Aranda
Garazi, Alex y Darío. Cuando un ascensor te aleja del colegio
El centro público Fernán González exige a Educación un elevador para suprimir las barreras arquitectónicas
Mientras las familias comienzan el curso escolar con normalidad, Garazi no lo tiene nada fácil. A sus nueve años, se ve obligada a ir al colegio en silla de ruedas y la falta de ascensor dificulta su día a día. “Para mi hija es fundamental que recupere la normalidad. Por su enfermedad, ha estado casi tres años sin cole y echa de menos a sus amigos, echa en falta la vida que tenía y tiene derecho”, implora su madre, Loreto.
Garazi estudia 4º de Educación Primaria en el colegio arandino Fernán González. Su vida cambió con cinco años, cuando fue diagnosticada de leucemia. Por el tratamiento, quimioterapia y muchos corticoides, se le ha generado osteoporosis en todos sus huesos, especialmente en la cabeza del fémur, donde sufre una necrosis avascular que empezó con la pierna derecha, pero que empieza a afectar también a la izquierda. Según explica su madre, esta afección se está tratando como un Perthes, una enfermedad rara que, cuando es congénita, normalmente se acaba recuperando poco a poco en 2 o 3 años. “Sin embargo, en este caso, al ser una osteonecrosis derivada del uso de corticoides para recuperarse de la leucemia, no saben la capacidad de recuperación que puede tener”, afirma.
Para tratar esta dolencia, el pasado 17 de septiembre operaron a la niña para colocar un fijador externo en la cadera y el fémur, con el fin de neutralizar las fuerzas musculares y la compensación de cargas. Por este motivo, durante los próximos cuatro meses, tiene que moverse en silla de ruedas y, además, no puede estar sentada, sino que debe permanecer semitumbada. “Si finalmente funciona, hay un alto porcentaje de probabilidades de que haya que hacer lo mismo con su pierna izquierda”, señala.
Conscientes del quebranto que supone no tener un ascensor, el colegio ha trasladado la clase de Garazi, que se encuentra normalmente en el primer piso, a la planta baja, donde estaban los pequeños de Infantil, que a su vez han sido reubicados arriba. “Me da pena, porque al final trastocamos a mucha gente”, lamenta la madre, sabiendo que, por este motivo, todos los alumnos de Infantil se han quedado sin gimnasio para sus actividades de psicomotricidad.
Por otro lado, aunque esta solución cubre la jornada, Garazi no podrá asistir a las clases de asignaturas específicas como Música, Informática o Actividades de Laboratorio, que siguen estando en las plantas superiores. Además, en la clase actual no hay baño, y el resto de aseos de ese edificio están adaptados para los niños de Infantil, por lo que los alumnos de esa clase tienen que usar el baño de profesores de Infantil durante la jornada lectiva.
En esta difícil etapa, también preocupa el hecho de que Garazi no puede estar todo el día en la misma posición porque le salen llagas. “Ella no se puede levantar sola de la silla, y por eso necesitamos que el colegio tenga una persona de apoyo que le ayude a caminar un rato con muletas, pero todo tiene que hacerse con mucho cuidado porque no nos podemos arriesgar a una caída”.
Garazi no es la única niña que precisa con urgencia este ascensor. Sus compañeros, Darío y Alex, también tienen movilidad reducida y necesitan soluciones. Según explican desde el AMPA del colegio, en el caso de Alex, en diciembre de 2021, cuando estaba en 1º de Infantil, fue diagnosticado de Perthes. Por este motivo, debe afrontar una delicada operación para limar el fémur. “Esta intervención está prevista para diciembre de 2024, momento en el que Alex estará cursando 1º de Primaria, por lo que tendrá que subir a la primera planta del edificio para llegar a su clase”, explican desde el AMPA, al recordar que el pequeño tendrá que caminar con muletas. “Si hubiera ascensor, se podría incorporar una semana después de la operación, pero al haber escaleras tendrán que aplazar la incorporación hasta que pueda andar sin muletas para evitarlas”.
Su madre insiste en el llamamiento. “No me gustaría que Alex se quedara sin clase porque no haya un ascensor. La educación es para todos, independientemente de su raza, ideología o condición física”, recuerda.
Ribera
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El alumno Darío sabe muy bien de lo que habla, ya que él tuvo que pasar por lo mismo el año pasado, cuando estuvo casi cuatro meses sin poder asistir a clase tras una operación para hacer un alargamiento de los tendones de Aquiles, porque le crecen más despacio que el hueso. Lo peor es que lo más probable es que la operación tenga que repetirse en un par de años. “La buena predisposición del centro y de su tutora para ayudarle en su aprendizaje, y la asistencia online a sus clases, no suplen la falta de contacto que debe tener un niño de 9 años en el día a día con sus compañeros”, apremia el AMPA.
Materialmente es posible. “El centro cuenta con tres escaleras con amplios huecos en medio que facilitarían la instalación de un ascensor, por lo que la obra no supondría una modificación estructural del edificio, simplemente la instalación de la máquina”, defienden.
Ribera
“Aranda es una ciudad que no tiene en cuenta a las personas con problemas de movilidad”
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Darío, Alex y Garazi cuentan con el total apoyo del colegio y de una asociación de padres y madres, que no ha dudado en exigir públicamente una solución definitiva. “Queremos lanzar un llamamiento urgente a la Consejería de Educación de Castilla y León para que escuche nuestra necesidad y ofrezca una solución urgente y necesaria”, terminan.
Según una encuesta realizada en este centro, que cuenta con 450 alumnos y 30 profesores en el curso 2023-2024, más del 10% de los alumnos ha tenido alguna incapacidad física en algún momento de su escolarización.
Otros problemas
Desde la dirección del colegio extienden su preocupación a la falta de mantenimiento de un centro que apenas se ha renovado en los últimos años. De hecho, además de las barreras arquitectónicas, tiene un problema de goteras que lleva más de un año sin arreglarse. Algunas clases mantienen todavía la pintura original, ya que nunca se han pintado.