El Correo de Burgos

Criar con ciencia, amor y humor

«El juego en los niños es clave para cimentar los contenidos curriculares»

Arantxa Arroyo y Cristina López desgranan en este noveno capítulo de ‘Criar con ciencia, amor y humor’ la importancia del juego y su papel fundamental en el desarrollo de los más pequeños

Un niño juega con una pelota.

Un niño juega con una pelota.ECB

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El lenguaje es una facultad inherente al ser humano. Una característica propia que nos permite comunicarnos y expresar nuestros sentimientos, emociones e ideas. En la primera infancia, la estimulación del lenguaje es clave para el desarrollo de las habilidades comunicativas de los más pequeños y en este punto el juego tiene un papel fundamental.

Así lo explican Arantxa Arroyo, maestra certificada en Disciplina Positiva y guía Montessori, y Cristina López, licenciada en Física, experta en innovación y autora del blog ‘3 con las maletas a cuestas’, en este noveno capítulo de ‘Criar con ciencia, amor y humor y en el que hacen hincapié en «la importancia de recuperar espacios y tiempo para que los niños y niñas jueguen».

Y es que «el juego es el lenguaje natural del ser humano y una herramienta que nos proporciona mucha información. Sin embargo, se nos ha olvidado y se infravalora», comenta López. Una infravaloración que llega «con la academización y la percepción de que la inteligencia solo se puede observar a través de operaciones matemáticas o ejercicios de lectoescritura».

Arroyo lamenta en este sentido que «se ha quitado poco a poco tiempo al juego, cuando es una herramienta clave para el desarrollo cognitivo y para desarrollar habilidades y generar conexiones neuronales, que son los cimientos para después trabajar los contenidos curriculares». En este sentido, la científica señala que «con la democratización de la cultura a partir de la Revolución Industrial, ser académico era lo primordial y con el paso de los años empezó a perderse en lenguaje natural de aprendizaje que es el juego». Y es que durante el juego «se interactúa con objetos que nos rodean, se trabaja el prueba - error, se experimenta, etc».

El juego «al ser humano nos sale de forma natural, tanto a niños como a adultos» y ahora «estamos en un momento en el que se quita de todas partes para reducirlo a la mínima expresión», añade Arroyo.

A este tenor, la docente lamenta que al ver a un niño entretenido con un juego se diga que «solo está jugando», con una «connotación negativa» y «sin saber que el juego impulsa el pensamiento crítico y la creatividad», pero además «desarrolla los procesos de experimentación y el refinamiento sensorial y motor». Destrezas «necesarias» para «desarrollase como seres humanos».

En este mismo sentido, López se muestra crítica con que siempre se le quiera dar un cariz educativo al juego. «El juego es una herramienta más, pero no podemos encorsetarlo al ámbito educativo porque es un componente clave para el desarrollo, por ejemplo, de habilidades socioemocionales». De hecho, al igual que ocurre con otros cuestiones, el juego también se desarrolla por etapas en la niñez.

Las etapas

«Las etapas del juego responden a las etapas madurativas de cada niños», explica Arroyo. La primera etapa arranca poco después del nacimiento: «La fase del juego sensorial y motor empieza cuando los niños y niñas se lanzan a coger las cosas que ven a su alrededor y a descubrirlas llevándoselas a la boca o tocándolas con las manos».

La fase del juego manipulativo y funcional es un ir y venir de experimentación. «Se repiten patrones de conducta comunes a todos los niños como lanzar cosas, ordenarlas, apilarlas,etc». Se produce sobre el año y medio de vida.

Un niño practica el juego simbólico.

Un niño practica el juego simbólico.C.L.

También llegará el juego simbólico: «Es un juego clave y muy necesario porque representa situaciones y momentos reales que les permite desarrollar la imaginación, su capacidad de proyectar e integrar lo que les pasa y lo que ven en su día a día». Se trata de juegos que «imitan situaciones de la vida real como ir a la compra, hacer de profes, ser una familia, las cocinitas, etc».

«El juego debe ser acompañado, que no intervenido», recuerda Arroyo., quien asegura que «observando jugar a nuestros hijos podemos obtener mucha información de su forma de ser, de cómo se enfrenta a determinadas situaciones, de cómo se encuentra, etc».

¿Y si nos reclaman en el juego». «Entonces nos convertimos en un personaje más. Compartimos el momento sin imponer nuestras normas o lo que creemos que es la forma adecuada de jugar».

Precisamente hablando de normas, la docente recuerda que los más pequeños de la casa «no son capaces de comprender e integrar las normas de un juego hasta los cuatro años aproximadamente» y que «habrá un periodo egocéntrico en el que los niños quieren jugar solos». Es una etapa del crecimiento en la que «aún no tienen arraigada la empatía y creen que su forma de pensar es universal».

Precisamente en este punto, Arroyo señala la importancia de «contar con espacios de juego como ludotecas, bibliotecas o parques donde los niños están acompañados por su figura de referencia pero que responden a su necesidades de juego individual».

Otros de los mitos es el que rodea al juego del cachorreo. «Es lo que la mayoría de la gente conoce como jugar a peleas», relata la docente. «En realidad es ese juego de contacto que compartimos con otros tantos mamíferos y que se centra en el contacto con los otros». Es un claro ejemplo de juego libre.

En este sentido, López asegura que el juego es «la mejor herramienta para descubrir las alianzas, manejar la frustración, abordar el compañerismo, vivenciar la victoria y la derrota, etc». Y es que «se desarrolla en un entorno de libertad y bienestar en el que los niños no están en tensión».

A este tenor pide desterrar el castigo que implica no jugar. «No podemos castigar a uno niños porque se han peleado por un juego sin volver a jugar. De hecho, debemos hacer lo contrario, que jueguen más veces porque es una forma de trabajar el conflicto».

Más juego

Llegados a este punto. Ambas expertas hacen hincapié en «recuperar espacio y tiempo de juego» para los mas pequeños tanto en «nuestra vida como en los centros educativos» porque «además de ser necesario puede ser muy útil en situaciones de tensión o nerviosismo en el aula y en el hogar».

López, además, anima a los adultos a «perder el miedo a jugar» o a «sentir que jugar hace que perdamos respetabilidad» porque «el juego es una herramienta tremendamente poderosa». Anima así a buscar y experimentar con «diferentes juegos» porque «los hay para todos los gustos».

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