El Correo de Burgos

Aranda de Duero

Indignación por el retraso de la obra de los Jardines de Don Diego. “Nos está matando”

Vecinos, comerciantes y hosteleros piden que se abra al menos una parte

Tras una primera prórroga la obra debía haber terminado ya

Tras una primera prórroga la obra debía haber terminado yaLoreto Velázquez

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Aranda

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Están hartos. El nuevo retraso de la obra de los Jardines de Don Diego de Aranda de Duero cae como un jarro de agua fría en vecinos, comerciantes y hosteleros. “¿Cuánto más tenemos que esperar? Porque todos vemos cómo está. Quedan todavía muchas cosas por hacer, como la acera de la antigua parada de taxis o la parte trasera del hotel Julia. Es una vergüenza”, lamenta un vecino.

Todos coinciden: “gran parte del retraso de la obra se debe a que han faltado trabajadores”. “No se ha visto gente. Al principio solo había tres o cuatro y, muchos días, ninguno”, censura un empresario, que prefiere no dar a conocer su nombre, con la esperanza de que el Ayuntamiento tenga en cuenta este perjuicio a la hora de cobrar el IBI de los locales.

Hay que recordar que la obra de los Jardines de Don Diego comenzó en julio de 2023, con un plazo de ejecución de 10 meses. En abril de 2024, la empresa Arpape solicitó la primera ampliación; requería cinco meses más, que le fueron concedidos. Sin embargo, ese plazo expiraba en el presente mes de noviembre, y la obra está lejos de terminar. “Tanta responsabilidad tiene la empresa como el Ayuntamiento, que es el que debe exigir que cumpla los plazos”, rechaza otro vecino, convencido de que, en estas últimas semanas, “se podía haber abierto al menos parte de la plaza”.

Para los hosteleros y comerciantes, esta rehabilitación “nos está matando”. “Yo me tuve que ir a otra zona porque no había forma”, lamenta Marta Martínez Barrios, de la Tienda de Marta. En su caso, su negocio, especializado en ropa y calzado infantil, depende mucho de los pueblos de la Ribera. “Yo entiendo que peatonalizar es importante y hacer jardines, pero en Aranda tenemos un serio problema de aparcamiento, y eso al comercio le hace muchísimo daño”, advierte.

Ya desde su nueva ubicación, en la calle Béjar número 7, Marta se muestra visiblemente preocupada. “La gente de los pueblos está dejando de venir a Aranda. Como no pueden aparcar, van directamente al Alcampo grande a comprar y se van”, sostiene, consciente también del perjuicio que está provocando el cada vez más potente mercado online. “Es una pena, pero si sales a pasear, no hay vida en las calles. Me recuerda a cuando estábamos en pandemia”.

Marta hace un llamamiento a los arandinos y ribereños para que apuesten por el comercio local, “un comercio de proximidad, cómodo y lleno de facilidades” que, además, da seguridad y vida a las calles. “Cada vez hay más locales vacíos”, insiste, sin olvidar también el precio de los locales, que “siguen estando muy caros”, y otros gastos fijos como la cuota de autónomos. “Yo pago casi 400 euros al mes por ser autónoma. Es todo un bucle”.

No ha sido la única. En estos meses de obras, cortes y ruidos, cerró una agencia de viajes, otra tienda de ropa y un bar, que luego ha reabierto con otras personas. El resto ha aguantado como ha podido.

“El primer año de la obra fue el peor. El inicio nos hizo polvo, en pleno verano, y luego llegó la Navidad, y fue tremendo. Hubo tres días que, directamente, no pude abrir porque no podíamos entrar. Sin avisar ni nada, me vallaron el acceso”, lamenta el gerente del asador El Ciprés, Pablo Palomero.

En su caso ha visto cómo durante muchos meses la barra ha caído un 50%. “Yo sé que va a quedar bien y que vamos a tener, por fin, una plaza en condiciones, pero la obra se está alargando en exceso. Ha habido días en los que no había siquiera operarios; luego lo han picado todo, sin hacer un plan de fases que nos pudiese permitir un cierto desahogo”.

Un argumento que comparte desde MaxOcio José Rodríguez. “Es verdad que han sido meses difíciles pero yo espero que veamos pronto la luz porque creo que la plaza va a quedar muy bien”. 

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