El Correo de Burgos

TrotaBurgos / Miranda de Ebro

Meritoria, monumental y motivadora

No solo de industria vive Miranda, ciudad siempre abierta a la cultura y poseedora de un patrimonio señorial que encaja como un guante en el casco urbano

El río Ebro vertebra toda la ciudad dejando un paisaje bañado por su aguas.-ECB

El río Ebro vertebra toda la ciudad dejando un paisaje bañado por su aguas.-ECB

Burgos

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Miranda de Ebro es mucho más que una ciudad industrial ávida de nuevas y talentosas iniciativas. Acogedora en todos los sentidos, atesora un potencial turístico y sociocultural que quizá no se ha explotado lo suficiente. Un diamante en bruto que, bien pulido, puede convertirse en un referente de primer nivel en la zona norte de la provincia. Lo que está claro es que la regla de las tres emes que da título a este Trotaburgos se cumple a rajatabla en el municipio.Meritoria es Miranda de múltiples halagos por parte del visitante, empezando por el sinfín de posibilidades que brinda la Oficina de Turismo para conocer a fondo la ciudad. Totalmente recomendable pedir información y dejarse aconsejar por quienes trabajan diariamente sobre el terreno. La primera recomendación, probablemente, sea encaminarse hacia el Castillo de Miranda. O lo que queda de él, pues el paso de la historia y sus múltiples batallas han jugado en contra de esta insigne construcción cuyos orígenes se remontan a mediados del siglo XIV.Presidiendo la cima del cerro de la Picota, los restos del Castillo se encuentran perfectamente conservados y acondicionados para disfrutar de largos paseos y observar desde lo alto un plano casi general de la ciudad. En términos estéticos, su encaje en la localidad permite contrastar los elementos patrimoniales de épocas pasadas con la imagen urbanita de un municipio que destaca por su incesante -pese a la crisis- actividad industrial.Monumental es Miranda por los numerosos inmuebles, civiles y religiosos, repartidos por el casco urbano. El Ayuntamiento, sin ir más lejos, es una joya arquitectónica del siglo XVIII que destaca por sus remates y una división estructural que enriquece la obra en su conjunto. De igual manera, las casas señoriales de los Urbina y los Cadenas, ambas del siglo XVI, dan buena cuenta del pasado palaciego de una ciudad con mucha historia a sus espaldas. En clave eclesiástica, las iglesias del Espíritu Santo, Santa María, Sagrados Corazones o el convento de las madres Agustinas Recoletas son parada obligatoria para los amantes del arte y la tradición sacra.Aunque para gustos los colores, posiblemente la joya de la corona -monumentalmente hablando- sea el teatro Apolo. Ubicado en la plaza de Santa María, justo donde se encontraba la Sociedad de Recreo ‘La Mirandesa’, reducida a escombros por un incendio en 1918, el templo de la cultura local forma parte de vida social de la capital de la comarca del Ebro, siempre dispuesta a promover toda clase de iniciativas artísticas para ampliar la oferta de ocio. Lo suyo ha costado, más que nada por problemas estructurales, pero al fin parece que tan magnífico inmueble encara el futuro con garantías desde su reapertura en 2015.Motivadora es Miranda por el Apolo y su programación, por el talento innato de muchos de sus vecinos -los vídeos promocionales de Miranda Empresas dan fe de ello con creces- y por la búsqueda constante de eventos capaces de poner en el mapa a esta pequeña ciudad de casi 36.000 habitantes que trata de frenar la despoblación a base de esfuerzo y creatividad.Para muestra, dos botones relacionados con el ámbito musical. El primero, qué duda cabe, es el Ebrovisión. El festival indie, cariñosamente apodado como el ‘hermano pequeño del Sonorama’, se consolidó hace ya tiempo. Lejos de alcanzar cuotas macro por ahora -quizá sea mejor así-, lo cierto es que genera una amplia expectación año tras año y las críticas, tanto del público como de los medios especializados, no pueden ser mejores.El segundo botón, mucho más reciente pero indudablemente prometedor, es el Miranda Urban Fest. Aterrizó el pasado mes de octubre y de buenas a primeras ya amenazaba con quedarse. No es para menos, pues su ecléctica propuesta, capaz de combinar jóvenes promesas y talentos consagrados de múltiples géneros, aportó frescura al panorama festivalero nacional. Tan buena fue la acogida, como la de los mirandeses cuando reciben visitas, que los organizadores ya trabajan en la segunda edición.

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