El Correo de Burgos

XII Burgos International Music Festival

Melodías hacia la excelencia

La chelista suiza Salma Fhiger, el violinista británico Leo Strelle y el pianista canadiense Alan Luo participan en el BIMF espoleados por sus profesores y tras los pasos de otros que los ayuden a afinar en su carrera artística, profesional o no

El claustro bajo de la Catedral se convirtió un año más en escenario para los alumnos y profesores que participan en la cita internacional.-Raúl Ochoa

El claustro bajo de la Catedral se convirtió un año más en escenario para los alumnos y profesores que participan en la cita internacional.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Las filigranas góticas de la Catedral de Burgos se estremecen arrulladas por el sonido de violines, violas, chelos... La seo se convierte un año más en escenario privilegiado del concierto de alumnos y profesores del Burgos International Music Festival (BIMF). Para que las notas mezan la tarde sabatina en el templo Patrimonio de la Humanidad, antes han salido a lo loco, sin orden ni concierto, en una alegre danza, por las ventanas del antiguo conservatorio de Las Bernardas. Es el centro de operaciones de este encuentro que, desde hace doce años, junta a orillas del Arlanzón a profesores de prestigiosas academias de todo el mundo y a alumnos llegados de dispares puntos del planeta en busca de esa excelencia.Desde Suiza cogió un avión Salma Fhiger. Está en pleno fragor de la batalla armada con su chelo y a las órdenes del profesor israelí Samuel Magen, del Conservatorio de Jerusalén, al que no hace falta preguntar nada para piropear a su pupila. «Con estudiantes como esta se está de maravilla», apunta.Ocupan una pequeña estancia, el Aula Antonio de Cabezón, en la primera planta. Las notas se fugan por las ventanas, abiertas de par en par. La adolescente de 14 años, que empezó a tocar con seis, vive su primer BIMF. Se inscribió animada por su profesora del Conservatorio de Berna, que, en principio, iba a acompañarla, aunque finalmente no pudo. «Me dijo que este era el mejor sitio en el que podía tocar», señala Salma y se alegra de haberla hecho caso. Las expectativas se están colmando. Es un paso más en la carrera profesional que ha emprendido. Sabe que es difícil vivir de la música clásica, pero le encantaría conseguirlo.Su maestro, con nueve ediciones en la maleta, es un viejo conocido y tira de ironía cuando habla de su reincidencia. Le encanta dar clases cuando se topa con alumnas como esta joven suiza... No siempre es así.Confiesa que le fascina asistir a la evolución que experimentan los estudiantes del primer día al último, con una mejoría tremenda. Ha sido testigo con asistentes de Corea, China, Serbia, Suiza, México, Japón... También le encanta la ciudad, el ambiente que se crea... ¡y el tiempo de Burgos!Es viernes y muchas puertas de las aulas de la actual sede de la Escuela Municipal de Música están cerradas. Folios escritos a bolígrafo informan de quien puede encontrarse al otro lado. Muchos de los alumnos visten de tiros largos. Atuendo obligado en la competición que se celebra en ese momento sobre las tablas de la Sala Salvador Vega.De allí llega el canadiense Alan Luo. También es su primera vez. Habla español más allá del chapurreo y tiene las ideas claras. No quiere dedicarse profesionalmente al piano, un instrumento que estudia con un profesor particular desde los 11 años. «La escuela es más importante que el piano», observa con seguridad este joven de 16 años y sonríe cuando Ricardo Porres, coordinador del encuentro en Burgos, le dice que es una pena porque toca muy bien el instrumento.Se ha decidido a cruzar el Atlántico motivado por su profesor. «Me dijo que me iba a gustar mucho el festival y es verdad. Con suerte, en casa puedo dedicar al piano una hora al día y aquí estoy haciendo hasta siete porque mi profesor (Efren Briskin, director artístico del BIMF) siempre me dice que tengo que ensayar más», se expresa Alan en un perfecto castellano y deja ver su alegría por ello.Cuatro ediciones son las que acarrea en la mochila el británico Leo Strelle. Ensaya solo en el Aula Gonzalo Arenal. Camisa blanca, pantalón negro y zapatos de charol. Estudia en el Conservatorio de Música de Manchester y hasta Burgos vuela atraído por la maestría del profesor de violín Saveliy Shalman, procedente del Conservatorio de San Petersburgo.La capital burgalesa y el buen rollo que se respira en este encuentro internacional seducen a este adolescente de 16 años para quien merece la pena solo por tener la oportunidad de tocar el violín en escenarios tan exclusivos como la iglesia de San Juan de Castrojeriz, donde ayer daría un concierto.Mientras unos animaban la tarde de sábado en la villa castreña, otros ponían banda sonora a la capitalina abrigados por las viejas piedras de la Catedral. Y, hasta el martes, la música acompañará el paso por Las Bernardas.

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