Facebook alumbra la saga del cabo Expósito

A.S.R. / Burgos

Luis Félix Saralegui presume de amigos en Facebook y ellos han sido los que le han animado en la escritura de Un crimen horroroso, horroroso (Ediciones Hades) y los que le acompañarán hoy en su presentación en la Sala Capitular del Monasterio de San Juan (19 horas), entre otros estará Tuco, que se llevará su organillo.

El autor nacido en Bilbao pero con más de treinta años de residencia en Burgos abrazó la máquina de escribir después de colgar la cámara de fotos, a la que estuvo enganchada toda su vida profesional, con tienda en los soportales de Antón y programa formativo, Click-Clack, en La 2 de TVE, hace ya algunos años. Le dio por ocupar el tiempo libre en inventar historias y volcarlas en la red social. Pronto fue jaleado por sus seguidores. Ellos se reían y el autor, henchido de satisfacción. Tanto gustaron que él siguió, siguió y siguió escribiendo. El primer volumen es el que hoy se presenta, el segundo, Y la mató varias veces seguidas como seis o así, está concluido, y el tercero, Dito tren, aparece en construcción.

Y es que Un crimen horroroso, horroroso es la primera entrega de una saga protagonizada por el cabo Expósito y situada en un pueblo burgalés imaginario, Julastre del Camino.

José Luis Expósito García es el agente de la Guardia Civil recién llegado para sustituir al anterior responsable de la Benemérita, fallecido tras sufrir un accidente.

Los enredos perseguirán al nuevo guardia desde antes incluso de llegar a su destino. Allí se topará con extravagantes personajes y estrambóticas situaciones. Desde las dificultades para dar sepultura al cabo Gutiérrez porque le quieren convertir en beato al asesinato horroroso de una panadera que propicia una investigación. «Es una novela bastante divertida, muy loca», ilustra el escritor novel, quien espera que los lectores se rían como lo han hecho sus amigos del Facebook, donde esta historia llegó antes por fascículos.

Bien claro deja Saralegui que ningún pueblo burgalés inspira estas historias. Que nadie se vea reflejado. Quizás, tal vez, lo pueden hacer los vecinos del municipio alavés en el que el autor pasaba sus veranos de niño, con su cuartel de la Guardia Civil incluido. Dice que esa es la única semejanza.

Salvando mucho las distancias, evidentemente, Saralegui apunta que esta novela se sitúa en la línea los primeros libros de Eduardo Mendoza.

«Mi pasión es escribir. Estoy loco con el tema. Nunca me lo había planteado y es todo un reto», señala quien apenas lleva más de un año escribiendo. Desconoce cuál fue la chispa para que la máquina de escribir empezara a traquetear, pero, una vez más, reconoce la responsabilidad de sus amigos en ello.