El Correo de Burgos

ARTES PLÁSTICAS / REGRESO A LOS ORÍGENES

Mariposas con cuerpo de pincel

El artista bilbaíno formado en Burgos, Javier Martiartu, vuelve a la ciudad en la que expuso por primera vez, con 11 años, para ocupar la sala Círculo Central / En ‘Mi mundo de sueños’ reúne 54 obras entregadas al surrealismo mágico

Javier Martiartu inmerso en su ‘mundo de sueños’, instalado temporalmente en el Consulado del Mar.-SANTI OTERO

Javier Martiartu inmerso en su ‘mundo de sueños’, instalado temporalmente en el Consulado del Mar.-SANTI OTERO

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L. B.
Burgos

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Javier Martiartu, bilbaíno del 67, nació como artista en Burgos siete años después. A la vera del Arlanzón se formó de la mano del escultor local Pablo Barbadillo, que supo ver y avivar sus cualidades, las que ahora le alaba en su regreso a la ciudad que le imprimió carácter y que, rumbo a Alicante, dejó con 19 años. Hoy, afincado cerca, en el municipio vallisoletano de Tudela de Duero, Martiartu vuelve de visita a la que siente como su casa: en Burgos además exhibió por primera vez, con 11 años, una obra en una cita colectiva en el Consulado del Mar. Llega con una maleta cargada de fantasías, materia prima de las 54 obras que lucen desde ayer en la sala de exposiciones Círculo Central.«Continuamos así con la línea que la Fundación Cajacírculo ha marcado para este espacio, reservado a la obra de aquellos artistas locales contemporáneos más destacados. En este caso es, además, una buena oportunidad para descubrir la maestría del protagonista, quizá desconocido para los burgaleses a pesar del fuerte vínculo con esta tierra», explicaba con satisfacción Pedro Torrecilla, gestor cultural de la entidad, en la presentación de la muestra, titulada Mi mundo de sueños.El lema, no obstante, va más allá de la colección reunida para esta ocasión porque preside de hecho su trabajo cotidiano, entregado al simbolismo onírico y surrealismo mágico. Cada trazo, en lápiz o en óleo, suscribe estas tendencias «cada vez más acentuadas y desbordantes, casi sin ninguna barrera», señalaba el propio autor. Y cada detalle tiene su significado: caracolas que hablan de permanente evolución o alas de mariposa con cuerpo de pincel que, cual avatar omnipresente, hablan de él: «Sobre todo en los últimos años. Me identifico con este ser vivo por la transformación que sufre y que yo también he vivido. Es un animal delicado y fuerte a la vez y cuando lo pinto cambio su cuerpo de insecto por un pincel. Es mi forma de representarme».Además de sobre un lienzo, Martiartu plasmas sus sueños en distintos formatos. El verbo fluye inspirado por los títulos de sus obras y la propia piel le empuja a colorear. Dan fe tres grandes retratos de su dominio del bodypainting. La escultura sirve de contrapunto «masculino» a la delicadeza que transmite con el pincel. «Mi obra pictórica es más sensible, en ella tienen mucha importancia la mujer y la naturaleza, son los dos elementos esenciales. La escultura es más ruda. El barro de por sí es más tosco y la forma de trabajarlo más agresiva, menos mágica, sin perder el surrealismo», relataba el artista mientras señalaba en las piezas los ejemplos de su explicación.Obra reciente -incluida una instalación- copa este espacio de descubrimiento que incluye un puñado de piezas más ‘ponibles’ como decoración. «No todo el mundo puede acceder a una obra grande, por dinero o por espacio, y a mi me gusta llegar a todos», apostillaba en la sala que, en este sentido, le servirá de puente para los burgaleses, invitados a zambullirse en el universo de Jesús Martiartu hasta el 24 de julio, de martes a viernes de 19 a 21 horas y sábados y domingos de 14 a 14 horas y de 18 a 21 horas.

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