¿Un Da Vinci en Burgos? El misterio de la 'Santa María Magdalena' en la Catedral
Esta obra pictórica, que se conserva en la capilla de los Condestables de la Catedral de Santa María, está atribuida a las manos de Giampietrino y a las de su maestro, el gran Leonardo / Tras 500 años, continúa muy vivo el gran enigma de su autoría

'Santa María Magdalena', uno de los cuadros más famosos y enigmáticos de la Catedral de Burgos.
La riqueza de grandes monumentos como la Catedral del Burgos hace imposible que en una visita de apenas una o dos horas podamos apreciar la ingente cantidad de maravillas artísticas que alojan sus techos, suelos y paredes. Cientos de esculturas, pinturas, vidrieras y construcciones arquitectónicas esperan a que los ojos de los visitantes posen su mirada en ellas más tiempo del que supone un abrir y cerrar de ojos o la explicación del guía de turno. La historia de la pieza artística protagonista de esta información es una más de todas estas.
Antaño siempre se decía que en la Catedral de Burgos había un cuadro de Leonardo da Vinci. Más allá del interés de académicos, expertos o personas versadas en pintura, la 'María Magdalena' de la capilla de la Purificación de Nuestra Señora -popularmente conocida como la de los Condestables- era simplemente uno de los cuadros más bellos de la Seo burgalesa.
Pero el interés por esta obra aumentó, o al menos durante un tiempo, a raíz de la restauración del interior de la capilla de la Purificación y todos sus bienes artísticos en 1996. Este espacio funerario -promovido por el condestable Pedro Fernández de Velasco y Manrique de Lara y su esposa, doña Mencía de Mendoza y Figueroa- fue construido a finales del siglo XV por el maestro arquitecto Simón de Colonia. Los retablos tallados por Gil de Siloe, Diego de Siloe y Felipe Bigarny, la reja de Cristóbal de Andino, los vitrales de Arnao de Flandes, el sepulcro de los condestables labrado por el propio Bigarny o la espectacular bóveda calada octogonal que cubre la capilla hacen de este lugar la estancia más célebre del gran monumento burgalés. «Una catedral dentro de la Catedral», como reza el dicho popular.
En las paredes de la capilla cuelgan algunas de las obras pictóricas más importantes de la colección catedralicia, como el tríptico flamenco de la 'Virgen con el Niño' -atribuido al llamado Maestro del Follaje Bordado- y el 'Cristo crucificado' de Mateo Cerezo. Pero, sin duda, la gran atracción es la 'María Magdalena' que desde hace años está colgada en un muro lateral, junto al retablo de Santa Ana, tras un grueso cristal blindado y con una cartela a los pies del visitante que reza: «Santa María Magdalena. Leonardo da Vinci y Giovan Pietro Rizzoli. Óleo sobre tabla (1515-1520)».

El cuadro de la Magdalena está expuesto junto al retablo de Santa Ana.
Esta obra permaneció durante tiempos inmemoriales custodiada y expuesta en la sacristía de la capilla que construyó Francisco de Colonia. Convertida en estación final de las visitas guiadas durante décadas -ya que este lugar fue la tienda de 'souvernirs' de la Catedral una larga época-, era presentada como la última joya que veían los turistas en su recorrido por la Seo. Cosas veredes...
El misterio Da Vinci
La obra 'Santa María Magdalena', un óleo sobre tabla de 70 centímetros de alto por 52 de ancho -su incuestionable valor y su manejable tamaño lo puso en el punto de mira de los amigos de lo ajeno desde siempre-, llegó a la capilla de la Purificación de la mano Pedro Fernández de Velasco y Tovar, cuarto condestable de este poderoso linaje de la Castilla medieval y nieto de los fundadores de este fastuoso espacio funerario. Así lo atestigua el texto que hay en el marco de la obra: «Esta imagen dio a esta su capilla don Pero Ernandez de Velasco, Quarto Condestable de Castilla de los del su linaje, Duque de Frias e Conde de Aro etcetera».

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Tras una época en que los Velasco estuvieron muy entretenidos en variopintos asuntos bélicos -su padre, don Íñigo, participó en las guerras de Granada y las Alpujarras y fue clave en la derrota de los comuneros-, don Pedro vadeó un periodo más pacífico donde pudo continuar con la labor de mecenazgo y cultivo de las artes que había comenzado su abuela doña Mencía décadas atrás.
Además de la adquisición y promoción de algunas obras de arte para la capilla y otros inmuebles de la familia Velasco, como la Casa del Cordón de Burgos o algunos templos y palacios de Briviesca o Medina de Pomar, don Pedro anheló descansar para la eternidad junto a sus abuelos en esta capilla construyendo un sepulcro muy parecido al de los fundadores, tallado en mármol de Carrara por Felipe Bigarny hacia 1523. Para ello contrató al artista palentino Alonso de Berruguete, pero las fatídicas muertes de don Pedro y del escultor de Paredes de Nava antes de llevarse a cabo el proyecto frustraron el deseo del noble castellano. Como testimonio de este propósito queda la enorme losa de jaspe vacía que hay varada junto al sepulcro de don Pedro y doña Mencía, lugar donde iban a estar instaladas las esculturas funerarias del cuarto condestable y su esposa, doña Juliana Ángela de Aragón. Pero eso es otra historia.

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Al igual que 'La Sagrada Familia' de Sebastiano del Piombo -que se expone en la capilla de la Presentación- fue atribuida a otro gran maestro del Renacimiento italiano, Miguel Ángel, la tradición decía que la Magdalena había salido de las manos talentosas de Leonardo da Vinci. Con estas bellas palabras describió el arquitecto Marcos Rico Santamaría el cuadro de la Magdalena en su popular -y también polémica- monografía 'La Catedral de Burgos. Patrimonio del Mundo', publicada en 1994: «La dulzura, mezclada con cierto aire voluptuoso no exento de recato, expresado con la espléndida cabellera rizada que suavemente parece acariciar con sus lindas manos, incitan al espectador al tocar, cual Santo Tomás, para apreciar por sí mismo la diferencia del proverbio 'de lo vivo a lo pintado', siendo tan admirada su perfección que nadie quiere admitir que no sea creación de los propios pinceles de [Da] Vinci».

Dos visitantes de la Catedral observan la valiosa obra pictórica.
Esta tradicional opinión, tan asentada en la sociedad burgalesa por el orgullo de tener un 'leonardo' en su Catedral, fue decayendo en las últimas décadas. Muchos estudios otorgan desde hace tiempo la autoría del cuadro al artista milanés Giovan Pietro Rizzoli, conocido como 'Giampetrino'. Pero se sigue cuestionando la contribución de su maestro de taller, Leonardo da Vinci, en la ejecución de esta obra pintada entre 1515 y 1530 según varias investigaciones. Sí, hace ahora quinientos años aproximadamente.
Comparando el resto de obras de uno y otro, las dudas de que ambos pusieron sus pinceles sobre esta tabla son inevitables. Giampetrino realizó varias 'magdalenas' a lo largo de su carrera. Podemos ver expuesta una en el Museo del Hermitage de San Petersburgo (Rusia) y otra en el Portland Art Museum (EE.UU.). Pero hay más. Y, sin duda, la de mayor delicadeza y finura es la que se expone en la Catedral de Burgos. Agustín Lázaro, canónigo fabriquero de la Seo durante muchos años, comentó en varias ocasiones y foros que el rostro de la Magdalena es obra de Leonardo y el resto, con cierta ayuda del genio florentino, de 'Giampetrino'. Es una opinión más, pero nada desdeñable, sabido el modo de trabajo de Da Vinci con los discípulos de su taller, a los que ayudaba constantemente a mejorar sus obras cogiendo él mismo los pinceles y pintando sobre sus tablas.
Quién sabe si algún día un escritor convierte esta obra relacionada con Leonardo en el objeto protagonista de un 'best-seller' mundial -como hicieron Dan Brown con 'La Gioconda' en la novela 'El código Da Vinci' o, en menor medida, Javier Sierra con 'La última cena' de Santa Maria delle Grazie en 'La cena secreta'-, su fama le regala un enorme atractivo turístico y vemos en un futuro largas colas de curiosos de toda nacionalidad y condición en la capilla de los Condestables para ver a esta Magdalena que, fuera quien fuese su autor, guarda una historia llena de arcanos y un misterio de belleza incuestionable.