El Correo de Burgos

Literatura / Un nuevo título

«Hay yacimientos que son historia viva y hay que contársela al gran público»

Víctor Fernández anima los hallazgos de la sierra burgalesa en la novela 'La tribu maldita', que presenta el jueves

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

El viento soplaba recio en la oscuridad. Cerca de tres decenas de cuerpos se arracimaban en el fondo de la caverna para combatir el extremo frío que entraba a bocanadas desde el exterior. Solo un cazador, que vigilaba el entorno, permanecía despierto en el umbral. Vestía piezas lustrosas, pero sus dientes castañeteaban por el gélido ambiente reinante y los sobrecogedores aullidos de los lobos.

Con estas palabras empieza La tribu maldita (Temas de Hoy), que se presenta el jueves en el Museo de la Evolución Humana. Un escenario que no aparecía ni en el mejor de los sueños de su autor, el extremeño Víctor Fernández Correas, y, mucho menos, que a su lado estuviera el codirector de los yacimientos de Atapuerca Eudald Carbonell.

La tribu maldita, cuenta el escritor, relata la aventura de un clan que está sufriendo una tremenda hambruna. Uno de sus miembros más veteranos, Anar, dice al resto que en su juventud él conoció un lugar en la tierra donde podrían paliar estas penurias. Hasta allí conducirá a su tribu, pero se encuentran con algo muy distinto a lo que les ha contado Anar sobre este sitio que es el valle de la Sierra de Atapuerca. Vivirán una serie de vicisitudes que terminará con todos los miembros del clan en el fondo de la Sima de los Huesos.

Alguno de los personajes principales que transitan por este relato se construyen a partir de los hallazgos más famosos de Atapuerca como el cráneo nº 5, denominado Miguelón; la pelvis Elvis; el cráneo nº 4, llamado Agamenón o el nº 14, Benjamina. La recreación ha sido ardua.

«Es muy difícil porque las referencias documentales son eminentemente científicas, hay que recurrir a tesis doctorales, acudir a muchas bibliotecas, consultar con los miembros del equipo investigador... Y, sobre todo, hay que visitar en muchas ocasiones la Sierra de Atapuerca para palpar el lenguaje que transmite, los silencios, el arrullo del río Arlanzón y de los arroyos Pico y Vena, de los pájaros... Hay que intentar transmitir esa esencia y una vez que tienes la base documental plasmarla en papel», ilustra Fernández, quien reconoce que sus paseos por el paraje fueron de los más inspiradores: «El silencio, la paz que transmite y la libertad que sientes te animan a ser tú el protagonista de esa aventura, a meterte en la piel de los homínidos que habitaron aquellas tierras, a trasladarte a hace 400.000 años, a ver si te comportarías de la misma manera, si utilizarías las mismas fuentes para beber, si cazarías lo mismo... La sierra da tantas posibilidades que es en sí misma un escenario con un altísimo potencial».

El ejercicio de viaje en el tiempo realizado por el escritor ha sido arduo. Tanto que, en los tres años que ha durado la documentación y la redacción del texto, hasta en dos ocasiones ha sentido la tentación de tirar el manuscrito a la papelera. «Solo cuando ves que todas las piezas encajan te das cuenta de que el trabajo vale la pena, pero la necesidad de retrotraerte tanto en la escala cronológica de la humanidad es bastante duro y complicado».

La tribu maldita se suma a una pequeña lista sobre la Atapuerca novelada. El ejemplo del que tira es de la famosa serie El oso cavernario, de Jean M. Auel, inspirado en las visitas que la autora realizó a Altamira y Atapuerca. Fernández apuesta por seguir esta senda de ficción.

«En España tenemos yacimientos muy importantes que son historia viva y que hay que contarla o, por lo menos, intentar trasladársela al gran público, decirle que son más que fósiles, más que simples restos expuestos para la contemplación», reflexiona el escritor, quien señala que, en principio, no habrá segunda parte de La tribu maldita. La historia es cerrada, aunque admite que según avanzaba en ella le surgían nuevas ideas para una hipotética segunda parte.

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