Un cultivo 10
“En tierras poco fértiles, la lavanda y el lavandín son más rentables que el cereal”
Libertad Cabal y Juan Arribas tienen 150 hectáreas en Cilleruelo de Arriba

Libertad Cabal va a plantar una nueva parcela de lavandín
¿Un cultivo ideal para tierras poco fértiles, que sea además rentable, de fácil manejo y resistente a las condiciones climáticas adversas, y que no se lo coman los conejos ni el jabalí? Existe, hablamos de la lavanda y el lavandín, un producto que está convenciendo a los agricultores de Burgos.
Es el caso de Libertad Cabal y Juan Arribas, una pareja de agricultores de Cilleruelo de Arriba que decidió reconvertir la plantación de cereal, que heredaron hace quince años, en lavanda y lavandín. “Tenemos todavía algo de cereal, pero contamos con 150 hectáreas en la familia, tanto de lavanda y lavandín”, señala.
Según explica, es un cultivo ideal para tierras no excesivamente fértiles porque “como ocurre con la viña, la planta necesita sufrir”. “En zonas como La Bureba, donde obtienen grandes rendimientos de cereal, no tiene sentido, pero en tierras poco productivas, el lavandín y la lavanda son una buena alternativa. Además, no hay que plantar cada año, ya que la productividad dura 15- 18 campañas”.
Aunque el precio cayó con la pandemia porque “el consumo de perfumes bajó muchísimo y generó un stock muy grande, que todavía dura”, la lavanda y el lavandín siguen siendo rentables. “Pese a la bajada, a día de hoy sigue siendo más rentable que poner cereal. Además, las previsiones son optimistas y se espera que el año que viene o, como mucho, el siguiente, vuelva a subir de precio”.

El lavandín se planta entre enero y febrero
Las ventajas de este cultivo tan tentador son muchas. “Al adaptarse muy bien a las tierras menos fértiles, en el caso de que arriendes, sale más barato, pero, eso sí, tienes que cerrar un contrato de al menos 15 años porque es lo que dura la productividad”. La segunda ventaja llega con el día a día. “A excepción de un par de pases de cultivador al año y la siega, no requiere apenas laboreo, y tampoco hay que aplicar herbicidas ni abonos, con el ahorro que supone”.

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¿Lavanda o lavandín?
A la hora de decantarse entre la lavanda y el lavandín, no duda. “El lavandín tiene un precio algo menor, pero su productividad es mayor, por lo que, al final, compensa. Además, al ser una planta híbrida, se adapta mejor al clima y al terreno. Por eso, nosotros tenemos el 90 % lavandín”.
Se planta en febrero o marzo, y luego la siega y la destilación se organiza en julio, agosto y septiembre. Al ser una planta híbrida, todo va por esquejes. “Con este sistema ahorras uno o dos ciclos porque tienes la garantía de que ha nacido y agarre. En nuestro caso, traemos los esquejes de Francia o de viveros de España”, subraya al recordar que “el primer año es de carencia. No se coge cosecha, pero se tiene que cortar los tres tallos de flor que salen para que luego crezca bien y fuerte”.
En números, la plantación cuesta alrededor de 3.000 euros la hectárea. “Cuando destilas, ya en la segunda campaña cubres los gastos de los trabajos y algo más, y luego, a partir de la tercera, la productividad y la rentabilidad van en aumento hasta que cumple 15 años y ya empieza a bajar”, calcula.

Lavandín
Ellos cierran además el círculo al tener una destilería propia, Aromáticas Cynol; una tienda online, Aire de Arlanza, en la que venden productos como aceites aromáticos, miel, cerveza, jabones y chocolate de lavanda, y además aceptan visitas turísticas en verano. “La mayor parte de la producción la vendemos a Francia. La lavanda va a perfumería, mientras que el lavandín se orienta a la droguería, perfumería, jabones y productos de limpieza”.
A diferencia de otros cultivos esquilmantes para el suelo, como los espárragos, la lavanda y el lavandín no afectan de forma negativa a la tierra. “Cuando termina el ciclo, como las plantaciones están en hileras, basta con plantar las nuevas en las calles”.
Ella lo tiene claro: es una planta resistente y dura. “En invierno, aquí hace mucho frío y aguanta muy bien tanto las bajas temperaturas como el intenso calor del verano. Además, no necesita agua, es una planta de secano y, con lo que cae de lluvia, es suficiente. Por eso, también es una buena alternativa”, afirma, sin olvidar otra ventaja de peso: es un cultivo que no despierta el interés ni de jabalíes, ni de conejos o corzos. “Aquí estamos en una zona de caza menor y mayor, y nunca hemos tenido problemas con los animales. De hecho, tenemos un amigo pastor y, de vez en cuando, pasa con sus ovejas, que se comen las hierbas que salen en las calles, pero la lavanda y el lavandín no lo tocan”, concluye.