El Correo de Burgos

Un San Lesmes bajo techo

El tradicional baile de Gigantillos y Danzantes se celebró bajo la cubierta del patio del Monasterio de San Juan / Las peñas repartieron 15.000 roscos y 5.000 raciones de pinchos

El patio del monasterio se llenó de personas para ver a los protagonistas.-RAÚL G. OCHOA

El patio del monasterio se llenó de personas para ver a los protagonistas.-RAÚL G. OCHOA

Publicado por
MARTA CASADO
Burgos

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El frío no amilana a los burgaleses para rendir pleitesía a su patrón, San Lesmes Abad. Aunque el frío arreciaba a ratos con un fuerte viento y la lluvia caía gota a gota, fueron miles los burgaleses que no quisieron dejar de pasar a celebrar su fiesta más tradicional en la plaza de San Juan con su capa castellana como escudo para ellos y la toquilla del traje de castellana para ellas.

Es, además, el primer baile del año para el Gigantillo y la Gigantilla. A las 12 del mediodía esperaban protegidos bajo el arco de San Juan su momento estelar. Los porteadores más que mirar el cielo, pisaban el suelo. Finalmente optaron por la prudencia y el patio del Monasterio de San Juan se estrenó como escenario para el tradicional baile del Gigantillo y la Gigantilla en honor del patrón de la ciudad. Ese momento álgido fue seguido por cientos de personas que llenaron el templo y que se veían al fondo en la plaza de San Juan. El pequeño escenario del patio permitió disfrutar del baile de los danzantes con su sonido de dulzaina tan característico.

Las autoridades presentes (el alcalde de Burgos, concejales de todas las agrupaciones políticas del Consistorio, el presidente de la Diputación, el delegado de la Junta y subdelegado del Gobierno además de autoridades policiales y militares» dejaron el sitio a los más pequeños que se situaron en la parte delantera para poder ver las efigies más tradicionales de la ciudad con sus faldas en pleno vuelo. Los niños que no pudieron ponerse delante, lo hicieron a lomos de los hombros de sus familiares. Muchos de los asistentes se subieron a los pilares que a penas erigen un metro del suelo de San Juan. La visibilidad no era la mejor. Así lo reconocía el alcalde «por primera vez el baile se ha hecho en el interior del Monasterio de San Juan pero, desde luego, intentaremos evitarlo en todo lo posible porque condiciona mucho la visibilidad», destacó Lacalle. Apuntó que la decisión de hacerlo, por primera vez, dentro del patio cubierto fue de los propios porteadores por «cuestiones de seguridad ante el deslizamiento del firme mojado en la plaza».

Este fue el acto final y central de una jornada que para los integrantes de la docena de peñas de la Agrupación de Peñas y Sociedades de San Lesmes empezó muy pronto. Para las nueve ya era el momento de poner a calentar los 250 kilos de chorizo y otros 200 de morcilla que repartieron desde las 12.30 de la mañana. Antes del tradicional baile de los gigantillos empezó a formarse la cola. Para el inicio Chechu ya tenía todo listo y preparado. Desde las 9.00 mantenía el fuego en la zona del reparto detrás de la iglesia de San Lesmes. El chorizo cocido al vino, la morcilla en su propio caldo mondongo aderezado con laurel y pimienta. Otro punto de reparto gratuito de pinchos, unos 5.000 panecillos con chorizo y morcilla entre todos, se ubicaba junto al arco de San Juan, junto a la tradicional churrería.

En otras tres casetas se reparten los tradicionales roscos salados, a un euro, y dulces a 1,30. Para muchos era el momento de recuperar recuerdos. Adela aseguraba que «hace muchísimos años que no venía pero es un sabor y un olor que me recuerda a la niñez», señalaba con sus cuatro roscos en la bolsa. La última de la cola estaba Margarita que a pesar del frío, que no parecía importante, iba a esperar. «Ya que estamos aquí no te vas a ir sin nada», señalaba.

En estos puestos muchos jóvenes, unos 14, repartiendo. Aseguraban algunos de ellos que desde las 11.30 se notaba más presencia de gente. Se reparten unos 15.000 panecillos y las primeras, pero tímidas y cortas colas con respecto a otros años, empezaban a surgir. Otros burgaleses, los menos, se hacían con el vaso o el cuenco y plato conmemorativo de San Lesmes. Unas pequeñas piezas de barro que repartían con pincho María del Carmen y Virgina con la ayuda de Gerardo.

La juventud que se ve participando activamente en la fiesta parece garantizar su continuidad. En duda lo pone Vicente quien asegura que «aquí en el centro nos vamos haciendo mayores, las peñas con más jóvenes están por el G3 y San Pedro pero bueno hay que hacer lo posible».

Es una fiesta que no se pierden las ciudades hermanas de Burgos. Una delegación de 11 franceses vecinos de Loudun, La Chaise-Dieu y Pessac. Con ellos reconocía el alcalde que la ciudad tiene una deuda. «Tenemos que multiplicar las actividades culturales, deportivas y gastronómicas como hacíamos en los años 90». Algo que podría darse en la segunda quincena de septiembre y que podría incluir una visita «cada cierto tiempo» del propio alcalde.

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