El Correo de Burgos

EDUCACIÓN / AULA ALTERNATIVA

El espacio de las segundas oportunidades

El Aula Alternativa atiende, desde hace 13 años, a alumnos de 15 años desligados del sistema escolar y con altas tasas de absentismo / El objetivo es ‘reengancharlos’ al sistema / Cerca de 130 jóvenes han pasado por la instalación

Los profesores Myriam Manso y Javier Martín con alumnos del Aula Alternativa-RAÚL G. OCHOA

Los profesores Myriam Manso y Javier Martín con alumnos del Aula Alternativa-RAÚL G. OCHOA

Publicado por
V. M.
Burgos

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Las segundas oportunidades existen. Para muchos suponen un punto y aparte en el camino y abandonar una acción que no les beneficia. Algo así pensaron en el Departamento de Atención a la Diversidad de la Dirección Provincial de Educación hace trece años, después de observar en años previos que había un grupo de alumnos quienes, en gran parte por falta de interés y motivación o por no sentirse capaces, se desligaban del sistema educativo. Una situación que derivaba en un alto absentismo escolar a pesar del esfuerzo continuo de la comunidad educativa por otorgarles medidas de apoyo y de motivación. Esta segunda oportunidad tiene un nombre, Aula Alternativa. Una herramienta que tiene como objetivo motivar a estos alumnos e intentar que regresen al sistema educativo para que, al menos, se formen en un oficio.

«Hace unos años vimos que había un grupo muy pequeño de alumnos de 15 años totalmente descolgados del sistema educativo, con desfase curricular, alguno de ellos con problemas de conducta o incluso con alguna medida judicial y quienes, a pesar de no ser ‘malos chicos’, en su momento habían tomado malas decisiones», explica Raquel Peña, una de las responsables de Atención a la Diversidad de la Dirección Provincial de Educación, «vimos la necesidad, en una reunión junto a Protección a la Infancia, de poner en marcha una medida educativa excepcional que sirviera para ‘reengancharles’, y una vez finalizan la etapa de escolaridad obligatoria, poder acceder a un programa de Garantía Social en aquel momento, ahora, Formación Profesional Básica».

La idea cuajó y salió adelante con Roberto Ruiz, como profesor encargado del Aula. Ahora 13 años después, y con 130 alumnos a sus espaldas, esta herramienta educativa sigue dando buenos resultados pero, como en todo, los primeros pasos fueron complicados. «Hubo que trabajar en muchos aspectos, en los criterios de admisión y los criterios de selección, explicar a directores y orientadores de colegios e institutos qué era esto», comenta Peña. «Todavía no está claro», añade Myriam Manso, una de las docentes encargadas del Aula desde hace cuatro años, quien decidió de manera voluntaria estar en el Aula, a pesar de tener plaza fija en el IES Alfoz de Lara de Salas de los infantes. «Al principio aquí venía gente de todo tipo pero enseguida se dejó claro que había un objetivo que cumplir, está claro que siempre habrá años mejores y años peores».

Los 8 ó 10 alumnos que acuden cada año al Aula son «un grupo muy heterogéneo, es imposible generalizar porque cada uno trae una historia personal, su propia mochila, arrastra su propia problemática y el proceso de adaptación es más complejo», comenta Cuesta. «Ellos tienen en común su relación con el ámbito académico pero luego, cada uno, tiene sus individualidades», asevera Javier Martín, el otro profesor del Aula, quien también inició esta experiencia de forma voluntaria hace dos años, a pesar de contar con plaza en el IES Valle del Arlanza de Lerma.

El proceso

La entrada en el Aula Alternativa se compone de un proceso arduo y trabajoso. Son los directores de colegios e institutos, junto a los orientadores escolares de esos centros, quienes proponen a determinados alumnos para que acudan al aula, algunos con más acierto que otros. A partir de ahí, desde la Dirección Provincial, Carmen Cuesta, otras de las responsables de Atención a la Diversidad, se encarga de concertar entrevistas tanto con el alumno como con su padres, «para determinar sí verdaderamente se muestran dispuestos y comprometidos», explica Peña, «hay veces que nos equivocamos».

De ahí que «sea fundamental que se hayan aplicado otras medidas previas con estos chicos», asevera Cuesta, «es importante recordar que esto es una medida excepcional y de carácter transitorio y una vez se han intentado medidas tanto ordinarias como extraordinarias de atención a la diversidad, como una acción tutorial, orientación, acompañamiento o medidas de adaptación, entre otras» y «si vemos que eso no ha funcionado entonces se inicia el proceso para entrar».

En el mes de septiembre se ponen sobre la mesa los informes de candidatos que hay, que ya han sido analizados y entrevistados por la Dirección Provincial de Educación, para que «los profesores empiecen a hacer sus entrevistas de cara a la selección». En esa cita, que durará alrededor de una hora y media con la familia- padres y alumno-, «se les explica en qué consiste el Aula, se les entregan las normas para que las lean y se llevan a casa una especie de ‘contrato educativo’ de aceptación», explica Myriam.

Durante el curso que estos alumnos desarrollan su actividad académica en el Aula Alternativa siguen matriculados en sus respectivos centros, con el objetivo de «no perder el contacto con el centro de referencia porque los chicos lo agradecen», comenta Martín. En este sentido, Cuesta explica que «el hecho de que el tutor de cada uno le visite en el Aula, le hace ver que se preocupan por él y por cómo están, que no le han ‘aparcado’ ».

En este sentido, el docente recuerda que «estos es cosa de tres, de las familias, del alumno y del Aula, todos tenemos que estar implicados para que funcione de la mejor manera posible». Para ello, cada quince días «enviamos un pequeño informe y un control de asistencia para que sepan cómo van y además, a diario, mantenemos un sistema de comunicación con los padres, que se basa en los colores del semáforo».

Semáforo calificador

Una de las acciones fundamentales del Aula tiene que ver con algo tan sencillo como los colores del semáforo. «Cada día se hace una revisión grupal del día y una revisión individual, conforme a eso, el alumno se puntúa del uno al diez, y luego el profesor decide que nota ponerle, en base a eso se le da una ficha, bien de color verde si lo ha hecho muy bien, amarilla, si ha sido un día ‘regular’ o roja, si lo ha hecho mal», explica Javier, «esa ficha se la tienen que entregar cada día a sus padres y traerla firmada el día siguiente».

Se trata de un control continuado, que «algunos de ellos no aguantan porque nunca han tenido unas normas que cumplir». Sin embargo, aquellos alumnos que «aceptan que será así, se acoplan y avanzan en los objetivos». En cuanto al plano puramente educativo, el objetivo del Aula pasa por «recuperar, repasar y actualizar conocimientos para que vayan lo mejor preparados posible a la FP Básica», comenta Cuesta. «Se trata de que cambien el chip y tengan ganas de retomar el estudio», asegura Myriam.

El trabajo duro tiene resultados y es que «la gran mayoría de los chicos que pasan por el Aula intentan después la FP Básica, otros se reengancharon después en el FP de Grado Medio y el resto entrar en el mundo laboral a través de cursos». Algo fundamental del Aula es la atención que se le brinda a cada uno de ellos. «La mayoría nos comenta que aquí se les escucha, que se les presta atención y no se les trata como ‘inferiores’», asegura Myriam, «quiero creer que esta experiencia les marca de forma positiva». Y seguramente así lo sea, porque «muchos de ellos vuelven a visitarnos cuando tiene 18 años para decir a quienes ese año están en el Aula, la importancia de hacernos caso y aprovechar la oportunidad», asegura la docente.

El día a día

El día comienza en el Aula a las 10 de la mañana con la entrega de móviles. Los lunes «se empieza de forma tranquila, hablando del fin de semana y leyendo la prensa en dos grupos de cuatro para comentarla», explica Myriam, «después damos geografía e Historia, y tras el recreo hacemos una clase de manuales, que sirven para controlar la atención y la paciencia». Los martes, miércoles y jueves, se estudia Lengua y Matemáticas.

Todos los días se acaba la jornada con la revisión grupal «en la que apuntamos como ha ido el día en una plantilla, para mejorar lo que ha ido mal y cerramos con la revisión individual, los dos profesores con el alumno». Además, «los martes desarrollamos una actividad que se denomina ‘asamblea’ en la que uno de ellos elige un tema y debatimos, aprendiendo a comportarse y a respetar turno».

Mientras, miércoles y jueves, tras el recreo, «un día un grupo hace marquetería y otro cocina», explica Myriam, «para ello, hacemos dos días de teoría y a tercer día cocinamos o se empieza la maqueta, porque es fundamental que aprendan que las cosas llevan un proceso y que nada es inmediato, que hay una planificación, deben saber la teoría para desarrollar la práctica». La semana se cierra con clases de lectura e informática. «A lo largo del curso leemos 3 libros, mientras que en informática, hay quienes tiene un nivel aceptable pero otros no saben nada porque no tienen ordenador en casa, así que unos hacen trabajos de investigación y otros aprenden a manejar las herramientas básicas».

También los viernes, «hacemos ‘Proyecto de salud’ , en el que cada semana viene una asociación de la ciudad a contarnos su trabajo, la Aecc, Cruz Roja, por ejemplo, o salimos nosotros a alguna actividad». En otras ocasiones «les proyectamos alguna película para trabajar valores en una ficha». De cara a la formación futura, «visitamos centros de Burgos en los que ellos pueden estudiar la FP Básica el año siguiente».

En definitiva, el Aula Alternativa es precisamente eso, una segunda oportunidad. Un espacio en el que se reconocen las cosas buenas de los chicos y no solo sus carencias. Un espacio en el que volver a interesarse por aprender y por formarse pero sobre todo, un lugar en el que romper con las experiencias de fracaso y donde empezar a mirar hacia adelante.

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