Cinco aos de la pandemia que par el mundo
Así libró la UCI de Burgos la batalla decisiva contra la Covid-19
«La organización y anticipación con planificación de un equipo muy cohesionado fue la clave», recuerdan en la UCI. Reconocen que «fue duro, el Covid nos puso a prueba», pero ya tienen protocolos claros para actuar ante una situación que «va a volver»

Parte del equipo de medicos y enfermeras de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Burgos.
Cuando el equipo de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) se despidió de Encarnación, la primera fallecida por coronavirus en la planta. Antes de decretarse la situación de pandemia y confinamiento, el 13 de marzo, hacía días que el SARS-CoV-2 estaba en sus reuniones de equipo para plantear posibles situaciones y planificar la demanda que podía llegar.
«Nosotros nos vamos creyendo todo lo que se iba publicando en China, en Italia y en todo ese contexto nosotros empezábamos a planificar lo que podan llegarnos, recuerdo llamar a José Luis Yáñez, el responsable de epidemiología de la Junta una madrugada, para saber, en función de la evolución cuantos respiradores podía necesitar una UCI como la nuestra, le costó varias noches resolverlo, pero nos da un número que se acercó mucho al que fue real», recuerda el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del HUBU, José Antonio Fernández Ratero.
Entre esas previsiones, una semana antes de que los brotes se multiplicaran, realizaron una primera solicitud de fármacos ... «Se llevaron las manos a la cabeza, porque al principio es que era difícilmente creíble lo que se avecinaba, haba habido tantas amenazas de tantas pandemias que había absoluto escepticismo», recuerda el jefe de sección de neurocríticos de la UCI, Arturo Zabalegui. Un mes después de esa petición que algunos consideraban exagerada pasaron a tener 55 pacientes ingresados en UCI.
«La organización, la planificación y la anticipación con un equipo cohesionado, unido y profesional fueron los pilares que nos permitieron manejar cincuenta y tantas camas en ventilación mecánica una plantilla que llegó a doblarse (de 150 llegaron a ser 300) y una capacidad de adaptación basada en el análisis de los datos, de todo lo que se publicaba, lo que nos iban llegando y adaptarnos al escenario que se nos presentaba en cada momento», recuerdan.

Burgos
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Marta Casado / Burgos
Hasta cinco olas de picos intensos de afectados registró el covid-19 en la provincia de Burgos y los pacientes más graves llegaban a manos de los médicos y enfermeras de cuidados intensivos. Conforme derivaban los primeros casos el equipo, con una reunión de mañana diaria donde analizar casos, bibliografía, experiencias de otros compañeros, situación epidemiológica, se dieron cuenta de que «en primer momento los pacientes conseguíamos, por muy graves que llegaran, mantenerlos con vida, pero el fallecimiento se producía a las dos, tres o cuatro semanas, era el fallo multiorgánico que era lo que a nosotros nos iba a poner a prueba en el tratamiento a los pacientes», explica. No habían tenido ese tipo de pacientes que tras pasar su fase crítica, necesitaba atención especializada y no podían subir a planta. Ah surgió la UCI Intermedia.
El servicio pasó de tener tres espacios a contar con seis. Fue tomando zonas en el hospital conforme avanzaba la pandemia. También las necesidades materiales y personales. «Aquí apoyaron profesionales de todos los servicios», reconoce la supervisora de Enfermería del servicio, Celia Díaz. «La única solución ante lo que se nos vino encima era estar unidos, apoyarnos y mostrar que lo que estábamos haciendo estaba siendo útil para la sociedad», cuentan.
La intensidad del trabajo se multiplicaba en los boxes, pero también en el despacho y en casa. «Fue duro, la Covid-19 nos puso a prueba, pero para la UCI fue muy gratificante, dentro del dolor y la tristeza por los fallecimientos, de la dureza de la pandemia, la dificultad del trabajo con los epis y el miedo al contagio de los familiares, la soledad de mucha gente, de las dificultades de comunicación con las familias... Pero fue un reto que nos motivó y nos ayudó a trabajar en equipo mucho más», valora el jefe del servicio.
Hubo una búsqueda constante de recursos para planificar el trabajo que superó en un 250% de nuestra capacidad de trabajo habitual. En la previsión de necesidades farmacológicas se unió la búsqueda de estructuras y dónde crear nuevas unidades y, después organizar apoyos de otras unidades. Para el paciente crítico el objetivo era lograr más respiradores. «Teníamos la necesidad de hacernos con un número suficiente de respiradores que nos dejara dormir tranquilos todas las noches para que nadie se quedara sin posibilidad de ventilación mecánica». Así, la casualidad de conexión de un miembro del equipo con personal de Tesla permitió que la firma de Elon Musk donara al HUBU 20 respiradores.
Otra de las preocupaciones era el aislamiento de los profesionales sanitarios. «Había una carga de trabajos y de cuidados muy alta y en unas condiciones no muy buenas, con unos epis que dificultaban el manejo del paciente pero también con el miedo a contagiar a tu familia en casa, fue duro», apunta Celia Díaz. «Conseguir epis con respiradores fue clave, fuimos de los primeros en lograrlos porque eso te permitía respirar y que no se condensara todo dentro del equipo que no te dejaba ver», cuentan.
Mientras el trabajo era intenso y se buscaban soluciones imaginativas. «Pasamos por varias fases, de estupefacción ante lo que empieza a ocurrir, de temor, de agotamiento, de rebelión y esfuerzo y, finalmente de superación ante el reto a todos los niveles», resume el intensivista Miguel Martínez Barrios que reunió todo en un vídeo e imágenes que ilustran el libro ‘La UCI frente a la Covid-19’ que resumió la adaptación del servicio a la primera ola.
El reto mayúsculo de responder a los pacientes más graves en una batalla contra lo desconocido es una carrera ya hecha. «Saber que esto va a volver, que se va a repetir una pandemia nos permite ser previsores saber lo que vamos a necesitar de espacios, la unidad de cuidados intermedios, el personal de enfermería intensivistas formados, materiales...», avanza.
Otro de los asuntos que ha dejado en el servicio la pandemia es el trato con los pacientes. «Escuchábamos tantas cosas en la prensa que eran inexactas, tantos conflictos políticos, tantas sandeces... Nos centramos en las personas que convivan con una situación penosa y dura que fueron los compañeros y los pacientes con los que establecimos protocolos de atención que no habíamos tenido», añade Fernández Ratero.
«El día del confinamiento que tuvimos que salir y decir a los familiares que no se poda estar allí, fue duro y establecimos un protocolo para mantenerlos informados», resume Zabalegui. La suerte quiso que pudieran disponer de un equipo de tablets para facilitar, tiempo después, la comunicación entre el paciente ya estable con la familia.
El protocolo establecía correos para el ingresos, informes va email o por teléfono de su evolución y en cuanto era posible una charla a través de zoom. «Les daba mucha tranquilidad, igual no podían sostener la tablet, se la cogíamos y se vivan momentos muy emotivos». Esas tablets fueron donadas por la Asociación Burgalesa de Visitadores Médicos. «Estaban en casa, en el confinamiento y querían ayudar, cuando llegaron las cajas con las tablets fue un momento ...».
Son los pacientes que hoy vuelven los que «te enorgullecen del trabajo de equipo que se ha hecho». Quien tuvo hospitalizaciones muy largas «salió, pero con oxígeno, fastidiado, vino a vernos que le habían aceptado el trasplante de pulmón y vino 15 días después trasplantado, sin oxígeno y a dar las gracias otra vez, eso es lo que realmente te hace sentir bien, es gratificante», remarcan.