Ni lucía ni Martín, el motivo por el que deberías llamar a tu bebé Dioniso o Teodora
El escritor, Ángel Narro, reivindica el peso de Dionisio y Teodoro

El escritor Ángel Narro tiene raíces en Fuentenebro
A la hora de escoger el nombre de un bebé, no siempre es tarea fácil. Antiguamente, el santoral o el sacerdote del momento marcaban el destino del menor. Hoy, la historia ha cambiado por completo. La libertad se impone y, aunque muchos respetan la tradición familiar, otros se dejan llevar por las modas y otros buscan un significado.
También los hay muy originales, como el caso de Lobo, cuyos padres litigaron en Madrid hasta lograr la autorización. Ángel Narro reivindica en su libro ‘Nombres para tu bebé inspirados en la antigua Grecia’ dos nombres muy castellanos, muy ribereños y muy de la España Vaciada: Teodoro y Dionisio. “Son dos nombres de origen griego que han estado muy presentes en nuestros pueblos. Creo que habría que revitalizar estos nombres por su riqueza histórica y significado”, defiende este escritor valenciano con raíces en Fuentenebro (Burgos).
Dionisio, dios del vino, el teatro y la música
Del griego Διονύσιος (Dionýsios), Dionisio significa ‘consagrado a Dionisio’ y tiene como variantes Dennis (inglés), Denys (francés), Dionisi (catalán) y Dionisio (italiano). En la mitología romana equivalía a Baco, dios del vino, la vid, el teatro y la música. Está asociado con la locura divina y el éxtasis báquico. “Su nombre proviene de Dio- (Zeus) y posiblemente Nisa (ninfa o montaña)”, explica este profesor titular de Filología Griega de la Universitat de València.
Aunque el nombre tuvo mucho éxito y se expandió rápido por el Mediterráneo, precisamente por la proliferación del cultivo de la vid, el Instituto Nacional de Estadística (INE) despeja cualquier duda. Las 10.188 personas llamadas Dionisio en la actualidad tienen una edad media de 65 años. En el caso de Dionisia, la edad media de las 4.404 mujeres que lo llevan sube a los 73 años.
En cuanto a Teodoro, del griego Θεόδωρος (Theódoros), significa ‘regalo de Dios’. Tiene como variantes Theodore (inglés), Théodore (francés), Teodor (catalán), Teodoro (italiano) y Doroteo. Ha dado nombre a reyes, santos, filósofos y hasta a una emperatriz. Sin embargo, la historia se repite y, según el Instituto Nacional de Estadística, las 10.225 personas que se llaman Teodoro, a día de hoy, tienen una edad media de 66 años. En el caso de las 7.871 teodoras, la media sube a los 70, igual que los 1.193 doroteos. Las 1.968 doroteas rondan los 71 años.

El escritor Ángel Narro tiene raíces en Fuentenebro
El libro está publicado por la editorial Editorial Rhemata, un sello independiente que comparte con su hermana, Carmen. “Estamos especializados en textos griegos y latinos en formato bilingüe, pero este libro pertenece a una colección de divulgación con temas más generales”.
En el ensayo, el autor propone 100 nombres propios, a través de los que explora la mitología, la literatura, la historia y las creencias de los antiguos griegos con un tono desenfadado y entretenido. “Se pretende ofrecer al lector una muestra lo más representativa posible de nombres inspirados en la Grecia antigua, susceptibles de ser utilizados en la onomástica moderna o ya bien arraigados en nuestra cultura”.
En segundo lugar, se incluye una serie de información veraz acerca de la procedencia, la etimología o la significación de cada nombre, avalada por la experiencia y la investigación en la materia, “huyendo de la fantasía y las incorrecciones que en numerosas ocasiones se incluyen en listados de Internet y otras fuentes”.

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Un mundo de mitos y leyendas
Todo con el objetivo de despertar la curiosidad por “ese maravilloso mundo, tejido a base de mitos, leyendas, realidades y ficciones”. De esta forma, nombres sugerentes como Aura, Bóreas, Gaia o Quirón, conviven en esta obra con otros más usuales como Alejandro, Bárbara, Eulalia, Irene o Jorge. Además, se incluyen otros de larga tradición como Ágata, Demetrio, Dionisio o Teodoro, alguna que otra sorpresa y propuestas de lo más original, siempre con la antigua Grecia como fuente de inspiración.
Él reivindica la libertad. “Nadie debería impedir a nadie poder dar a su hija o hijo el nombre que considere, independientemente de cuáles puedan ser sus motivaciones y siempre que el antropónimo no implique un trato discriminatorio, ofensivo, ridículo o vejatorio para el menor o para otros”, puntualiza, satisfecho porque se han dejado atrás esas tradiciones obsoletas que daban al sacerdote todo el poder de elegir. “La sotana y el alzacuellos les llevó a pensar a algunos que podían obligar, como así hacían, a colocar un María o cualquier otro nombre cristiano, si se quería bautizar a la criatura, con cualquier otro antropónimo fuera de la órbita católica apostólica y romana. La presión añadida no sentaba nada bien”, lamenta.

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Centrado en la investigación desde hace 16 años, este proyecto surgió a raíz del nacimiento de su tercera hija. Con 55 opciones de nombres de origen griego para niña, la pregunta es: ¿por cuál se decantó el escritor? “Elegimos Dafne”, responde, con la mirada puesta en el mito que cuenta cómo Dafne, que era una ninfa del bosque, pidió ayuda a su padre porque el dios Apolo se había encaprichado de ella. Su padre, consciente del poder del dios, la transformó en árbol, concretamente en un laurel, para protegerla.