El Correo de Burgos

Música

Los elfos habitan el MEH

El II Festival Babieca Folk escribe su punto y final con el concierto familiar de Rivendell Folk

Rivendell Folk convirtió el salón de actos del Museo de la Evolución Humana en una suerte de taberna irlandesa.-Raúl Ochoa

Rivendell Folk convirtió el salón de actos del Museo de la Evolución Humana en una suerte de taberna irlandesa.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Desde los primeros sonidos arrancados por el paterfamilias a su guitarra, el Museo de la Evolución Humana tornó ayer en taberna irlandesa. Sin guinness encima de la barra, sin güisquis en los vasos y sin la mágica media luz que las ilumina, Rivendell Folk sedujo al público desde el minuto uno. Ni una canción tuvo que esperar el grupo vallisoletano para que pequeños y grandes los arroparan con sus palmas y sus golpes con el pie. A la segunda, un puñado de niños ya se había subido a sus sillas para bailar las melodías celtas con las que el Festival Babieca Folk concluyó su segunda edición. Una despedida por todo lo alto. Colgó el cartel de aforo completo con la pena de dejar a varias familias en la puerta.Rivendell Folk es una formación peculiar. Todos sus integrantes, salvo uno ahora, son parte de una misma familia. La afición del padre a la música celta le llevó a enseñar a su hijo mayor a tocar el bodhran y la guitarra. Luego fueron sus hermanos los que con 3 años aprendieron violín. Y entre todos montaban auténticas fiestas celtas. Primero solo en casa. Hasta que un día dieron un concierto en un final de curso en el colegio. Ahí empezó Rivendell Folk, capitaneado por Rafael March, padre de Aitor (22 años, bodhran), Laura (14 años, violín y voz) y Pablo (12 años, violín). Ahora los acompaña Iván Aparicio (flautas, gaita y whistles), que entró para sustituir a Alejandro (15 años), que hace dos decidió que el camino de la música no era lo suyo.«Su repertorio es toda la música celta: tradicional irlandesa, escocesa, gallega, alguna canción del País Vasco y castellanas», expone la madre de la familia, encargada de toda la logística, y matiza que Rivendell Folk toca para todos los públicos, que nadie los confunda con un grupo de tinte infantil. Su música no tiene edad. Es para grandes y pequeños.Y lo mismo la montan encima del escenario de un teatro que en un bar, como hicieron en el Maricastaña el sábado por la noche, al más puro estilo de las tabernas de los pequeños pueblos irlandeses, donde la improvisación y la incorporación de nuevos músicos convierte en mágica cada sesión.Es la celta una música para bailar, aunque, por lo menos en los primeros cuarenta minutos, solo los más pequeños se animaron a hacerlo ayer en el concierto que tiñó de verde el MEH. Alguno con un sorprendente parecido con los elfos.El Babieca Folk sortea el puente y cabalga veloz 

La música celta de Rivendell Folk escribió el punto y final del II Festival Babieca Folk. Minutos antes de iniciarse el concierto, su director, Rodrigo Jiménez, lo valoraba. «Estamos muy contentos. Las segundas ediciones nunca se sabe si van a cuajar y la verdad es que el público ha respondido muy bien», analizaba a sabiendas de que las fechas elegidas no han sido las mejores al coincidir con el puente escolar de la Constitución. «Aun así, hemos llenado en la mayoría de las actividades y la gente ha salido muy contenta», destaca sin querer adelantar si estos parabienes garantizan la tercera edición de este festival que nació con el objetivo de acercar la música celta a gente que la desconocía. Una meta que, cree Jiménez, sí están consiguiendo sobre todo con propuestas como la de ayer, a la que acudieron muchos niños.

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