El CEO de la Dance World Cup y su entrañable vínculo con Burgos: «Pasé un mes en coma y me cuidaron muy bien»

A punto estuvo de no contarlo. Quién le iba a decir a John Grimshaw, presidente de la Dance World Cup, que Burgos le marcaría para siempre cuando apenas tenía 12 años. Por la intrínseca belleza de la ciudad, a la que ha vuelto en multitud de ocasiones, pero también porque fue aquí donde le salvaron la vida tras sufrir una intoxicación por aceite de colza. La misma que, en 1981, causó alrededor de 5.000 víctimas mortales y afectó gravemente a más 20.000 personas. 

De vacaciones con sus padres, a Grimshaw le encantaban los donuts. Jamás hubiese imaginado que uno de los que se comió llevaba aceite adulterado. Menos aún que ingresaría de inmediato en el antiguo hospital General Yagüe debatiéndose entre la vida y la muerte. 

«Pasé un mes en coma y me cuidaron muy bien», recuerda el CEO de la Dance World Cup visiblemente entusiasmado un día antes del pistoletazo de salida de la competición en Burgos, que no duda en calificar como «una de las ciudades más hermosas de España». 

Echando la vista atrás, Grimshaw recuerda con cariño aquella primera visita e incluso bromea al señalar que «eso hizo que me perdiera un mes de colegio». Lo que está claro es que, desde entonces, Burgos ocupa un lugar importante en su «corazón» y le encanta volver cada vez que tiene ocasión. Por no hablar de lo mucho que le gusta la gastronomía local, todo un punto a favor. 

Resulta evidente, a tenor de esta entrañable historia, que Grimshaw ejercerá en cierto modo de anfitrión hasta el 12 de julio. De hecho, asegura que «todos los participantes están muy contentos y deseosos de conocer Burgos». Y espera que la Dance World Cup vuelva a celebrarse en la ciudad, en 2031, si se obtiene el título de Capital Europea de la Cultura.