Durante la misa crismal presidida por el arzobispo, Mario Iceta, los curas renovaron sus promesas sacerdotales y a continuación el pueblo de Dios oró por ellos y por el arzobispo, según informa la diócesis. Tras la comunión, el arzobispo consagró el santo crisma y bendijo el óleo de los catecúmenos y el de los enfermos.
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La misa crismal, un día grande para la iglesia
La denominación de misa crismal proviene de la consagración de los óleos destinados a los sacramentos del bautismo, confirmación y ordenación, así como para la unción de los enfermos.
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La misa crismal, un día grande para la iglesia
La Misa Crismal se celebra en la Catedral de Burgos cada Miércoles Santo y es uno de los acontecimientos de mayor importancia cada año para los ordenados y el resto de los fieles de la diócesis.
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La misa crismal, un día grande para la iglesia
El nuevo crisma y el óleo de los catecúmenos se utilizan en los sacramentos de iniciación durante la noche pascual.
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La misa crismal, un día grande para la iglesia
El arzobispo, preside la Misa como pastor de todas las parroquias dentro de su diócesis, acompañado por su presbiterio, diáconos, ministros y laicos, representando la unidad de la Iglesia Católica
En su homilia durante la celebración de la misa crismal el Miércoles Santo en el altar mayor de la Catedral, Iceta explicó ante una nave central repleta de sacerdotes que «no hay que confundir esperanza con optimismo.
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Iceta también recordó a los congregados ante el altar mayor de la Catedral y por extensión al resto de los sacerdotes de la diócesis, que todos ellos son «hermanos» y por ello les pidió que se ayuden «los unos a los otros, como los apóstoles, apreciando nuestras diferencias y también nuestros dones».
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Al finalizar su homilía, el arzobispo burgalés concluyó exhortando a los sacerdotes a «no tener miedo a remar mar adentro», a la vez que les mencionaba la importancia del trato personal en la pastoral.
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Durante la ceremonia, se consagra el santo crisma y se bendicen los demás óleos, simbolizando la comunión entre el Obispo y sus presbíteros en el sacerdocio de Cristo.
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El optimismo es una cuestión psicológica, pero la esperanza es la certeza de que el Señor lleva adelante la historia y ha abierto de par en par las puertas del Cielo para nosotros», proclamó el arzobispo.