El Correo de Burgos

La vicepresidenta alude a la «buena prensa» y luego la esquiva en el curso de San Gabriel

Sáenz de Santamaría se acoge a las palabras de Rajoy y Cospedal para evitar las preguntas sobre el caso Bárcenas

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LORETO VELÁZQUEZ / Aranda

Llegó con prisa y se marchó a carreras. Así apareció y se desvaneció ayer la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ponente estelar en el curso de `Prensa y Poder´ que organiza la Ciudad de la Educación `San Gabriel´, en La Aguilera. Y lo cierto es que su comparecencia estuvo en todo momento controlada para que la vicepresidenta solo hablase ante los asistentes del curso. Sin preguntas de los periodistas, solo fotos. Santamaría que sólo se refirió al tema de las jornadas para señalar que «la buena política es indispensable para el bienestar social de un país, como lo es el buen periodismo», precisamente esquivó a este último oficio. En una velada alusión a la prensa y al poder, concluyó su exposición con las palabras de Churchill: «siempre es mejor hacer noticias que leerlas»; y ella prefirió ayer no ser noticia.  En un atropellado tapón de pasillo, que los escoltas de Santamaría resolvieron a empujones, la política se vio atosigada por las preguntas del caso Bárcenas y la anunciada moción de censura de la oposición. Para salir del apuro, se limitó a reiterar su confianza en la justicia y se acogió a las declaraciones del presidente Rajoy y la secretaria del PP, María Dolores de Cospedal, sobre tan espinoso escándalo. Una ponencia mitin La vicepresidenta prefirió centrar su breve ponencia en detallar el inventario de reformas que ha emprendido el Gobierno de Rajoy y lanzar un mensaje muy mitinero cargado de alentadores augurios económicos. Remarcó la importancia de seguir apostando por las reformas iniciadas hace 18 meses para sacar adelante un país que se enfrenta a retos abundantes y muy difíciles y que «exige para todos altura de miras para contemplar un horizonte que recupere el crecimiento económico, el empleo y el bienestar». Con una confianza plena en las posibilidades del país, la vicepresidenta defendió la agenda reformista «más ambiciosa y profunda de toda la democracia». A su juicio, es crucial seguir luchando contra los desequilibrios del déficit público, la rigidez del mercado laboral y la pérdida de competitividad; «desequilibrios que se proyectan más allá de nuestras fronteras pero que condicionan nuestro horizonte». «No podemos trabajar solos», insistió convencida de que debe darse una mayor integración y coordinación en la Unión Europea. La vicepresidenta apuntó detalles que animan a la esperanza. «El terreno ya no es tan movedizo  como cuando llegamos hace 18 meses», subrayó porque «las perspectivas han cambiado». «España vuelve a ser un país de fiar, que cumple sus compromisos como se demuestra en el esfuerzo por la consolidación fiscal». Ante el mayo reto, el paro, afirmó que crear puestos de trabajo continúa siendo la prioridad y «por ello, ni cambiaremos el rumbo marcado ni retrocederemos en nuestros pasos: la senda reformista no se para». Bajo esta perspectiva, el Gobierno intensificará este compromiso con la consolidación fiscal, el déficit público, el control presupuestario y apostará por la Ley de Transparencia y la reforma de las administraciones públicas, para ahorrar en cuatro años, 37.700 millones de euros. El desarrollo de las pequeñas y medianas empresas también será prioridad con medidas que favorezcan el acceso a la financiación así como la Ley de Emprendedores que permitirá a los autónomos pagar el IVA una vez cobradas las facturas. En educación, defendió la reforma legislativa para acabar con la tasa «intolerable» de abandono y fracaso escolar.

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