El Correo de Burgos

TROTABURGOS / LOS BALBASES

Dos hermanos bien avenidos

La localidad la configuran dos barrios que gobiernan cada uno de los lados de la carretera que las comunica, presidida por la historia que emana pétrea del pequeño puente romano

Una espléndida  vista del pueblo y la iglesia de San Esteban desde su ‘hermano vigilante’, el templo de San Millán.-ECB

Una espléndida vista del pueblo y la iglesia de San Esteban desde su ‘hermano vigilante’, el templo de San Millán.-ECB

Burgos

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El municipio de Los Balbases vive tranquilo dejando de lado la rica historia pasada que le recuerda en los documentos como una de las villas elegidas por la nobleza, entre los que no faltaban durante la época de verano -según los expertos- Doña Berenguela y sus amistades entre otros muchos.Clase y lujo del que perviven hoy, un excelente muestrario de edificaciones pétreas que hacen fácil al visitante imaginarse a la alta alcurnia medieval descansando en sus casas solariegas o paseando entre sus puertas-arco que hoy siguen dando la bienvenida a los visitantes.Pero sobre todo, sus dos grandiosas iglesias que vigilan inmensas desde cada uno de los dos barrios que componen la villa, que como hermanos bien avenidos comparten campo burgalés, carretera que los comunica medio centenar de kilómetros más allá con la capital dan lugar a Los Balbases en sí. monumentales iglesias, y un pequeño puente de piedra, testigo de un pasado romano.Las dos edificaciones religiosas, dedicadas respectivamente a San Millán y a San Esteban dando a su vez nombre a cada uno de los barrios, pueden presumir de gozar de la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC), desde tiempo atrás, así como de contar en su interior, con sendos retablos de gran belleza.Elementos de piedra que se sumergen en el paraje natural que rodea el conjunto, donde el cereal es gran protagonista, así como las aguas del Arlanzón que no transcurren demasiado lejanas. Estrecho  nexo natural al que se suma el paso por la villa de la vía pecuaria, que aunque en menor volumen que décadas atrás, sigue acogiendo cada año rebaños que trashumantes recorren los parajes españoles.Tranquilidad de la que hace gala la villa, que con cariño recupera sus tradiciones ancestrales, entre las que destaca la fiesta del sejo o las patronales de la Virgen de Vallehermoso. con los que despiden al estío y dan paso al descanso tras la cosecha.

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