Burgos, la tercera ciudad de España donde más sube el alquiler de habitaciones
El pasado mes de julio se pagaba una media de 330 euros, un 16,5% más que el año anterior. La reconversión de salones en dormitorios es «más que habitual» para obtener un mayor rendimiento económico

Cartel de alquiler en un piso de Burgos capital.
Se trata de la opción más económica. O del único remedio, más bien, para un amplio grueso de la población en España. Hablamos del alquiler de habitaciones, una opción muy demandada en un mercado cada vez más tensionado. Con los precios subiendo progresivamente, un estudio del portal inmobiliario Fotocasa revela que Burgos fue, el pasado mes de julio, la tercera ciudad del país donde más se encareció el arrendamiento.
De media, siempre según los datos que maneja Fotocasa, alquilar una habitación en la capital burgalesa el pasado mes de julio conllevaba un coste de 330 euros al mes. Es decir, un 16,5% más que el año anterior. Tan solo Castellón de la Plana (308 euros) y Jaén (281) se sitúan por encima con subidas del 21,9 y del 18,3%, respectivamente.
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A tenor de estos datos, se puede apreciar que el precio por habitación en Burgos supera la media de Castilla y León, que en julio alcanzó los 318 euros tras experimentar un incremento interanual del 13,6%. A falta de información sobre lo que se paga en Palencia, Segovia, Soria y Zamora capital, se observa cómo Valladolid lidera el ranking regional con un desembolso de 342 euros mensuales mientras León se encuentra prácticamente a la cola con 305. Entretanto, el arrendamiento en Ávila se cifra en 325 euros.
Debido en gran parte a su indiscutible capacidad de atracción estudiantil, Salamanca es la capital de provincia de Castilla y León donde el precio por habitación es más bajo. 301 euros de media la mes pese a sufrir un encarecimiento del 9,4% de un año a otro. Aun con todo, el informe de Fotocasa indica que se trata de la decimocuarta ciudad más barata, dentro de este concepto habitacional, del país.
A nivel autonómico, la subida del alquiler también es palpable en términos generales. En julio, la media por habitación ascendía a 318 euros, un 13,6% más en relación al mismo mes en 2024. Cabe señalar, además, que el encarecimiento se sitúa en el 20% si establecemos la misma comparativa respecto a 2022.
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Resulta evidente que los alquileres se encarecieron sobremanera a raíz de la pandemia del covid-19. De acuerdo a las cifras que maneja este portal inmobiliario, el acceso a una habitación conllevaba un coste medio de 214 euros allá por 2020. La variación en relación al pasado mes de julio, por lo tanto, supera el 48%.
Ojo al dato, porque esta opción de alquiler se mantenía prácticamente intacta hace una década. En 2015, arrendar una habitación costaba, al menos en Fotocasa, una media de 213 euros al mes. La diferencia respecto ahora, tomando como referencia esta estadística, supera el 49%.
«Como mínimo un año»
No lo tuvo fácil Daniel, oriundo de Segovia y residente en Burgos desde hace un par de años, a la hora de encontrar piso. Le costó algo más de un mes alquilar una habitación y, a día de hoy, paga lo mismo que al principio: 330 euros «con gastos incluidos». Sin embargo, los últimos compañeros en llegar abonan 350.
«Los caseros buscan a gente que se quede como mínimo un año», asegura este joven ingeniero con conocimiento de causa. En su búsqueda de vivienda por la capital burgalesa, comprobó que los arrendadores apuestan por contratos de larga duración. De hecho, una de las habitaciones del piso en el que se reside ha permanecido libre durante todo el verano por este motivo.
No suele ser lo habitual. Raro es que un inquilino se mude y su habitación tarde en ocuparse. La demanda es tan elevada que, por norma general, los caseros tardan menos de 24 horas en recibir ofertas. Daniel, por ejemplo, recuerda el anuncio de un ático a muy buen precio al poco de llegar a Burgos. Se acababa de publicar y llamó de inmediato, pero le comunicaron que «ya estaba reservado».
Aunque reconoce estar «contento» con la relación calidad-precio de la vivienda que comparte con otras tres personas, Daniel echa una ojeada de vez en cuando a las principales plataformas inmobiliarias para tantear el terreno. Hace poco se topó con una habitación que se alquilaba por 250 euros, toda una ganga tal y como está el panorama. Sin embargo, no le merecía la pena porque el piso en cuestión es «mucho más viejo» y en peor estado que el suyo.
Hay un aspecto llamativo que este ingeniero segoviano no pasa por alto. El domicilio en el que reside carece de salón. Nada más verlo, intuyó que había sido reconvertido en dormitorio para sacar mayor rendimiento económico al alquiler. Lo que parecía una anécdota se ha convertido, tal y como ha podido constatar, en una práctica «más que habitual».
Así se lo han hecho saber varios de sus compañeros a lo largo de estos dos años de convivencia. Lo bueno, en su caso, es que tanto la cocina como las habitaciones son «bastante amplias». Por lo tanto, la única estancia común que les queda es la cocina.
Por debajo de 600 euros , los «típicos áticos» que se asemejan más a un zulo que a una vivienda.
Daniel se ha planteado alguna que otra vez la posibilidad de alquilar un piso para él solo. El problema, obviamente, reside en los precios. Raro es toparse con una vivienda por menos de 650 euros al mes. Y si la hay, lo normal es que sea «sin gastos».
Por debajo de 600, los «típicos áticos» -muchos de ellos, que antaño no lo eran, convenientemente remodelados para tal fin- que se asemejan más a un zulo que a una vivienda. Y si se trata de una alternativa habitacional en condiciones, como debería ser, los precios se disparan. En este sentido, una comparativa de las principales plataformas inmobiliarias del país revela que en Burgos, de media, se pagan 800 euros al mes.
Ante este panorama, no es de extrañar que el alquiler de habitaciones sea la única opción factible para tantos y tantos jóvenes que no pueden hacer frente a la adquisición de un piso en propiedad. No obstante, existe preocupación en el sector inmobiliario porque la balanza entre ingresos y gastos de los inquilinos es cada vez más ajustada, por no decir insostenible en muchos casos.