El Correo de Burgos

Irene, la joven de 24 años que ha logrado llenar el bar de un pequeño pueblo de Burgos

Feliz en Terradillos de Esgueva, la hostelera asegura que no lo cambiaría por ninguna ciudad

Irene Rubio posa en el bar de Terradillos de Esgueva

Irene Rubio posa en el bar de Terradillos de EsguevaLoreto Velázquez

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Aranda

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Decidida demostrar que el mundo rural y los pueblos de la España Vaciada pueden y deber tener una oportunidad de futuro, Irene Rubio Zubiría acaba de coger el bar de Terradillos de Esgueva, en plena denominación de Origen Ribera del Duero. A sus 24 años ha logrado lo que muy pocos consiguen: llenar el establecimiento. “No sé si hay secreto, pero creo que tengo mano con la gente, hablo con ellos y doy un trato cercano”, afirma.

En Terradillos de Esgueva los vecinos la han acogido con los brazos abiertos, a sabiendas de que tener un bar activo es un lujo para muchos pueblos. “La verdad es que aquí es todo fácil, son todos super majos, super amables”, agradece la hostelera.

Pese a su juventud, Irene siempre ha tenido las cosas muy claras. A los 16 años, harta de pedir dinero a sus padres, decidió compaginar sus estudios con un trabajo. “Me gusta ser independiente”, señala.

Trabajó primero en el viñedo y luego encontró un empleo en un restaurante. Todo iba bien hasta que llegó la pandemia, y con ella, el ERTE y después el despido. La oportunidad llegó a los 20 años en su pueblo natal, Mambrilla de Castrejón. “Me ofrecieron llevar el bar y ahí vi que se me daba bien, remonté la clientela y como me gustaba mucho empecé a hacer cursos de cafés para especializarme”, relata.

Irene Rubio posa en el bar de Terradillos de Esgueva

Irene Rubio posa en el bar de Terradillos de EsguevaLoreto Velázquez

Sin embargo, una llamada estuvo a punto de cambiar su destino. “Cuando llevaba un año trabajando en el bar me llamaron de una fábrica y decidí cambiar porque pensaba sería un trabajo más seguro, más a largo plazo. Sin embargo no funcionó, no estoy hecha para trabajar haciendo siempre lo mismo. A mí me gusta hablar con la gente, tener ese trato cercano. En la fábrica no hubiese sido feliz”.

Y así, con las ganas renovadas ha hecho las maletas y se ha mudado a Terradillos de Esgueva, donde ha comenzado a vivir en una de las casas propiedad del Ayuntamiento. “Todavía no he metido los cafés especiales porque al principio quiero tantear el ambiente, pero todo llegará porque he visto que hay mucha gente joven”.

Salpicón

SalpicónLoreto Velázquez

Horario

A día de hoy Irene abre el bar de martes a domingo, de 14.30 a 17.30 horas y de 19.30 a un cierre que entre semana se suele dar a las 23.00 horas, pero que los fines de semana se prolonga hasta las 2 de la mañana. “Es orientativo porque luego siempre me adapto”.

De hecho, a partir de mayo y de cara a la llegada del buen tiempo, Irene proyecta ampliar los horarios “porque es cuando va a venir más gente”.

No sirve comidas ni cenas, pero cada consumición llega acompañada por un pequeño aperitivo. “Tengo banderillas, cacahuetes, patatas, salchichón, chorizo y luego hago un salpicón que queda muy rico”.

En las primeras horas predominan los cafés y los chupitos y ya en la tarde llegan los vinos. “El ambiente es sensacional”, asegura.

Su apuesta es laboral y personal. “Decidí venirme aquí a vivir y ha sido un cambio porque siempre he vivido en Mambrilla de Castrejón, pero estoy feliz. Todo el mundo me ayuda y es un ambiente muy sano, hay muy buen rollo. De hecho este mismo sábado se juntó todo el pueblo, compramos unos entrecots y cenamos todos juntos en el bar. Es como una familia”.

"¿Yo en la ciudad? Ni loca"

Ella lo tiene claro: “no cambiaría esto por una ciudad”. “A mí no me gusta la gente a mogollón, soy muy tranquila. Prefiero el campo, la vida sin tener tanta prisa”.

Hija de bodeguero y de monitora de gimnasia, Irene sigue con sus estudios. “Ahora estoy en un curso de comercialización de productos alimentarios”, subraya a sabiendas de que hay que buscar alternativas de futuro. “La hostelería me encanta pero tener un bar es muy esclavo y tampoco me veo toda la vida”.

"El bar me enamoró"

A la hora de decantarse por Terradillos, Irene tuvo muy en cuenta la ubicación y la cercanía de otros bares en la zona. “Esto más que un bar de pueblo funciona un poco como bar comarcal. Aquí vienen de Pinillos, Villatuelda, Torresandino, Guzmán e incluso de Sotillo y hay muchísima gente joven. Luego me enamoró el bar, es precioso. En cuanto lo vi dije: aquí me quedo y aquí estoy”, termina.

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