El Correo de Burgos

BALONCESTO / ACB

Una reacción para creer

El Unicaja arrolla en la primera mitad a un San Pablo que llegó al descanso con una desventaja de 33 puntos / Los blancos nunca se dejaron llevar

Nedovic entra a canasta sin oposición en un lance del partido de ayer.-ACB PHOTO / M. POZO

Nedovic entra a canasta sin oposición en un lance del partido de ayer.-ACB PHOTO / M. POZO

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DIEGO ALMENDRES
Burgos

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UNICAJA 93

SAN PABLO BURGOS  72Unicaja Málaga: McCallum (8), Milosavljevic (7), Nedovic (10), Shermadini (6), Brooks (13) -quinteto inicial- Okuo (7), Soluade (8), Díaz (14), Salin (4), Waczynski (12), Augustine (-), Suárez (4).San Pablo Burgos: Fisher (11), López (9), Gailius (9), Vega (5), Thompson (2) -quinteto inicial- Schreiner (7), Barrera (7), Sedekerskis (1), Martínez (11), Huskic (6), Dos Anjos (2), Saiz (2).Árbitros: Perea, Fernández y Mas.

Eliminados: Shermadini y Thompson.

Parciales: 32-18; 65-32 (descanso); 83-48 y 93-72 (final).BURGOS

Remar contra corriente es un ejercicio tan ingrato como desquiciante. Al final, el caudal del agua siempre gana. El San Pablo Burgos tenía claro que su visita al Martín Carpena exigía un sobresfuerzo que en ningún caso conduciría a la victoria. Sin embargo, los ayer blancos tuvieron la capacidad de no dejarse llevar hacia una derrota histórica. La reacción protagonizada con el partido sentenciado permite, al menos, pensar en el futuro con mejores sensaciones.

Cinco minutos duró la inspiración burgalesa en un Martín Carpena impío con un rival al que le bastaron 77 segundos para precipitarse al vacío. Ese es el tiempo que necesitó Unicaja para clavar un parcial de 11-0 mediado el primer cuarto y situar así el momentáneo 22-12. El inicio de una pesadilla que no tenía fin.

Partidos como el de ayer hielan la sangre y congelan el ánimo. Se asume la diferencia existente entre un grande del baloncesto y un recién llegado obligado a aprender a base de golpes. Sin embargo, el alma y el orgullo se rebelan cuando el marcador acumula puntos en contra con tanta facilidad. El Unicaja atropelló a un San Pablo Burgos que saca una lectura positiva. Ya pasó el mal trago del Carpena.

Se suponía que la presencia en ACB era una fiesta y, a buen seguro, llegarán días gloriosos para un proyecto que, de momento, está obligado a pagar la novatada. Dentro de la liga hay dos competiciones y, desde luego, Unicaja y CB Miraflores pertenecen a diferentes universos en una misma categoría.

Precisamente, ese puede ser el clavo ardiendo para un San Pablo magullado. Los burgaleses ya han penado contra dos grandes de la liga y el domingo se quitarán de en medio la visita al Palau. Ya habrá tiempo para disfrutar de estos compromisos en el futuro. El presente señala como objetivo único prepararse de la mejor manera posible para los duelos directos en pos de una permanencia que se cotiza muy cara.

El bloque dirigido por Epi se aferra a los 8 primeros minutos del partido frente al Tenerife y a la mitad del primer cuarto firmado ayer en el Carpena. La puesta en escena y las maneras ofrecidas en el arranque de ambos encuentros invitan al optimismo. Sin embargo, lejos de mantener una continuidad, todo el planteamiento se va por el sumidero en cuestión de segundos.

Los azules se muestran incapaces de contener los arreones de los rivales. Anoche, saltaron a la cancha con las ideas claras, anotando con cierta asiduidad y dejando buenas sensaciones en defensa.

Los del Coliseum mantuvieron el tipo en el inicio. Llevaron la iniciativa en el marcador apoyados en su acierto exterior e, incluso, provocaron la tercera personal de un hombre clave del conjunto verde como es Shermadini.

El rebote volvió a minimizar las buenas acciones defensivas y los tiros libres castigaban a un equipo que parecía tener la situación más o menos controlada.

Y, en un chispazo, se fundieron los plomos. Los visitantes mandaban por 11-12 y llevaron al límite una posesión del Unicaja. Milosavljevic, a la desesperada, sacó el lanzamiento en el último segundo y los árbitros cobraron falta de Gailius. Tres tiros libres adornados con el error de Javi Vega en el saque de fondo. Parcial de 5-0 en la misma jugada.

Fue el principio del fin. Tras esas desafortunadas acciones llegaron 25 minutos de dolor. El Unicaja avasalló a los de Epi con un parcial de 11-0 en un minuto y 17 segundos y a partir de ahí todo lo que sucedió fue negativo.

Los burgaleses acumularon 16 pérdidas al descanso, facilitando la friolera de 22 puntos al rival en transiciones. Era un partido a dos velocidades. En realidad, no hubo partido como tal. Fue una lucha vana por sobrevivir, por buscar un clavo ardiendo al que agarrarse.

Nada resultó ante un Unicaja que jugó a placer. Los verdes castigaron las líneas de pase, cerraron el camino hacia el aro y en estático siempre encontraron la solución correcta. Para colmo, el rival tuvo el acierto necesario para hundir el rejón de muerte a un San Pablo desnortado y aturdido.

Resulta fácil y a la vez complicado explicar que pasó sobre la cancha de juego del Carpena con estas premisas. Se avecinaba un resultado histórico y todos los esfuerzos se centraban en aguantar el chaparrón. Con un doloroso 65-32 al descanso, resultaba muy difícil encarar la segunda parte.

Ya en el tercer cuarto el encuentro entró en una fase en la que el Unicaja levantó el pie ante un San Pablo más suelto. Tanto, que los burgaleses aprovecharon la relajación local para maquillar el resultado y sacar conclusiones más positivas. Al menos, ya pasó.

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