El Correo de Burgos

Como si nada

El día después del susto la normalidad impera en el centro comercial Camino de la Plata. Si bien los comercios esperaban poca clientela a causa del desalojo de ayer, la afluencia ha sido la habitual 

La Policía acordona el Alcampo de Burgos tras un aviso de bomba.

La Policía acordona el Alcampo de Burgos tras un aviso de bomba.SANTI OTERO

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Con el aparcamiento a medio gas y un trasiego para nada llamativo en los alrededores -tampoco masivo, obviamente, lo habitual para un viernes por la mañana-, la calma reinaba esta mañana en el interior de las instalaciones del centro comercial Camino de la Plata, horas después del susto en el que por fortuna derivó el desalojo del pasado jueves, tras detectarse la presencia de un elemento sospechoso en el exterior. La llegada de los Tedax confirmó lo que muchos esperaban con los dedos cruzados: se trataba de una olla vacía. Falsa alarma. 

El miedo daba paso a la anécdota. "Creo que nunca había pasado algo así", explica Laura Peña. Su familia regenta Regalos They desde hace 28 años. No la tocaba estar tras el mostrador ayer por la tarde. Fue su madre, Inmaculada Cibrián, la que vivió el momento. Sobre el mostrador aguarda su turno aún el paquete envuelto que se disponía a entregar a su compradora cuando les llegó el aviso. Había que abandonar el edificio por la salida más cercana. "Mi madre lo vivió con calma, pero la clienta se puso más nerviosa, quizá porque estaba con su nieto y, claro, se asustó. Dejaron todo y salieron. Solo hemos cerrado de esta forma tan precipitada dos veces, por la pandemia y ayer", relata Laura, confiada en completar la transacción que el incidente dejó en el aire.

Pocos de los que trabajaban esta mañana en las dependencias vivieron en primera persona el suceso. Sara Ordóñez, dueña de la pastelería Para Gustos, sí, pero solo fue consciente de que algo ocurría cuando abandonaba las dependencias. Su hora de cierre coincidió con el desalojo y la alerta debió pillarla, supone, de camino al coche. 

Igual que Peña y Ordóñez, Sara Molinero, dependienta de la tienda de golosinas Belros vivió con cierta angustia la espera desde la distancia. "Estaba en clase y la compañera que estaba de tarde me mantenía informada de lo que iba ocurriendo. En un primer momento pensé que seguro que se trataba de una falsa alarma, pero los rumores crecían y me empezaba a poner nerviosa", recuerda. Finalmente, a eso de las 22:30h con la confirmación de que no había ningún artefacto explosivo llegó el alivio.

Molinero, como todos los consultados se mostraban sorprendidos de la "total y absoluta normalidad" que reinaba en el centro comercial hoy. "Incluso pensé que iba a encontrar problemas para acceder al aparcamiento y daba por hecho que apenas iba a venir gente a comprar, pero no, es como si no hubiera pasado nada", explica. Los testimonios se suceden y coinciden.

A las 20 horas del jueves no quedaba nadie en las instalaciones. Ni en la clínica dental, donde el azar quiso que no hubiera nadie en pleno tratamiento en ese momento. La diligencia de los profesionales de Seguridad fue máxima y el comportamiento de la clientela "ejemplar". Una actitud que, sin duda, facilitó el trabajo a la Policía Nacional, que tomaba el mando nada más recibir la sospecha.

Quedaban inconclusas entonces las compras de centenares de ciudadanos y los carros de aquellos que recorrían Alcampo, a la espera junto a lineales y cajas. No regresaron a sus dueños, que dada la hora a la que culminó la operación no pudieron acabar los recados. El personal del supermercado se encargaba de recolocar los productos.

Tanto los responsables de la empresa en Burgos como la dirección del centro comercial han declinado realizar declaraciones sobre el impacto de un incidente que, aunque se quedaba en un aparatoso susto, mantuvo en vilo a la ciudad durante más de dos horas.

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