«Estamos muy cansados, pero cada día más enfadados. De rendirse nada»

Ha sido un día largo y extenuante. La multitudinaria tractorada convocada este miércoles por la Unión de Uniones en Madrid, frente al Ministerio de Agricultura, ha servido para visibilizar que el malestar del sector primario continúa latente. Desde Burgos, cientos de personas se han desplazado hasta la capital del país, en diferentes medios de transporte, para secundar la protesta. Sin embargo, no todos los que se movían en tractor han podido llegar y eso ha generado un amplio malestar entre los sindicatos y colectivos de diferentes provincias. 

Cundía el pesimismo y el cabreo a media mañana en el seno de la plataforma Agricultores y Ganaderos Unidos de Burgos. Su columna de tractores ha permanecido retenida a la altura de Alcobendas por la Policía Nacional. Los que se situaban al principio han podido pasar y, al cabo de un rato, el resto. Según explica uno de sus portavoces, David Martínez, que al final todos -o casi todos- los compañeros de esa marcha lograron entrar en la ciudad. 

Acabada la manifestación y ya de vuelta a casa, Martínez relata lo vivido con una de cal y otra de arena. Una sensación agridulce se palpa en el ambiente después de que los participantes hayan exigido la dimisión del ministro de Agricultura, Luis Planas, que hoy mismo ha sufrido un ataque de vértigo en el Congreso de los Diputados. Lo peor, señala, es que «el Gobierno se sigue riendo de nosotros». Le hubiese gustado que Planas diese la cara y que el presidente, Pedro Sánchez, no se hubiese desplazado a Marruecos para «vender un poco más nuestra soberanía alimentaria». 

«Estamos muy cansados, pero cada día más enfadados», reconoce el portavoz de la plataforma burgalesa antes de advertir que «de rendirse nada». Además, lo mejor de la histórica concentración de este 21J ha sido «ver cómo nos recibe la ciudad de Madrid». Una «sensación muy grata» que tanto a él como a sus compañeros les ha «emocionado». Visto lo visto, no le cabe duda de que la presión social será la «principal baza» del campo para mantenerse en pie de guerra hasta que se atiendan sus reivindicaciones.