El Correo de Burgos

Creado:

Actualizado:

COMO UN relámpago que rasga la noche más oscura ha caído la decisión del juez Castro de sentar en el banquillo de los imputados a la Infanta Cristina. Una decisión sin precedentes que reaviva por momentos mi confianza en la existencia en el sistema, en este caso en el Judicial, de personas íntegras que se dejan la vida en la defensa de la ‘cosa pública’ en unos tiempos trufados de pesebreros y truhanes que se sirven del poder en beneficio propio.

Dignas excepciones como la del magistrado que investiga el caso Noos contribuyen a incrementar la fe de los ciudadanos. Contra viento y marea ha sido capaz de sortear las múltiples cargas de profundidad que amenazaban con torpedear la causa para someterla al escrutinio de los profesionales del Derecho. Una postura valiente. La excepción que parece confirmar la regla.

Se ha mantenido inmune a las presiones de un Gobierno empeñado en echar tierra sobre el asunto maniobrando desde la Fiscalía para levantar toda sombra de sospecha sobre la denostada Corona, hasta el punto de convertir el juicio en una mascarada con el representante del Estado haciendo las veces de abogado defensor.

No tardará la caverna mediática en ponerse manos a la obra para salpicar de dudas la trayectoria de un valiente que ha cumplido escrupulosamente con sus obligaciones profesionales. Cuánto tardarán en acusarle de antisistema, de ideólogo de Podemos o de hugochavista... Al tiempo.

No corren buenos tiempos para la Justicia en un país gobernado por una casta que se siente legitimada para maniobrar a su antojo con el fin de tapar sus vergüenzas y ponerlas a salvo de la acción de los magistrados para seguir manteniéndose a flote.

Estamos en manos de un Ejecutivo al que se le llena la boca cada vez que pronuncia la palabra Democracia, pero que no debe tener muy claro la existencia de uno de los pilares del sistema que dicen defender a capa y espada: la división de poderes. Desde su llegada a La Moncloa han puesto en marcha cuantos mecanismos de poder han necesitado para demostrar su ‘obediencia’ a la Justicia. Mientras todavía campan a sus anchas en sus cargos muchos indeseables que se han llenado los bolsillos esquilmando las arcas públicas, los encargados de las instrucciones de los más sonados casos de corrupción, como es el caso de la trama Gurtel y de la nefasta gestión al frente de Caja Madrid de Miguel Blesa, han sido apartados de ambas causas por arte de birlibirloque. Acaba de dimitir el Fiscal General y ya han puesto fecha de caducidad al juez Ruz. Todo, por supuesto, en aras de la Justicia.

tracking