El Correo de Burgos

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Espiritualidad y arte, ayer y hoy

Rufo Criado vuelve a reflexionar sobre la dimensión mística del hombre en ‘Cristal interior (la herida)’, un proyecto para el Museo de Burgos que establece un diálogo entre su pensamiento contemporáneo y el de sus colegas de los siglos XVI y XVII

Rufo Criado (i.), durante la inauguración de la muestra ayer en el Museo de Burgos, a la que asistieron muchos colegas, representantes de los mecenas y de la sociedad.-Israel L. Murillo

Rufo Criado (i.), durante la inauguración de la muestra ayer en el Museo de Burgos, a la que asistieron muchos colegas, representantes de los mecenas y de la sociedad.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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La espiritualidad, la preocupación por el más allá o el porqué del sufrimiento son sentimientos que persiguen a los artistas de todos los tiempos, a los que vivían en una sociedad que se creía en un valle de lágrimas y actuaban para trascender y a los de la actualidad, donde los sones cristianos ya no marcan el ritmo pero persiste la mística como gran misterio. Rufo Criado vuelve a reflexionar sobre estos términos, pero no lo hace solo. Mantiene un diálogo con las obras de los siglos XVI y XVII del Museo de Burgos. El resultado es Cristal interior (la herida), una propuesta realizada ex profeso para este centro, donde estará hasta el 30 de septiembre.

El creador ribereño se coloca frente a dos autores: Juan de Vallejo y Mateo Cerezo, el Joven.

Con el primero se encierra en el salón de actos y frente al sepulcro de Antonio Sarmiento y María de Mendoza, fechado en 1548, coloca una lona de cinco metros de altura que simboliza un canto a la vida. Entre esta y la muerte, un itinerario de diecisiete baldosas que se amoldan a las del suelo y destacan por sus juegos geométricos y de color.

Esa reflexión interior sobre la dimensión espiritual del hombre en los siglos XVI y XVII se materializa igualmente en un segundo espacio, en la sala de exposiciones temporales, y con el Ecce Homo, de Mateo Cerezo, como pieza principal. Da lugar a un conjunto de obras que juegan con fragmentos de otras de la misma época hasta llegar al punto culminante, al misticismo, al vivo sin vivir en mí de Santa Teresa, que emerge poderoso en la variación que el artista hace de El éxtasis de Santa Teresa, de Giuseppe Bazzani, conservado en el Museo de Budapest, y en el recuperado y adaptado vídeo Treinta y tres lágrimas de silencio, creado para el Patio Herreriano de Valladolid hace cuatro años en una muestra en la que Criado ya ahondaba en estos conceptos.

Sabe el artista ribereño que este triple diálogo, este viaje en el pasado para mirar a los ojos a Juan de Vallejo, Mateo Cerezo o Giuseppe Bazzani, es muy temerario por su parte. «Los místicos de todas las religiones, orientales y occidentales, profundizaron incansables en la condición espiritual del ser humano a fin de darle un sentido trascendente a nuestra existencia, buscaban la claridad necesaria para comprender la interrelación entre el todo y la nada. Sus vidas y los escritos que nos han dejado se convierten en ese cristal interior a través del cual percibimos incrédulos la herida del éxtasis». Y a ellos se asoma él en esta propuesta asumida hace tres años como un reto.

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