajetreadas. Por eso, depositar flores en las tumbas es solo un símbolo de ese cariño que en ocasiones se muestra a quien nunca se llegó a conocer bien -como le sucedió a Marta- pero a quien de algún modo es necesario dar las gracias con un simple acto que, en tiempos de crisis económica, se vuelve más costoso para los bolsillos.

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