La historia del ‘jamanicano’ que se cuela en la cocina del poder

A.S.R. / BurgosPodría haberse llamado como su padre, si lo hubiera tenido; en eso Antonieta era muy tradicional. Sin embargo su mala memoria sobre las circunstancias, en su día, respecto al embarazo, negaba tal posibilidad al bebé. Durante la gestación había descartado los nombres de todos los listeros propios y sugeridos. Ahora, en el eterno alumbramiento, era obvio que no podía estar a otra cosa que en traer al mundo, y cuanto antes, a su pequeñín.... Finalmente, Antonieta llama a su pequeñín Abraham y resulta ser un hombretón negro, que crece en Jamanica y que gracias a su habilidad en los fogones y su inocencia y candidez se cuela en la alcoba del poder.Este personaje protagoniza el nuevo libro de Matilde Sedano Galerón. Tras su infidelidad poética, la escritora burgalesa regresa a la novela, género en el que debutó hace seis años, con ¡Pero cómo es que llegué aquí!, que presenta el jueves en la Sala Polisón del Teatro Principal acompañada por los poetas José Gutiérrez Román y Carmen Krémer, sobrina nieta de Victoriano Crémer (20.15 horas).¡Pero cómo es que llegué aquí! cuenta la historia de este joven, hijo de una prostituta que le llama Abraham para darle la fuerza del personaje bíblico y que vive su infancia en un puticlub, incluso después de la muerte de su madre, donde mantiene la inocencia y la alegría por vivir que le caracteriza como personaje. Su pasión y habilidad en la cocina le abrirá la ventana al mundo de la política, las finanzas y las altas esferas en general.«La novela es un pequeño gran hermano con los poderosos, los banqueros y los políticos en un mundo inventado y con personajes inventados, por supuesto. Es una pequeña travesura del pueblo llano, que se siente sobrepasado por todo lo que está ocurriendo. Es una jugarreta a esta gente que nos maneja», apunta sarcástica la autora, que confiesa que la realidad ha sido una base para escribir este libro, aunque matiza que corre tan rápido que se ha visto incapaz de atraparla.«La perseguía pero ella corría más y tampoco me hacía falta», puntualiza la creadora, que ha estado más de dos años colocando los ladrillos de esta obra, cuyos cimientos construyó hace diez años, durante el tiempo que acudió al taller literario de Enrique Cuesta, en un cuento titulado El regalo real.«La inspiración te puede venir de un mosquito posado en la mano de un señor. Nunca se sabe», bromea Sedano Galerón, que tiró de aquel hilo, y lo tejió, lo tejió, lo tejió y dio lugar a una historia completamente nueva, casi 600 páginas que se articulan en tres partes, que se pueden leer de un tirón o con pausas entre ellas.La madre de la criatura también considera que es un texto con distintas lecturas. Incluso dice más. «Es como una película de Berlanga. Puede gustar al que busca algo ligero, sin más que entretenimiento, y al que quiere algo más profundo, un trasfondo», se lanza y resalta la clave de humor que trufa la trama «sin esquivar episodios crudos, sin maquillaje alguno, cuando los pide la trama».La escritora, atrevida, establece una semejanza con la exitosa El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson -«son muy hermanas, tienen la misma intención y al humor como protagonista»-, y hasta observa pinceladas del Cándido de Voltaire.¿Qué fue de la poesía?Matilde S. Galerón regresa a los brazos de la novela tras un efímero flirteo con la poesía, que hace cuatro años alumbró el libro Café España. Sorbos de poesía. Aunque conserva su rincón en este local, donde coloca y renueva periódicamente versos sobre el piano, se ha alejado de este mundo.«Cuando escribo novela puedo hacer otras cosas, pero la poesía me absorbe completamente, es muy exigente», lamenta y afirma que su futuro en el mercado editorial sigue pasando por la narrativa. Es cauta y espera impaciente la respuesta del público ante esta nueva aventura.Cruza los dedos para que funcione, por lo menos, igual de bien que su ópera prima, El perfil de la serpiente, que, dice, todavía suscita curiosidad entre los lectores, que ya la tienen en las librerías.