Emiliano Aguirre, el visionario de Atapuerca
Llegó en 1978, tras el hallazgo de Trino Torres de los primeros fósiles de la Sima. Vio en la sierra «singular sistema de cuevas» como un «verdadero libro abierto» sobre evolución humana

Imagen de Emiliano Aguirre en Atapuerca en 1990.
Este domingo, 5 de octubre, se cumplen cien años del nacimiento de Emiliano Aguirre, un hombre clave en el estudio de la paleontología española y, también, el visionario que vio un «verdadero libro abierto donde se podría disfrutar y aprender mucho-con visitas bien guiadas-, sobre todo cuando se lleven a cabo excavaciones metódicas». Estas eran las apreciaciones que en 1976 realizaba a la Reina Sofía, aficionada a la arqueología, y a quien le cuenta sobre «el hombre fósil de Burgos» y l a intención de «promover las investigaciones en el lugar». Reconoce que «éstas han de ser caras, pero valdrán la pena».
Aguirre dirigía la tesis de osos de Trino Torres y encontró una docena de fósiles humanos, entre ellos la mandíbula ATA-01. No pudo caer en mejores manos. Quizás el paleontólogo con una visión más moderna de la especialidad habida cuenta de su participación en excavaciones en el extranjero. «Hay muchas cartas de Emiliano Aguirre, desde el 68 cuando va a excavar a los yacimientos de Sudáfrica, con Raymond Dart, que descubrió el Australophitecus africanus, con los Leakey, hay relación epistolar con los mejores arqueólogos, paleontólogos, geólogos… Iba mucho a Rusia, tiene cuadernos de cómo aprendía ruso…», recuerda la responsable del Centro de Investigación Emiliano Aguirre de la Fundación Atapuerca, Victoria Moreno Lara. Trabajo con Clark Howell en Ambrona y Torralba, en yacimientos en el extranjero donde «había asumido la tradición anglosajona de excavación, muy diferente a lo que se hacía entonces en España, eran equipos más multidisciplinares y Emiliano Aguirre vio lógico en Atapuerca replicar ese modelo que había visto», explica Moreno.
Su correspondencia, sus escritos y sus dibujos se conservan en el archivo del Centro de Investigación tras la cesión de la Fundación Paleontológica Emiliano Aguirre de su fondo documental. Entre los archivos que se conservan y que ya se pueden consultar en la web de la Fundación Atapuerca, hay originales manuscritos, copias mecanografiadas, preparación de clases, artículos científicos y congresos y cuadernos de campo. A los de Atapuerca, en libro manuscrito desde 1978 hasta 1990, se añade también los diarios de excavación de la misión arqueológica de Nubia (1963), estudios de materiales óseos de Kenia y Sudáfrica (1968), notas de estudio de materiales óseos de Kenia y Sudárica en 1968, notas del estudio de homínidos de África oriental (1977) o las excavaciones que realizó en Gándaras de Budiño (Pontevedra) y Torralba y Ambrona (Soria). Moreno, que llegó a excavar en Atapuerca bajo la dirección de Aguirre, y que ahora ha revisado su fondo documental reconoce su sorpresa por la red de relaciones con científicos internacionales que había creado a lo largo de años en los que la ciencia no era la prioridad en el país. «No sabía que Emiliano era tan internacional los viajes a Rusia en plena dictadura, su participación en a campaña de salvamento de los restos de Nubia», reconoce.

Álbum de fotos de los responsables de las excavaciones, en la sede del centro de investigación.
La sorpresa ha sido descubrir lo buen dibujante que era. «Como no tenía cámara de fotos, cuando iba a los congresos de paleontología en los años 50 hacía caricaturas de los grandes ponentes, se paseaba por Europa, algo que en la época no era común, pero es que hablaba todos los idiomas no tenía problema», cuenta. Estos dibujos a lápiz o bolígrafo se analizaron junto a las diapositivas de su asignatura de Zoología.
En cuanto al desarrollo del trabajo reconoce el esfuerzo por encontrar fondos para las investigaciones y para que los estudiantes e investigadores que trabajaban con él tuvieran con qué vivir. Su intención en Atapuerca era crear una escuela de paleontólogos una ciencia en pañales entonces.
Elección de jóvenes arqueólogos es la clave para el desarrollo posterior de científicos y especialistas que han generado los yacimientos burgaleses. «Emiliano era un avanzado a su tiempo, por el carácter que tenía, siempre echado para delante, tenía una ilusión tremenda te podía hablar del origen de los vinos de la borgoña francesa en el siglo XIII y al siguiente sobre lo que fuera, era un erudito y tenía una visión que no existía en la época», recuerda Marina Mosquera a quien dirigió su tesis. Recuerda que «él tenía el empeño de hacer de este un país avanzado científicamente y fue su tarea podría haber trabajando con los grandes especialistas del mundo cuando empezó en Atapuerca, pero prefirió contar con un joven arqueólogo como Eudald Carbonell, contar con dos paleoantropólogos como eran José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, porque tenía esa intención de formar investigadores», señala.

Carta enviada a la Reina Sofía para informar sobre 'el hombre fósil de Atapuerca' y documentación con especialistas extranjeros.
«Fue un paleontólogo de altos vuelos, un superespecialista, lo que yo siempre he querido ser», explica sobre el Juan Luis Arsuaga. Entre la tercera generación de codirectores algunos han trabajado con él, otros lo conocen por referencias y quien tiene alguna anécdota. Todos coinciden en su amplio conocimiento y en su carácter bromista. «Era un erudito, sabía de todo, un hombre ilustrado con mucha ironía y retranca, pero siempre interesado, no coincidí mucho con el, pero recuerdo que cuando estudiaba los huesos largos de la Sima siempre estaba en contado», recuerda José Miguel Carretero.
María Martinón llegó a Atapuerca cuando Aguirre hacía años que se había jubilado. Realizaba su tesis en el Museo de Ciencias Naturales de la mano de José María Bermúdez de Castro, y recuerda con cariño como le remitió una carta apelando a su origen gallego. «Me sorprendió que una persona como él se tomara tiempo en escribir a una estudiante de doctorado como yo y decía que se había enterado que era gallega como él, que era ferrolano, y que qué buena cosa que nos unía además del estudio del origen de los europeos, yo creo que es un ejemplo de su humanidad y su cercanía como persona que te hacía sentir en casa», cuenta la hoy codirectora y directora del Cenieh. Un erudito y el padre del equipo científico de Atapuerca que ya atesora cinco especies extintas de homínidos y que han retrasado hasta hace más de 1,2 millones de años la ocupación de homínidos en Europa. El siempre se mostró muy agradecido a Atapuerca. «Esperaba mucho de la sierra, Atapuerca me ha dado mucho más», decía hace 20 años. Hoy su legado ya se puede consultar.