El Correo de Burgos

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El PP lleva 36 años gobernando en Castilla y León. En todo ese tiempo el PNV, que aún es más hegemónico y perpetuo en el País Vasco, ya que se mantiene en el Gobierno desde 1980 salvo el parón de Patxi López tan afortunado para los jeltzales que les ha valido el mando perpetuo, no ha hecho más que ratificarse en su condición de vecino aprovechado, insolidarios, gorrón y pelmazo, que es lo peor que se puede ser. No seré yo quien culpe a nuestros primos vascos por los manejos de sus gobernantes y me alegro mucho de que cuenten con los servicios, la sanidad o las carreteras que tienen. ¡Faltaría más! Lo que quiero es tener lo mismo en Burgos y en Castilla y León. Me siento cercano las gentes del País Vasco aunque sólo sea porque allí viví cinco años y volví con frecuencia, o porque llevo un rh negativo o un apellido de raíz euskaldun, pero no puedo con ciertas desigualdades de los politicastros que nos perjudican mientras se benefician. Me refiero a las vacaciones fiscales vascas, vetadas por la Unión Europea, el concierto económico y sus haciendas forales, el cupo vasco y el resto de trampas que no flotan hasta la superficie de la ciénaga de privilegios de estos jerifaltes de la política que se encargan de que las empresas de Miranda de Ebro o las Merindades carezcan de las mismas armas para competir. Dónde está la igualdad Ander Gil, que tragas con mejores condiciones fiscales a 13 kilómetros de tu pueblo para las empresas vascas mientras en Villasana de Mena sigue azotando la despoblación. ¿Vas a alzar la voz de aquí al 17 de agosto? Probablemente, vistos los resultados electorales, no se le reproche su más que previsible silencio sobre las tajadas del nacionalismo expoliador. Lo mismo digo en Miranda, ¿Habrá curiosidad siquiera por conocer qué tajadas van a ir al otro lado de la muga? Tampoco espero que la alcaldesa socialista salga a criticar ninguna cesión al PNV. Seguro estoy de que si la matemática electoral tras el 23J hubiera sido otra y el PNV hubiera podido mercadear con el PP, el trato se hubiera realizado igual. Bisagra bien engrasada donde las haya. Ojo, que luego llega otro festival en el que nos tocará bailar con la más fea, el de la financiación autonómica. Cada autonomía va a lo suyo y Castilla y León deberá estar muy atenta para que no se retoquen los criterios de reparto salvo que sea para beneficiarnos. Está claro que las razones que podrían descuadrar el puzzle de la financiación autonómica serán políticas y pintamos poco en ese concierto estatal, gobierne quien gobierne. Nos falta práctica en esa merienda de tahúres y como no somos rivales para catalanes y vascos, lo único que podemos aspirar es ir a rebufo o patalear junto a otras comunidades igual de relegadas que la nuestra. Mal negocio nos espera. 

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