El Correo de Burgos

Pintura

Arte que construye futuro

Las Cortes acogen una exposición retrospectiva de Luis Sáez con las piezas donadas por su hijo Javier, a la venta para sufragar becas de posgrado para mujeres gitanas

Esquivias, Carmen Jiménez, Rosario Lozano, Carmen Félix, Silvia Clemente, Pedro Puente, Javier Sáez y Fernando Rey, de i. a d.-Eduardo Margareto / ICAL

Esquivias, Carmen Jiménez, Rosario Lozano, Carmen Félix, Silvia Clemente, Pedro Puente, Javier Sáez y Fernando Rey, de i. a d.-Eduardo Margareto / ICAL

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A la muerte en 2010 del pintor Luis Sáez, su hijo Javier recibió en herencia 284 obras. Las piezas recorrían toda la trayectoria del artista, desde sus inicios juveniles en los que experimentaba con las vanguardias buscando su propia voz, hasta su última etapa, dominada por una figuración atormentada y onírica. Óleos, grabados, dibujos y bocetos del creador de una producción, a juicio de Antonio Gamoneda, «insufriblemente hermosa», pasaban así a manos de su hijo, sociólogo de profesión, que comenzó a darle vueltas al futuro que podría tener aquel legado.«Tenía la opción de quedarme las obras pero barajé la posibilidad de transformarlas en algún proyecto de tipo social, para devolver a la sociedad la obra de mi padre y que la gente la disfrute. Desde hace muchos años conozco el trabajo de la Fundación Secretariado Gitano; sé que son buenos gestores y que hacen una labor social muy importante ante la situación de discriminación que padece la comunidad gitana, principalmente las mujeres, que tienen que hacer un gran esfuerzo para estudiar. Mi padre siempre decía que las becas le cambiaron la vida: gracias a una pudo estudiar en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y gracias a otra llegó a París, donde su estilo comenzó a evolucionar. Me parecía muy interesante transformar esas obras en oportunidades de educación y así decidimos crear el Proyecto Becas Fundación Secretariado Gitano-Luis Sáez», relata Javier Sáez a la Agencia Ical.Esta historia ya conocida por los burgaleses. El proyecto se puso en marcha hace más de dos años en Burgos. Una exposición en la Sala Círculo Central con una selección de las piezas a la venta dio el pistoletazo de salida. Ahora esta colección de pinturas viste las paredes de las Cortes de Castilla y León en Valladolid.La muestra El misterio, la belleza y el dolor, comisariada por el escritor burgalés Óscar Esquivias y formada por 12 óleos, 14 dibujos y 24 grabados del malogrado artista, se puede visitar hasta el 17 de septiembre y todas las obras exhibidas están a la venta.La presidenta de las Cortes, Silvia Clemente, el consejero de Educación, Fernando Rey, y el presidente de la Fundación Secretariado Gitano, Pedro Puente, asistieron ayer a la inauguración en la capital del Pisuerga. También estuvo el propio Javier Sáez y tres de las primeras cuatro beneficiadas por este programa en el que también participan la Fundación de Universidades y Enseñanzas Superiores de Castilla y León y la Fundación Villalar - Castilla y León.Cuatro jóvenes de toda España fueron seleccionadas en la primera convocatoria de las becas y llevan ya un año ampliando su formación gracias al dinero recaudado con la venta de la obra de Luis Sáez: Carmen Jiménez, que realiza un máster de Abogacía en la Universidad de Valladolid; Dolores Romero, MBA en Administración de Empresas en la Universidad de Burgos; Carmen Félix y Rosario Lozano ‘Colina’, las dos últimas máster en Investigación en Psicología y Ciencias de la Educación en la Universidad de León.En primera persona

Ellas mismas contaron, en la inauguración de la muestra, cómo les ha cambiado la vida la oportunidad de completar su formación universitaria gracias a esta iniciativa.«La beca ha hecho posible que podamos tener una formación completa e incorporarnos en plenitud al ámbito educativo para poder desenvolvernos después en el laboral mucho mejor», destacó la palentina Rosario Lozano, que ejerció de maestra de ceremonias, en nombre de la cuatro becadas.

Su compañera Carmen Félix calificó como «fantástica» esta oportunidad, tras las «serias dificultades» que tuvo que afrontar para culminar sus estudios universitarios en su Asturias natal.«Con dificultades, mis padres tuvieron que pagarme la Universidad, porque no pude optar a las ayudas del Ministerio, y que me seleccionaran para esta beca fue increíble. Ahora sin máster es muy difícil llegar a nada, mucha gente acaba el grado pero en esta etapa de crisis necesitas grado, máster, especialización y lo que sea. El nombre de Luis Sáez me acompañará toda la vida, porque estudiar en otra ciudad además te aporta libertad en muchos sentidos», destacó a Ical.La vallisoletana Carmen Jiménez subrayó que gracias a la beca pudo continuar sus estudios, dejando atrás la oposición de algunos integrantes de su propia familia, como sus tíos. «Para mí ha sido un privilegio. Desde pequeña tenía claro lo que quería estudiar: quería ser abogada y no me conformaba con el papel de la mujer gitana en la comunidad, limitada a las labores domésticas», señaló además de relatar pormenorizadamente los obstáculos que había superado en su itinerario vital en su sueño de «combatir la discriminación».La jienense Lola Romero lamentó no estar presente en Valladolid a través de un vídeo. Una ausencia aparejada a la alegría de haber encontrado un puesto laboral tras completar su máster.

Las cuatro son beneficiarias de la venta del primer centenar de piezas legadas por Javier Sáez, que confía en que iniciativas como la exposición abierta en Valladolid permita seguir ampliando la recaudación para favorecer a más aspirantes a las becas. «Hay obras de todo tipo y para todos los bolsillos, de forma que la propia sociedad civil puede colaborar», observó.El catálogo se encuentra en www.gitanos.org/upload/62/48/Catalogo_Obra_Luis_Saez_Proyecto_Becas.pdf. Allí los interesados pueden encontrar bocetos desde 200 euros y óleos que superan los 18.000 euros.«Es un gran honor poder colaborar en la mejora de la educación de mujeres de una comunidad como la gitana que aprecio y que admiro. Estoy muy contento de ver que la iniciativa funciona», concluye el filántropo.

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