El Correo de Burgos

Reedición

Isaac Rilova actualiza su estudio sobre la represión

Los importantes hallazgos propiciados por la Ley de la Memoria Histórica enriquecen ‘Guerra Civil y violencia política en Burgos (1936-1943)’, publicado por primera vez hace quince años

Isaac Rilova abraza un ejemplar de este nuevo título en su trayectoria.-Israel L. Murillo

Isaac Rilova abraza un ejemplar de este nuevo título en su trayectoria.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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La aprobación de la Ley de Memoria Histórica en 2007, la aparición de asociaciones comprometidas con devolver la dignidad a las víctimas, la exhumación de fosas comunes en toda España y particularmente en la provincia con cerca de 800 cadáveres recuperados, la lucha de familiares contra el olvido o el aumento del número de estudios con sus consiguientes novedades, además del 80 aniversario de la contienda fraticida española, han llevado a Isaac Rilova a la reedición y actualización de Guerra Civil y violencia política en Burgos (1936-1943), publicado hace quince años, cuando el único libro sobre esta época era Doy fe, de Antonio Ruiz Vilaplana, y agotado desde hace tiempo.La renovada editorial Aldecoa lanza este volumen que su autor presenta en la Sala Polisón el miércoles 5 de octubre a las 19.30 horas acompañado por el profesor de Historia Federico Sanz.

Aunque el libro respeta la primera edición, las novedades producidas en estos tres lustros añaden alrededor de setenta páginas.La exhumación de las fosas comunes ha permitido, observa Rilova, arrojar luz en lo que en el año 2001 era penumbra. «Sabíamos que era libertad o posible saca. No había más. Ahora conocemos que se los llevaron a Estépar, a Villamayor de los Montes o a La Pedraja... Todo está cotejado, aunque aún faltan fosas por abrir», apunta el historiador, que aumenta la bibliografía e incorpora un índice onomástico de más de 2.500 entradas con nombres de protagonistas y pueblos.El continuo brujuleo de Isaac Rilova por los archivos le ha llevado a descubrir algunos documentos curiosos como una encuesta que la Diputación pasó a los ayuntamientos en el año 1941. Los preguntaba sobre si existía Casa del Pueblo en la localidad, sus afiliados, cuántos falangistas o requetés había, qué sucesos dignos de reseñar ocurrieron... Solo 191 respondieron. No importó. No llegaron a ningún sitio. Esos papeles solo acumularon polvo.Esta segunda edición, en lo demás, se mantiene fiel a la primera y mantiene su objetivo: «Convertirse en memoria viva del sector más desfavorecido y olvidado porque le tocó perder, además de aportar datos para el contraste e intentar avanzar y abrir camino a futuras investigaciones».El lector se sitúa en los años de la República. Observa al último Ayuntamiento monárquico con Eloy García Quevedo en el sillón de mando, asiste a la dispar acogida del nuevo régimen político, es testigo de los incidentes a los que se enfrentan los nuevos mandatarios...Y se cuela en el runrún del alzamiento militar y en las reuniones conspirativas, escucha las enigmáticas llamadas de teléfono, conoce a los generales que mantienen su integridad y fidelidad a la República, a los primeros detenidos en la capital y en los pueblos de la provincia y también a los primeros fusilados.Se mueve igualmente por aquel Burgos ciudad de retaguardia y capital franquista.Y se espanta con la dura represión que sufren en las prisiones, con las espeluznantes listas de fusilados, pero también fuera de ellas, con las incautaciones, las destituciones, las depuraciones...Nombres y apellidos de estas víctimas llenan estas páginas. Pueblo por pueblo. Algunas más conocidas como el General Batet o Antonio José -cuyo expediente descubrió en 2001 con dificultades al estar archivado en la J-, en los que se detiene el autor, pero también otros sin esa estela pública igual de llorados.

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