El Correo de Burgos

"Los tomates de Burgos nada tienen que envidiar a los grandes tomates de España"

Elena Rodríguez es agricultora en el pueblo burgalés de Vllanueva Matamala

Elena Rodríguez Pérez tiene un huerto en el pueblo burgalés de Villanueva Matamala

Elena Rodríguez Pérez tiene un huerto en el pueblo burgalés de Villanueva MatamalaL.V.

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Aranda

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Elena Rodríguez Pérez tiene un huerto en el pueblo burgalés de Villanueva Matamala.  Ella lo tiene claro: “Los tomates de Burgos nada tienen que envidiar a los grandes tomates de España”, presume, al recordar que el clima frío, pero seco, ayuda a controlar las plagas. “Aquí no uso pesticidas, es todo orgánico: jabón potásico, Bacillus… y luego podo bien las plantas para que estén aireadas”.

Terminada la cosecha estival, es tiempo de hacer balance. “Este año lo que mejor ha funcionado son los tomates y las calabazas, que han salido espectaculares, y luego las berenjenas, que aunque salieron con mucho retraso, todavía siguen dando”.

En rentabilidad, el ranking anual está marcado por los tomates de verano y las fresas, las habas y los guisantes de lágrima de primavera. “La gente ya sabe cómo son y, en cuanto salen, vuelan”, termina.

No ha sido una campaña fácil

Dicho esto, no ha sido una campaña fácil. “Este año ha sido especialmente difícil. Ha llovido muchísimo y de forma muy continua, y luego, cuando llegó el calor, lo hizo de forma brusca, que tampoco es bueno. Para colmo, tuve dos pedriscos que hicieron mucho daño, especialmente el del mes de junio. Caían como bolas de golf, nunca había visto algo igual”, relata.

Como consecuencia del intenso granizo, la zona de invernadero –de unos 60 metros cuadrados– se ha roto. “Está lleno de agujeros, así que no queda otra que cambiarlo”, lamenta, a sabiendas de que más allá del coste económico, “que no es mucho”, es el esfuerzo y trabajo que requiere. “Para quitarlo hay que excavar primero y luego hacer otra zanja para poner el nuevo”, subraya a sabiendas de que podía haber sido peor. “Por suerte, la zona tapada con policarbonato protegió bien al semillero, la parte más delicada del huerto”.

Tomates de la huerta de Elena

Tomates de la huerta de ElenaL.V.

Como ha llovido muchísimo, las babosas han dado mucha guerra. "Además he tenido un pequeño ataque de Mildiu, una enfermedad fungicida que hasta ahora no había aparecido. Yo suelo tener más arañas rojas, que este año, en cambio, han dado un respiro”.

Ella empezó con el huerto hace diez años buscando estabilidad. “He creado el proyecto que sigue la filosofía que creo debe ser: productos hortícolas de kilómetro cero, con semillas de especies de la zona para que se adapten bien”.

Su explotación está marcada por la temporalidad de los productos. “En verano tengo casi de todo: berenjenas, pimientos de asar, de freír, piparras, calabazas, calabacines, pepinos... y en invierno es más escaso: brócoli, coliflor...”.

Los pepinos no se llevan con nadie de la familia

En los meses más flojos, en invierno, esta ingeniera técnica agrícola complementa su portfolio con la formación. “Doy talleres en colegios, pueblos, y tengo una asesoría dirigida tanto a agricultores profesionales como aficionados”, explica.

Elena enseña así cómo empezar con un huerto y cómo organizarlo, con las distancias entre plantas y la colocación para que no entren en competencia. “Hay plantas que se llevan bien, pero hay otras que no, como los pepinos, que no se llevan con nadie de la familia”, ríe.

Por el contrario, si siembras albahaca junto a tomates, “te ayuda a controlar los ataques de la mosca blanca”. “En las calabazas y calabacines hay que tener cuidado con la polinización, porque al tener flores machos y flores hembras, necesitas abejas para que lleven el polen. Si no, no crece bien y se quedan amarillos. Por eso es bueno sembrar cerca albahaca, romero, tomillo, caléndulas o salvia, que funciona muy bien cuando tiene flor”.

A la hora de vender, Elena se mueve como pez en el agua en las redes sociales, y sus clientes, todos por venta directa, viven en su mayoría en Burgos, su ciudad. “Suelo subir bastantes vídeos en Instagram (@huertolostulipanes), donde tengo más de 3.500 seguidores, Facebook y TikTok, y así la gente puede ir viendo lo que tengo en cada momento y, sobre todo, cómo lo voy cuidando”.

“Aquí no se tira nada”

Terminada la temporada de verano, lo primero es mover la tierra. Tras el merecido descanso, la actividad se retoma en el huerto en enero con uno de los momentos más importantes: preparar los semilleros con las semillas que ha ido recolectando de su huerto durante el verano. “Aquí no se tira nada. Todo es autosuficiente y sostenible”, sostiene, mientras enseña el vermicompostador. “Echo a las lombrices los residuos del huerto y con ello hacen un abono estupendo”.

El huerto debe su nombre a los tulipanes que tiene. “Este año no ha sido una buena temporada porque, como ha llovido muchísimo, están apelmazados”, lamenta mientras extrae los bulbos. “Ahora prepararé bien la tierra para sembrarlos en un par de meses y que salgan en primavera, en abril o mayo, según el tiempo”, termina.

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