El Correo de Burgos

Delincuencia digital. ¿Cuáles son las estafas por internet más comunes en 2023?

El último Informe sobre Cibercriminalidad del Ministerio del Interior revela que, en 2021, se cometieron en Burgos más de 2.000 fraudes informáticos

Un agente rastrea internet en busca de delincuentes que trafican con material pedófilo.-EFE / KOTE RODRIGO

La Policía cuenta con sus propias unidades especializadas en ciberdelincuencia.-EFE / KOTE RODRIGO

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Burgos

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Del timo de la estampita o el tocomocho en plena calle a las estafas por internet. Las nuevas tecnologías han supuesto un importante caldo de cultivo para quienes se aprovechan de la ingenuidad ajena. Ya no es necesario un trabajo actoral para desvalijar a alguien por la vía del engaño. Basta tan sólo con conectarse a internet y lanzar el anzuelo esperando a que alguien pique. La cibercriminalidad está en auge y, aunque la Policía se ha especializado en este campo por imperiosa necesidad, cazar a los delincuentes se convierte en tarea casi imposible si estos se ubican a miles de kilómetros.

A raíz del confinamiento propiciado por la pandemia del covid-19, las ciberestafas se dispararon y desde entonces no han dejado de crecer. Las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado mantienen más activo que nunca su llamamiento a la prevención y a la desconfianza ante cualquier oferta o petición de datos sospechosa. Poco se puede hacer si nos dejan temblando la cuenta corriente cuando el criminal reside en otro país por cuestiones burocráticas. Mejor andarse con ojo y conocer cuáles son las principales herramientas que se emplean para el fraude en pleno 2023.

El falso familiar

Un buen día, de repente, recibe un mensaje por WhatsApp de un número desconocido. De un pariente, generalmente su hijo, comentándole que ha perdido su teléfono móvil y que le escribe desde el de un amigo. Si cuela, el estafador le contará que ha tenido problemas con su tarjeta de crédito. O que ha perdido la cartera directamente. Lo que sea con tal de recibir una cantidad de dinero, no demasiado elevada en principio para no levantar sospechas, y así poder salir del apuro cuanto antes.

Hay una variante mucho más extrema: la del falso secuestro. Aquí las aplicaciones de mensajería pasan a un segundo plano. Se recibe una llamada, desde un número oculto, en la que un desconocido asegura tener retenido a un ser querido. A continuación, el supuesto captor pone precio al rescate. Y raro es que pida poco. Lo normal, en una situación así, sería llamar al móvil del familiar o amigo en cuestión para comprobar si es verdad o si se trata de una broma. Pero los nervios, y sobre todo la ingenuidad, pueden jugar una mala -y cara- pasada a las víctimas. Aún con todo, lo recomendable es mantener la cabeza fría y realizar la pertinente verificación antes de realizar la transferencia bancaria.

Un famoso a tus pies

Demasiado burdo, pero hay gente que se lo cree y va con ello hasta el final. Desde un perfil en redes, más falso que un billete de seis euros, una celebridad contacta con un usuario cualquiera que ha dejado la suficiente información en la red como para saber a quién admira profundamente. El VIP en cuestión (músico, futbolista, actor...) establece un clima de confianza a través del chat. La víctima, si no tiene dos dedos de frente, se encuentra en una nube.

Una vez echado el lazo, pueden darse diferentes variantes. Todas con un mismo propósito: sablar al incauto. Lo más habitual es que el famoso de marras comente que acaba de aterrizar en el país natal de la víctima. El problema es que su maleta se ha extraviado en el aeropuerto y, vaya por Dios, tenía sus tarjetas de crédito dentro.

Rizando el rizo, se pueden llegar a producir historias de amor que ni el más avezado guionista de Hollywood sería capaz de concebir. Como la de una mujer granadina que, el año pasado, conoció al mismísimo Brad Pitt a través de Facebook. Empezaron hablando en un club de fans del actor y llegó el flechazo. Había planes de una vida común e incluso de rodar una película juntos. La estafa, y por ende el disgusto, le ha costado a la pobre incauta la friolera de 170.000 euros.

'Phishing'

Una de las técnicas más comunes. Casi todo el mundo ha recibido un correo electrónico de este tipo. Y aunque la mayoría vayan a la papelera, conviene andarse con mucho ojo porque hay verdaderos maestros del engaño estético. A grandes rasgos, el phishing consiste en hacerse pasar por una empresa o entidad bancaria y solicitar contraseñas y datos personales bajo cualquier pretexto comercial. De esta forma, se puede suplantar la identidad de la víctima y delinquir a placer.

Existe una variante, cada vez más en auge, consistente en hacerse pasar por una empresa determinada e interactuar con otra con la que se mantienen lazos comerciales. Así, se consigue que la compañía a la que se intenta engañar realice una transferencia sin ser consciente de que el dinero acabará volando.

Ofertas de empleo

Parece obvio, pero la desesperación por acceder al mercado laboral ciega a muchas personas. Si hay que pagar de antemano para trabajar, huele a estafa desde lejos. Quizá sea menos frecuente que antaño, pero esta práctica se disparó a raíz de la crisis de 2008. Por aquel entonces, y también ahora, las plataformas de búsqueda de empleo ofrecían un enorme torrente de información. Tan sencillo como analizar la formación académica y profesional de una persona y enviar un correo electrónico ofreciendo el puesto de sus sueños. Bien remunerado, horarios inmejorables, flexibilidad... ¿Quién no lo querría?

Tras un breve intercambio de correos electrónicos, llega el momento cumbre. En muchos casos, el trabajo es en el extranjero o lo suficientemente lejos del lugar de residencia de la potencial víctima como para ir y volver a diario. Tan sólo queda firmar el contrato porque los de arriba tiene claro que ése es el perfil idóneo. Pero hay un problema, un pequeño escollo sin importancia: un pago previo, para unos trámites burocráticos por el viaje o el alojamiento, que posteriormente se reembolsarán. Lo típico en un fraude como la copa de un pino.

Compras online

También aplicable a inversiones 'seguras' para hacerse rico sin moverse desde casa (ojo con los criptobros y demás calaña). Nos encontramos ante un modalidad entre particulares en el que uno da pero nunca recibe. La relación puede establecerse a través de diferentes vías: páginas de segunda mano, de subastas e incluso tiendas online completamente falsas que simulan ser la verdadera cambiando una simple letra de la URL.

Este tipo de engaños surgieron prácticamente a la par que el nacimiento del comercio digital. Para evitar perder dinero y quedarse sin el producto acordado, lo ideal es recurrir a plataformas de confianza con mecanismos de seguridad. Y no enviar dinero por adelantado bajo ningún concepto si el canal en el que se realiza la compra no ofrece las suficientes garantías. Nunca se sabe quién se encuentra al otro lado de la línea.

En lo que respecta a los pagos, mucho cuidado con Bizum. Puede suceder que el falso comprador avise de que va a realizar el pago por esta vía. Y cuando llega el mensaje, damos a aceptar sin ser conscientes de que en realidad se está autorizando todo lo contrario: regalar dinero a un desconocido.

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