«He vuelto al cine gracias a las mujeres»
Santiago Cartujo retorna a la gran pantalla con ‘Esas cosas pasan’, una «experiencia irrepetible» en honor a su hermana con regusto a pop atómico femenino. Se estrena el jueves 9 de enero, en pase único, en los Van Golem de Burgos
Tan seguro estaba Santiago Cartujo de que no volvería a hacer cine que incluso se apostó «un dedo en plan Yakuza». Menos mal que su amigo Josechu no aceptó el envite. De lo contrario, hubiese tenido que rodar Esas cosas pasan con un muñón.
La vida da muchas vueltas, demasiadas. Nada quería saber Cartujo del séptimo arte, al menos tras las cámaras. Pintar y escribir, en eso andaba hasta que tuvo un par de revelaciones. La primera, sumamente trágica: el fallecimiento de su hermana en tiempos de pandemia. De ahí surgió Los mundos de Anita, «una novela corta o un cuento largo, según se mire». Después de leerlo, fueron ellas quienes «veían una película». Al hablar de ellas, nos referimos a un grupo de amigas cercanas que acabarían formando parte del elenco.
El segundo «flash» que motivó este regreso fue previo, poco después de la abrupta irrupción del Covid que confinó a todo el mundo. Recién salido del hospital, con cuatro operaciones de estómago a sus espaldas, Cartujo no podía volver a casa porque su hermano había dado positivo. No le quedó más remedio que alojarse en un hotel, todo un reto dadas las circunstancias. Se sentía como un «turista» en su propia ciudad, más «desapegado que nunca». Y pensó, dispuesto a dar la vuelta a la tortilla, que no estaría nada mal reflejar Burgos tal como es para mostrárselo al público de fuera.
«He vuelto al cine gracias a las mujeres», proclama Cartujo, «súper tranquilo», a punto de estrenar el film este jueves 9 de enero en los cines Van Golem a las 20:15 horas. Pase único, al menos de momento, de una «comedia de pop atómica» dedicada a la memoria de su hermana. Y también a las actrices, por supuesto, porque «fueron ellas las que lo promovieron».
Con el montaje definitivo, y a expensas de que se proyecte en festivales y salas de todo el país, Esas cosas pasan refleja desde un punto de vista eminentemente femenino una «experiencia irrepetible» dentro y fuera de la pantalla. Cuesta sacar adelante un proyecto totalmente autogestionado, sin ayudas de ningún tipo, con un año de rodaje y un elenco novel pero con plena disposición a dejarse la piel. La protagonista, en el papel de Ana pero con su propia personalidad, tenía que ser Tania Condado. «Si me dices que no, no hay película», le confesó Cartujo. Y ella, aunque «abrumada», no se lo pensó dos veces.
«Quería evitar el tema autobiográfico y por eso cambié al hermano por una hermana»
La cinta arranca en Navidad, en ese Burgos tan gélido -climatológicamente hablando- que Ana recibe de golpe nada más volver a casa tras una larga estancia fuera. Allí se reencuentra con su hermana, el alter ego de Cartujo, interpretada por Encarna Aguilar. Lo es en el film, pero también lo fue a la hora de ensayar dando caña a su querida Tania con aquello del «método».
«Quería evitar el tema autobiográfico y por eso cambié al hermano por una hermana», cuenta el director. Empeñado en reflejar el «mundo femenino», cuando se quiso dar cuenta comprobó que ellas llevarían la voz cantante de principio a fin. Empezando por la propia Condado y Las Atómicas (Lorena Soto y Ana Acosta). Sin experiencia previa ninguna de las tres, tanto se acostumbraron a la cámara que llegó un momento en el que «improvisar» formaba parte del día a día. Además, tenían carta blanca y hay momentazos. Por ejemplo, cuando Aguilar llama «tata» a Condado, algo que a Cartujo nunca se le hubiese ocurrido.
«Teníamos conversaciones y no nos dábamos cuenta de que nos estaban grabando»
«Al principio no estábamos tan metidas dentro de la película y nos pilló un poco en bragas, pero luego cogimos rodaje», relata Condado, encantada, porque «una vez que empiezas ya no lo quieres dejar». Eso no significa que el rodaje fuese un camino de rosas. Compaginar trabajos con un largometraje cuesta, pero enriquece el resultado final porque prima la espontaneidad. «No preparábamos ni el vestuario ni el maquillaje ni nada. Se nos ve como estábamos ese día: de buen o mal humor, sin haber dormido...». A veces, incluso, «teníamos conversaciones y no nos dábamos cuenta de que nos estaban grabando».
María Ordóñez, de Acción Musical Burgos, aparece en un par de escenas. Ejerce de «puente» en la historia con un doble papel: dependienta de una tienda (Rarolarium) e integrante de una banda. ¿Experiencia? Como actriz, ninguna. ¿Nervios? «No, se ve que tengo bastante morro». Encima, su casa se convirtió «sin saberlo» -hasta poco antes- en uno de los escenarios. Ya no vive allí, así que se alegra de haber participado porque mantendrá vivo el recuerdo gracias a la película.
El film duraba casi dos horas y media, así que habrá segunda parte
Más allá del pop atómico y de la feminidad que desprende la historia, Esas cosas pasan constituye una «piña». La amistad que emergió -o consolidó- a a través del guion ha crecido exponencialmente en la vida real. Se nota al charlar con Condado, Aguilar, Ordóñez y la cabeza pensante de esta aventura. Habrá, por cierto, una segunda parte. Con tanto material, el film hubiese durado cerca de dos horas y media. Un metraje «excesivo», a juicio de Cartujo, para una comedia. Aparte, la siguiente entrega goza de «otro tono». Y por lo que dice la protagonista, «con mayor variedad de escenarios y personajes. Y más dinámica».
Juró y perjuró Santiago Cartujo que no volvería a hacer cine. Y casi estuvo a punto de ‘pillarse un dedo’. Será que Esas cosas pasan, nunca mejor dicho. Tanto es así que ya tiene otros dos guiones terminados. Uno, según avanza, para una película que «se rodará en París dentro de cinco años». A todo esto, su buena amiga Encarna susurra, con más razón que una Santa, que «las musas no solo están en la pintura».