El Correo de Burgos

Exposición

Mujeres con mucha tela

La artista cubana Mayra Alpízar coge aguja e hilo para coser su universo creativo marcado por un discurso feminista que retrata a la sociedad actual y homenajea a figuras admiradas por ella. En Espacio Tangente hasta el 9 de julio

Mayra Alpízar posa junto a un retrato de su padre y ‘El salto’, un bordado de su trabajo feminista.-Raúl Ochoa

Mayra Alpízar posa junto a un retrato de su padre y ‘El salto’, un bordado de su trabajo feminista.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Una mujer desnuda sobre el escenario hace una reverencia al emocionado público que llena el patio de butacas. La jalea, la tira flores, la aplaude, mientras ella sujeta en las manos en la espalda, oculto al respetable, su cerebro. «Todas las mujeres en algún momento nos hemos sentido tentadas de esconder nuestros valores, talento e inteligencia porque parece que se nos acepta mejor de esa manera. Es la historia terrible que hemos sufrido las mujeres y seguimos sufriendo», cuenta Mayra Alpízar, autora de este bordado que, además, elige el color rosa palo para regodearse en ese sentido feminista que impregna toda su obra.Una pequeña selección ocupa Espacio Tangente (Valentín Jalón, 10) hasta el 9 de julio.

«Mi trabajo es esencialmente feminista. Las cosas que expreso tienen que ver con el mundo de nosotras, experiencias propias y más generales», resume la artista cubana que se vale de las telas como forma de expresión por su connotación femenina -«algo muy poco original, ya otras lo han hecho»- y que confiesa que, a pesar de llevar desde los años ochenta tejiendo este universo creativo personal, el mensaje no ha cambiado. Sigue siendo el reflejo de sus vivencias. «Es bastante autobiográfica, que tampoco es original, porque casi siempre los discursos de mujeres tienen esa cosa personal, íntima, de nosotras», observa.Puntada a puntada, teje este universo mujeril al tiempo que hilvana sus emociones, cose eternas reivindicaciones, tricota una sociedad llena de prejuicios y borda homenajes a figuras que han llamado su atención.Recuerda a Antonia Eiriz, un hilo a seguir, una creadora de culto de los años sesenta con una obra muy poco comprendida y muy perseguida en aquella Cuba censora, a la norteamericana Georgia O’Keeffe, con sus flores gigantescas y su hálito erótico, que ha redescubierto recientemente, o a su adorada Frida Kahlo, a la que incluso lleva prendida en la solapa.Se rebela ante la uniformidad, la falta de actitud crítica de las personas que las convierte en rebaño detrás de un pastor de piedra. «A veces se cometen muchos errores y se hace daño por esa manía de ser comparsa, que de alguna manera a todos nos ha arrastrado en algún momento», advierte la creadora, que vuelca en sus bordados los tormentos de la sociedad, pero también de las personas, los más íntimos, como el desasosiego que produce ver la vida de uno a la deriva, arrastrada por una gigante ola como la que pintó el japonés Hokusaiz, que ella toma prestada en Interior con naufragio.Pero hay lugar igualmente a recuerdos más personales como el retrato de su padre, Marino. «Era extraordinario, un trabajador de la industria azucarera cubana, de campo», rememora Alpízar y al tiempo que se acerca al tapiz, en el que ha trabajado con aplicaciones, bordado, fotoimpresión y xilografía, viaja a otro tiempo, al del sonido del tren del Complejo Agroindustrial Central Fructuoso Rodríguez, al de la familia reunida en torno a una mesa, al de una infancia feliz en el campo.La relación de Mayra Alpízar con el arte textil empezó en los años ochenta. Su tesis fue en torno al collage «y esto tiene mucho que ver con él» y su graduación coincidió con un resurgir de la artesanía en Cuba. Conoció a creadoras que comenzaban a trabajar con telas y pronto se sintió muy cercana al material y a sus posibilidades.El destino la llevó hasta este arte y también lo hizo hacia el discurso feminista. «Caí en él naturalmente, sin una conceptualización del asunto, sino más bien desde claves más emocionales. Es una cadena que va de eslabón en eslabón y cuando miras tienes un discurso armado», explica.

Y también fue la casualidad la que trabó su relación con Burgos. La invitaron a un encuentro de arte en el Valle de Valdivielso a través de una amiga que vivía aquí, conoció a la gente de Espacio Tangente y ha mantenido el contacto con exposiciones y talleres periódicos en una ciudad a la que hace un guiño en esta muestra con «una serie bonita, decorativa». Su arquitectura imponente, los arcos ojivales de sus iglesias, de su Catedral, sus vidrieras inspiran Divertimentos, collages de retales «comprados aquí, por un ladito y por otro».

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