Navidad en Valencia con las víctimas de la DANA: «Nos piden que no les dejemos solos»
El cocinero burgalés Fernando Llorente relata su experiencia junto a Jorge Villegas y Alberto Navarro elaborando menús solidarios para la Nochebuena. «La gente está echa polvo. Solo cree en los voluntarios que estuvieron al pie del cañón y lo siguen estando»

La huella de Burgos se ha notado esta Navidad en Valencia.
Hay experiencias que marcan de por vida. Para bien y para mal. «Historias escalofriantes» que se entremezclan con la mejor versión del ser humano. Víctimas de una catástrofe, con el corazón roto, que necesitan «abrirse», contar su tragedia, mientras reciben ayuda, cariño y comprensión. En las localidades de Valencia golpeadas por la DANA, «la gente no tiene ganas de fiesta» esta Navidad. Sin embargo, hay quien se esfuerza por arrancar sonrisas por mucho que cueste.
Fernando Llorente, presidente de la Asociación de Cocineros y Reposteros de Burgos (Acorebu), renunció a pasar la Nochebuena con los suyos para elaborar más de un millar de menús junto a Jorge Villegas y Alberto Navarro. Lo tenía «clarísimo» y volverá a hacerlo las veces que haga falta. No se conformaba con organizar una paellada solidaria en su ciudad. Necesitaba echar una mano in situ. De nuevo en casa, da fe de que «allí hay mucho más dolor de lo que parece».
«La gente está hecha polvo. Solo cree en los voluntarios que estuvieron al pie del cañón y lo siguen estando». Héroes anónimos que, desde el primer día, se movilizaron desde distintos puntos de España para ofrecer su ayuda de manera altruista. El escenario, según cuenta, se asemeja a una «película de terror». Tal es el grado de destrucción de las zonas arrasadas por la DANA que, como mínimo, «tardarán seis o siete años en reponerse».
Basta con visitar cualquier hogar para comprobar los estragos de esta catástrofe natural. La humedad y el frío calan hasta los huesos. Lo lógico sería buscar refugio fuera, alojarse temporalmente con algún ser querido. Por desgracia, «las familias no se pueden ir de sus casas porque ha habido robos». Lo bueno, tal y como explica Llorente, es que «los voluntarios conocen sus necesidades» y permanecen atentos para colaborar en lo que haga falta. En definitiva, «se ve lo mejor y lo peor del ser humano».
Los tres cocineros burgaleses empezaron a elaborar sus menús, siguiendo las directrices del chef Ciriaco Vicente, en un pequeño obrador. También repartieron juguetes, el sábado 21, desde un tráiler cargado hasta arriba. «Los niños te abrazaban», recuerda, emocionado, mientras detalla que los chiquillos solo querían un juguete -aunque tuviesen la opción de coger dos- para que otros chavales pudieran recibir el suyo.
Han sido días «bastante duros». Por los testimonios de los afectados y por las horas de trabajo: cocinando hasta las 2 de la madrugada y a las 7 de la mañana en pie para repartir. A Llorente se le encogió el corazón, por ejemplo, cuando visitó el cuartel de la Guardia Civil en Paiporta para llevar una decena de menús. Según le contaron los agentes, su sargento murió ahogado en plena riada al «intentar salvar la vida a una mujer».
«Prohibido llorar», le decía Llorente con ternura a un hombre, completamente abatido, durante la cena solidaria de Nochebuena en el Ateneo Musical y Mercantil de Paiporta junto a más de 150 víctimas de la DANA y una veintena de voluntarios. «Ya no me quedan lágrimas», replicó el comensal pese a ser consciente de que el cocinero pretendía que pasase un rato agradable en buena compañía. Ese es, sin duda, el «verdadero espíritu de la Navidad».
Muchas de las personas con las que Llorente, Villegas y Navarro han tenido la oportunidad de conversar «lo han contado de milagro». Hombres y mujeres que permanecieron durante horas abrazadas a un árbol. O a un muro, sujetando con fuerza a «dos perros», aferrándose a la vida en mitad de la catástrofe. Es normal, por lo tanto, que esta Nochebuena «la gente no estuviese para bailar, sino para hablar y escuchar».
A pesar de que ha vuelto tocado, Llorente no se arrepiente lo más mínimo de haber conocido tanto dolor de cerca. Ver el barranco del Poyo en persona «impone», aunque no tanto como los testimonios de quienes han perdido a sus amigos y familiares durante la DANA. Si algo saca en claro es que toda España debe seguir implicándose el tiempo que haga falta. «Nos piden que no les dejemos solos». Y no es para menos, porque más allá de las pérdidas humanas y materiales en los hogares hay una destrucción palpable de la economía local. Sin ir más lejos, en todas esas hectáreas de naranjos en las que «parece que ha pasado una trituradora».
Tarde o temprano, en cuanto le sea posible, Llorente regresará a Paiporta, Catarroja, Guadasuar, Sedavi, Forn de Alcedo... Allí donde pueda aportar su granito de arena, ya sea para preparar una suculenta paella o arrimar el hombro donde sea necesario. Entretanto, guarda a buen recaudo la bandera de la Comunidad Valenciana, repleta de firmas y recuerdos, que se enfundaba a diario mientras escribía «Burgos contigo» con todo el cariño del mundo.