Un Belén, un pueblo pequeño y un hombre laborioso: Cuando el arte trabaja para atraer a los turistas

Alfredo García es uno de esos hombres que se implican en la dinamización de los pueblos, esos que dan vida a la España Vaciada. En su caso, ha convertido su hobbie, las manualidades, en un recurso turístico que pone en el mapa al pequeño pueblo de Villovela de Esgueva con uno de los Belenes más especiales de la Navidad. “Villovela es el pueblo de mi mujer, Lourdes, pero llevo viniendo 40 años y aquí estoy siempre muy a gusto. Para mí es un orgullo”.

El Belén se emplaza en la bella Iglesia de San Miguel y no hay que perder detalle: 300 figuritas pequeñas, planteadas a escala, en dos niveles, dan profundidad y perspectiva a un Nacimiento que este año incluye como novedad un nuevo Ayuntamiento, que ha hecho él mismo. De hecho, a excepción de las figuritas, él se encarga de elaborar con sus manos todas las piezas, así como la estructura y la funcionalidad de las fuentes y movimientos.

Aunque en el Belén hay guiños a otros pueblos como el castillo de Peñafiel o algunas casas de Covarrubias, “en los últimos años me he centrado en destacar elementos de Villovela y los vecinos están encantados”.

La colección comenzó poco a poco. “Primero estaba en una habitación de mi casa, luego la amplié con otra y cuando vi que se me iba de las manos, fui a preguntar al párroco de Villovela y desde entonces lo colocamos ahí”.

Y un mensaje: "En los pueblos también hay vida"

Recién jubilado de la fábrica de automóviles Antolín, donde trabajaba haciendo ensayos, Alfredo colabora además en otras actividades que dan vida a esta pequeña localidad, como la carrera popular ‘Casivino’, que celebra este año su cuarta edición, o fiestas que realizan grupos y asociaciones a lo largo del año. “En los pueblos también hay vida”, defiende.

Mención especial merece la labor que Alfredo, con el apoyo de un grupo de vecinos, hace cada año para participar en el concurso de fotografía de Diputación ‘Mi Pueblo es el mejor’. “Llevamos cinco años participando, siempre con proyectos inspirados en los niños. Este verano convertimos una parte de la Iglesia en el comedor de Harry Potter y la verdad es que quedó muy bonito con las gárgolas y el atrezzo”, explica satisfecho porque ganaron el segundo premio. “Este año nos volveremos a presentar seguro”.