MÚSICA
Los primeros viajeros de El Hangar
El estreno de las jornadas de puertas abiertas desvela la expectación entre los burgaleses, de todas las edades, por este nuevo centro cultural
El primer público de El Hangar aplaude el proyecto, alaba la rehabilitación de la antigua infraestructura, cree en las posibilidades del Centro de Creación Musical, pero es cauto en sus valoraciones y solicita tiempo para ver cómo madura esta idea y hacia dónde discurre. La disposición de los visitantes, de todas las edades, que participaron en la tarde-noche de ayer en la primera jornada de puertas abiertas fue buena. Alguno lamentó no poder ver los estudios de grabación ni los de ensayo, que se cerraron cuando empezó el concierto de El Espíritu de Lúgubre, otros aconsejaron colocar un indicativo en los baños y varios llamaron la atención sobre lo mucho que se deja notar el Ayuntamiento en los rótulos. Sea como fuere, sonó el folk, corrieron las cervezas y hasta alguno se animó a bailar.
Juanjo Soba y Raquel Barriuso, un matrimonio vecino del casco histórico, aprovecharon que ayer tocaba folk para visitar el lugar. Parcos en palabras. Todas parabienes. «Está muy bien. Luego dependerá del resultado, pero la idea me gusta», dice él, mientras ella aplaude la rehabilitación y la dotación de uso de un viejo inmueble. ¿El apoyo a los grupos locales? «Fabuloso. A ver cómo se plasma», responde Barriuso. Otra pareja, Ramón Acera y Noemí García, están encantados con el proyecto. Ambos de León. Él residente burgalés desde hace un año y ella, desde un mes. Lo tienen claro. «Es fenomenal. Tiene buena pinta, tanto el sitio, que se ve completito, como la idea. Es una gozada contar con un espacio con la programación que va a tener éste», ilustra Ramón, quien augura un sabroso futuro a las jóvenes formaciones que lo disfruten. «El sitio me parece interesante, sobre todo que Castilla y León tenga un lugar donde recibir a grupos de música. Seguro que vendrá mucha gente de las provincias cercanas. Y además es original recuperar un viejo edificio y dar vida a una zona», apunta Noemí.
Con un ojo pendiente de las correrías de sus niños, Pedro Mediavilla se deja caer por el piso superior. Acaba de llegar y habla de sus primeras impresiones, que son buenas «porque por lo menos veo a mucha gente». Señala que una opinión más sólida tendría que venir tras hablar con los músicos de la ciudad: «Ellos vivirán este lugar. Yo sólo soy un espectador que en principio veo la estética y me gusta. Primero porque se ha rehabilitado un sitio singular y las vidrieras le dan un punto interesante. Otro tema será la sonoridad y la aceptación del mundo musical». Eso sí, incide en que era un centro necesario. No valora la programación. No puede: «La desconozco».
Más puesto al día está Roberto López Pope. Los primeros conciertos le parecen interesantes. Ayer reconocía que tenía ganas de conocer el lugar. Para él además tiene un punto emotivo. Sus abuelos viven en la zona y por allí ha trasteado muchas, muchas horas. «Es una iniciativa necesaria en Burgos y aprovechar el hangar de Renfe es encantador», afirma y confía en que funcione como lo hace La Parrala en formato teatro.
El folk de El Espíritu de Lúgubre suena. Se apagan las luces. Los primeros viajeros de El Hangar bailan, cantan, beben...