El Correo de Burgos

Los cierres de pequeños comercios (en el centro y Gamonal) preocupan al sector

La falta de relevo generacional y la fuerte competencia de la venta online complica el futuro de los pequeños empresarios que llaman la atención por la subida de los alquileres y reclaman apoyos institucionales

Una zapatería histórica de la Plaza Mayor, Calzados Ruiz, cerrará próximamente por jubilación, igual que Tilbury en la calle Santander.

Una zapatería histórica de la Plaza Mayor, Calzados Ruiz, cerrará próximamente por jubilación, igual que Tilbury en la calle Santander.Óscar Corcuera

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El cierre de al menos ocho comercios dedicados al equipamiento personal (ropa y calzado) en pleno centro de la ciudad que se concentrarán entre finales de este año y principios del que viene preocupa al sector, ya que en este último trimestre del año se ha registrado alguna otra clausura de establecimientos de los de «toda la vida».

«Son muy malas noticias para terminar este 2024», indica el concejal socialista Julián Vesga, gran conocedor por su experiencia profesional de esta actividad y que en el Pleno municipal del pasado viernes solicitaba al equipo de Gobierno más medidas de promoción del pequeño comercio en lo que considera un momento crítico, a pesar de estar en plena campaña navideña. «Hay casos de gente que se cambia de actividad, intenta irse a una fábrica porque la tienda es muy esclava», apunta.

Es cierto que muchos de los que cierran son por jubilación, por tanto, sus dueños han desarrollado la actividad durante décadas, pero es momento de reflexionar sobre la falta de relevo generacional y un modelo de compras como es el online que se presenta como una competencia muy dura para el pequeño comercio.

La presidenta de la Asociación de Centro Burgos, Patricia Gil, señala que «unos se jubilan, otros cambian de sector, hay comercios que no funcionan y a ello se añade que nuestros horarios son complicados», explica, a la vez que señala que también grandes marcas están abandonando la ciudad. «Es un sector complicado», resume Gil.

Entre los cierres conocidos por jubilación están tiendas como Varón, Calzados Ruiz y Tilbury. Por su parte, El Zoco, en plaza de España, ve complicado continuar con las futuras obras de derribo del Mercado Norte que conllevan la colocación de un vallado de envergadura. Todos ellos son pequeños comercios, mientras que se suma el cierre de Oysho, en la calle Santander, del grupo Inditex, y la franquicia de Benetton, en la plaza del Cid, con unos 30 años de trayectoria en la capital burgalesa. En este último caso, cierran 33 tiendas en toda España y alrededor de 500 en todo el mundo, por lo que solo van a quedar las de las grandes ciudades

En la Plaza Mayor en estos últimos meses también clausuró sus puertas la confitería Alonso de Linaje y otro local de hostelería, donde se encontraba el bar La Sirenita, lleva sin uso varios años. Son locales que se quedan vacíos en plena «milla de oro», en el corazón comercial de la ciudad, explica Julián Vesga, que es conocedor del cierre de otra lencería, en este caso en Gamonal. «Antes era impensable que hubiera locales cerrados en la milla de oro», observa.

La presidenta de los comerciantes no quiere ser del todo pesimista con la situación, por lo que transmite que también se abren tiendas y señala que otros emprendedores pueden llegar a los establecimientos que están a punto de cerrar. «Los que se jubilan ahora han tenido comercios rentables y puede llegar gente que lo vea como una oportunidad, igual sería necesario acompañar a los nuevos emprendedores», explica.

Lo complicado de cara a mantener la actividad o abrir nuevos espacios, según expresa, son los precios de los alquileres, especialmente en el centro de la ciudad. «Cuando se te acaba el contrato, la verdad es que te echas a temblar», explica la empresaria burgalesa, que señala que en personal y alquiler es donde se concentran los gastos que hay que cubrir teniendo buenas ventas. Indica que conoce casos en los que la negociación con los propietarios no ha ido bien y los comerciantes se ven obligados a dejar la actividad porque «te puede el desánimo», si te piden incrementos de un 30 o un 40%, en contratos que se renuevan por ejemplo a los diez años. Según describe, el mercado está ahora mucho más alto.

Tras el momento complicado con la pandemia, entre 2020 y 2021, la actividad se consiguió recuperar, pero la gran amenaza del pequeño comercio es la venta online y la llegada de grandes cadenas con las que es más difícil competir por precios y por horarios de apertura.

También opina que hay un público que está cansado de las compras online y que están volviendo a la tienda física donde puedes probarte las prendas y recibir un asesoramiento personalizado, pero la preocupación son los jóvenes que casi no conocen otra forma de comprar. De esta manera, hace un llamamiento a los profesionales a modernizarse y a estar presente en las redes para captar a clientes de entre 20 y 35 años.

Gil y Vesga coinciden en afirmar que el pequeño comercio aporta otras cosas a la ciudad, además de sostener puestos de trabajo y mantener espacios abiertos, son establecimientos especializados y únicos. Según concreta Gil, «vas a las grandes ciudades y todas tienen las mismas tiendas, las grandes marcas lo han inundado todo y, al final, resulta impersonal».

La presidenta de Centro Burgos hace ver que en la capital existe un comercio con buenos profesionales, muy especializado y que te ofrece una atención adaptada a cada cliente.

Más apoyo

Vesga considera que es importante el apoyo de las instituciones a la hora de instaurar medidas de apoyo al comercio local. «No vale cualquier cosa, sino que hay que planificar a largo plazo y gastar el dinero en campañas que de verdad aporten. Poner vallas no vale de nada», señala.

Para el edil socialista es importante definir qué modelo de ciudad se quiere, si el americano de ir a comprar a superficies gigantes tirando de vehículo particular, o el europeo en el que en las ciudades hay comercio de proximidad. En este sentido, recuerda que el Ayuntamiento todavía no ha pagado a los comerciantes 400.000 euros de la campaña de bonos al consumo que terminó el 9 de diciembre.

Desde el punto de vista de Patricia Gil, «comprar es una forma de ocio que se compatibiliza con el turismo. Vas a una ciudad, ves sus monumentos, comes y te vas de tiendas», asegura, a la vez que hace un llamamiento a no perder esas costumbres, ni la esencia de las ciudades.

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