El Correo de Burgos

Más del 60% de los represaliados de Valdenoceda residían en Ciudad Real

Las familias de Julián González y Mamerto Redondo esperan los resultados de las pruebas de ADN para cerrar una herida que lleva décadas abierta / Murieron, supuestamente, por enfermedad en el 41

Homenaje a los represaliados en Valdenoceda tras la exhumación, hace más de 10 años, de 114 cuerpos.-EXHUMACIÓN VALDENOCEDA

Homenaje a los represaliados en Valdenoceda tras la exhumación, hace más de 10 años, de 114 cuerpos.-EXHUMACIÓN VALDENOCEDA

Publicado por
DIEGO SANTAMARÍA
Burgos

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Es la crónica negra del dolor compartido de dos provincias una vez concluida la Guerra Civil. La trágica conexión entre Burgos y Ciudad Real nace en la antigua prisión de Valdenoceda, donde más del 60% de los represaliados por el franquismo procedían de tierras manchegas. De momento, los grupos en defensa de la Memoria Histórica no han sido capaces de hallar un «hilo conductor» que ayude a explicar este fenómeno. Sin embargo, los archivos penitenciarios y las actas de defunción así lo demuestran. Con nombres, apellidos y localidades de origen.Es probable que parte de esos presos naciesen en Andalucía y se instalasen en Ciudad Real para «trabajar en las minas de Almadén», sostiene el presidente de la Asociación de Familias de Represaliados de Valdenoceda, José María González. Es una mera hipótesis, aunque tiene su lógica por la cercanía de esta localidad a la provincia de Córdoba. No fue el caso de Julián González y Mamerto Redondo, dos jornaleros que acabaron dando con sus huesos en la cárcel por el clásico motivo alegado durante los consejos de guerra franquistas:«excitación a la rebelión».La localización de los familiares de Julián González, natural de Almagro, se produjo «por casualidad». Coincidiendo con la entrega de los restos mortales de Santos Merino y Antonio Bailón -oriundos de Carrión de Calatrava y Manzanares, respectivamente- el pasado 14 de abril, un periodista ciudadrealeño se hizo eco de la noticia. Tan solo unos días más tarde, mientras Exhumación Valdenoceda seguía inmersa en su búsqueda a través de las redes sociales, ese mismo redactor contactó de nuevo con el presidente de la asociación para comunicarle que los datos facilitados sobre González concordaban con los de la madre de una compañera suya. «Podemos estar equivocados, pero coinciden los apellidos, el nombre de la mujer de Julián y la calle donde se supone que vivía cuando lo detuvieron». Estaba claro, a falta de «identificarlo por ADN», que era él.Lo más sorprendente de esta historia es que los descendientes de Julián González estaban convencidos de que «se lo habían llevado al Puerto de Santa María». Se lo contaron en persona al presidente del colectivo memorialista dos de su familiares el pasado mes de julio en Almagro. Tampoco sabían, aunque pudiesen intuirlo, el motivo de su detención y la pena impuesta tras un juicio sumarísimo:«seis años y un día de prisión mayor».Por desgracia, como tantos otros miles de reclusos en todo el país, nunca logró salir. Julián González falleció el 12 de abril de 1941, con 58 años, por una supuesta «colitis epidémica». Casado y con tres hijos, carecía de antecedentes penales.En estado  «shock»El último reencuentro entre Burgos y Ciudad Real tuvo lugar hace apenas un par de semanas. La asociación informaba de la localización de los familiares de Mamerto Redondo, vecino de Fuencaliente y jornalero de profesión al igual que Julián González. El mismo día del anuncio, Exhumación Valdenoceda enviaba un kit para tomar una muestra de saliva con el objetivo de iniciar el proceso de extracción de ADN.El hallazgo en este caso fue posible gracias a la implicación de un grupo de voluntarios que recientemente han constituido un grupo en defensa de la Memoria Histórica en Fuencaliente. Fueron ellos, tal y como relata González, quienes se pusieron «manos a la obra» hasta dar con la única hija de Redondo que todavía vive. La mujer, nonagenaria, sufrió un «pequeño shock»al recibir la noticia. No es para menos, pues tan solo tenía tres años cuando detuvieron a su padre.Mamerto Redondo ingresó en el penal de Valdenoceda a finales de septiembre de 1940. Casado y con cuatro hijos, tampoco tenía antecedentes penales. No llegó a cumplir 365 días en prisión, ya que falleció el 23 de agosto del año siguiente por una enfermedad «purulenta». Al menos esa fue la causa confirmada en la certificación facultativa recogida en su acta de defunción. Con su muerte, las autoridades franquistas dejaban una mujer viuda y cuatro hijos de entre 12 y tres años. Él tenía 37.Gracias a este trabajo de difusión, los nietos y bisnietos de Mamerto, repartidos en diferentes puntos de España, se han mostrado muy interesados en recuperar sus restos y conocer, en la medida de lo posible, las causas de su fallecimiento y las razones esgrimidas por los ejecutores del golpe de Estado en el 36 para apresar a Mamerto Redondo. Ahora lo que toca, antes de la entrega, es «cuadrar el ADN», precisa González.Siempre «en marcha»Las redes sociales se han convertido en la herramienta más efectiva para que la Asociación de Familias de Represaliados de Valdenoceda pueda contactar con los descendientes de aquellas personas que fallecieron en la cárcel burgalesa. Mientras tanto, el colectivo ha conseguido identificar 65 de los 114 cuerpos exhumados hace más de una década. El problema, según apunta González, es que todavía restan casi una treintena de familias por localizar, lo que dificulta los trabajos para «cotejar el ADN».El último llamamiento se difundió la semana pasada. Coincidiendo con el aniversario de su muerte, la agrupación anunciaba su intención de reactivar la búsqueda de los descendientes de Salvador Castro Hernández, vecino de Madrid capital, donde al parecer fue «detenido, juzgado y condenado». Falleció en Valdenoceda, como la mitad de sus compañeros, en 1941.Pese a los esfuerzos de la asociación desde sus múltiples frentes abiertos, lo cierto es que en ocasiones resulta complicado avanzar a buen ritmo. De hecho, el presidente de Exhumación Valdenoceda reconoce que de un tiempo a esta parte se han «ralentizado» las identificaciones por «falta de fondos», si bien es cierto que «no hemos parado nunca». En cualquier caso, no olvida la aportación que en su día realizó la Junta de Castilla y León: 2.000 euros con los que se pueden sufragar «al menos ocho pruebas de ADN». Ahora, el colectivo permanece expectante ante una posible subvención de la Diputación de Ciudad Real que sería de gran utilidad para seguir financiando estos trabajos.Uno de los momentos clave de Exhumación Valdenoceda se produjo hace un par de años, cuando la «agrupación de personas físicas» se constituyó como asociación con el objetivo de «fijar una cuota entre los socios», captar «aportaciones voluntarias de simpatizantes» e intentar acceder a subvenciones. Poco a poco, sus integrantes lograron liquidar la deuda contraída con el laboratorio, que por aquel entonces ascendía a 4.650 euros.Aparte de las extracciones de ADN y las identificaciones, la asociación quiere «acondicionar» el panteón en el que reposan los restos de los represaliados que, a día de hoy, todavía no han sido reclamados. González sabe que es imposible acometer todos los proyectos previstos de golpe. Lo bueno es que las búsquedas por internet no cuestan dinero y de vez en cuando dan sus frutos. Entretanto, remarca que «siempre hemos estado en marcha». Y así será hasta que logren cerrarse todas las heridas.

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