El Correo de Burgos

Cuando el baloncesto rompe barreras: «Nadie está exento de ir en silla de ruedas»

Deporte adaptado e inclusivo con sello burgalés. Chavales y adultos (con o sin discapacidad) conviven, aprenden y se retroalimentan gracias a BSR Cantabria, impulsado por Pablo Miguel López ‘Piti’ y Jennifer Velasco

BSR Cantabria promueve el baloncesto y otros deportes con la inclusión como seña de identidad.

BSR Cantabria promueve el baloncesto y otros deportes con la inclusión como seña de identidad.BSR CANTABRIA

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Volvió a Burgos por Navidad y, de nuevo, se marcó unos triples en la Basketball Christmas Edition que el pasado 27 de diciembre llenó de juguetes el polideportivo de El Plantío. Enfundado en la elástica de su querido BSR Cantabria, Pablo Miguel López ‘Piti’ miraba al aro con la misma confianza que da un buen y viejo amigo; es decir, sin pensar en el acierto o el fallo. Desde su silla de ruedas, la misma con la que juega y transmite valores a sus alumnos, aportó un valioso granito de arena en la cancha mientras visibilizaba el proyecto pionero que inició junto a su compañera Jennifer Velasco allá por 2020, un mes antes de la maldita pandemia. La escuela de deporte adaptado inclusivo que ambos gestionan en Santander se ha convertido, por méritos propios, en referente y ejemplo a seguir dentro y fuera de la región vecina.

Fueron las oposiciones a maestro de Educación Especial las que llevaron a esta pareja burgalesa a tierras cántabras. Nada más llegar, vieron que «no había mucho deporte adaptado». Algo de esquí, boccia y surf, pero nada de disciplinas colectivas. Fue entonces cuando ‘Piti’, exjugador del Servigest y convocado con la Selección Española en un par de ocasiones, se dijo a sí mismo que «esto tenía que salir sí o sí». Tanto él como Jennifer querían estar «a pie de calle con las personas» para demostrar que el baloncesto -o cualquier otro deporte- en silla de ruedas supone una «buena alternativa» para tender puentes y romper barreras. Así nació BSR Cantabria, club y escuela a partes iguales.

Pablo Miguel López 'Piti'.

Pablo Miguel López 'Piti'.BSR CANTABRIA

Costó arrancar, pero ya contaban con ello. Nada imposible para ‘Piti’, cuya trayectoria se sale de lo común. Tuvo que dejar el baloncesto por sus continuas lesiones de rodilla. Un duro golpe del que se sobrepuso gracias a su experiencia docente en escuelas deportivas de Burgos. De ahí pasó, en cuanto se lo propusieron, a encestar en silla de ruedas. El primer día, eso sí, resultó «frustrante». La realidad, por mucho que lo intuyese, fue más dura de lo que esperaba. «La canasta está mucho más alta, tus piernas son tus brazos y llegas a hacer una entrada con los brazos cansados». Completamente «alucinado» por «la velocidad a la que iban los demás», no dejaba de preguntarse: «¿cómo pueden hacerlo tan rápido?». Lejos de rendirse, logró reimpulsar su carrera deportiva. Cuando se quiso dar cuenta, volvía a disfrutar de lo que conlleva «formar parte de un equipo: la disciplina, el pospartido...». A fin de cuentas, «da igual que sea en silla, de pie o en piragua».

El hecho de que un virus desconocido pusiese en jaque a todo el planeta dio al traste con los planes de Jennifer y ‘Piti’. O mejor dicho, los ralentizó. La crisis sanitaria generó «mucha incertidumbre» y la búsqueda de patrocinadores se antojaba complicada, máxime cuando «una silla de ruedas cuesta 2.500 euros en adelante». Afortunadamente, el Servigest cedió unas cuantas y la solidaridad se fue extendiendo desde otros clubes. Cualquier ayuda es buena y en el BSR Cantabria todo se agradece. De hecho, «tenemos sillas que llamamos Frankenstein porque están hechas con trozos de otras sillas».

Los chavales «transmiten unos valores brutales. No se quejan de cosas de las que se quejan otro tipo de niños».

Gracias a este espaldarazo, la escuela se puso en marcha con el objetivo de potenciar de forma gratuita el multideporte adaptado e inclusivo, un concepto prácticamente inexistente en España. Desde la primera toma de contacto, han desfilado por el polideportivo Manuel Llano de Santander una veintena de chavales con discapacidad física. Muchos van y vienen porque «tienen unas extraescolares diferentes al resto y son difíciles de cuadrar», pero «lo positivo es que vamos llegando a más gente». Además, «también vienen bastantes niños sin discapacidad».

Entrenamiento de baloncesto en silla de ruedas para niños con o sin discapacidad.

Entrenamiento de baloncesto en silla de ruedas para niños con o sin discapacidad.BSR CANTABRIA

De eso, precisamente, es de lo que se trata. De fomentar la convivencia a través de la empatía y el trabajo en equipo. Lo mejor, confiesa ‘Piti’, es observar cómo sus pupilos «transmiten unos valores brutales que no se aprenden en ningún lado, valores que no te puedes imaginar». Disfrutan, se retroalimentan y «no se quejan de cosas de las que se quejan otro tipo de niños». Tanto dentro como fuera de la cancha, «ven el mundo desde otra perspectiva, están hechos de otra pasta y necesitan pensamientos positivos para dar la vuelta a la tortilla y aprovechar la situación como se pueda». Son resiliencia en estado puro y los entrenadores, orgullosos, son plenamente conscientes de que «nos queda mucho que aprender y poner en práctica».

Amoldarse a los chavales resultó sencillo gracias, en gran parte, a la experiencia previa de ‘Piti’ en la asociación burgalesa Apapacha Ocio Inclusivo. Con los adultos, sin embargo, fue otro cantar. «El primer año costó. Era un poco pesado ir parando a la gente que veíamos por la calle y contarles nuestra historia, pero ahora mismo estamos sobresaturados», asegura el gerente de BSR Cantabria entusiasmado tras haber conseguido constituir un equipo de baloncesto del que él mismo forma parte. Y en vista de la buena acogida, ya se plantea la opción de «crear en el futuro otras disciplinas como balonmano».

Mientras tanto, el club realiza exhibiciones de baloncesto y actividades en centros escolares para visibilizar la discapacidad y trasladar un mensaje duro pero realista: «Mañana puedes ser tú, nadie está exento de ir en silla de ruedas». Por otro lado, ‘Piti’ considera que «hay que ser objetivos y críticos y no llamar a todo inclusión porque se está usando ese término para vender productos a nivel social que no son inclusivos». Llegados a este punto tan necesario y reivindicativo, no está de más subrayar la necesidad de seguir eliminando las barreras arquitectónicas. En este sentido, la normativa y la concienciación parecen ir de la mano, aunque siempre se puede mejorar.

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