El Correo de Burgos

Presentación literaria

Ana Merino clausura en Burgos el ciclo 'Nadal, 80 años de literatura en presente'

La escritora madrileña cerró este jueves en el Palacio de la Isla este programa, organizado por el Instituto Castellano y Leónes de la Lengua con la colaboración de la editorial Destino

La periodista Fuencisla Criado acompañó a Ana Merino en la presentación.

La periodista Fuencisla Criado (izquierda) y la escritora Ana Merino, durante la presentación.ECB

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Aires lorquianos, secos y primaverales, soplaban este jueves en el Palacio de la Isla de Burgos. La poeta y novelista Ana Merino arribó en el salón de actos de la mansión de los Muguiro para cerrar un ciclo dedicado al Premio Nadal en el que participaron semanas atrás Alicia Giménez Bartlett y César Pérez Gellida.

Con sus novelas 'Amigo' debajo del brazo y 'El mapa de los afectos' -ganadora en 2020 del premio que organiza la editorial Destino- en el bolsillo, la autora comenzó a desgranar -en conversación con la periodista de El Correo de Burgos Fuencisla Criado- la gestación de estas obras. Ambas llegaron a las librerías en tiempos del covid y Merino se lamentó de no haberlas podido compartir más con los lectores, ya que durante mucho tiempo estos actos públicos estuvieron prohibidos o afectados por restricciones de aforo.

«Ganar el Nadal fue algo alucinante y muy mágico. Porque, hasta cierto punto, se repitió la experiencia del Premio Adonáis [que Merino obtuvo en 1994 por 'Preparativos para un viaje'], que obtuve muy joven, una gran alegría... Luego llegó la pandemia y nos quedamos en casa. A pesar de llevar casi treinta años trabajando fuera de España, decidí quedarme en Madrid y ese encierro me trajo a 'Amigo'», explicó.

En una de esas reuniones a través de la pantalla que todos hicimos costumbre, Ana Merino trabó amistad con María Bastos Amigo y le explicó que tenía unos documentos, cartas, libros, fotografías... que habían pertenecido a su abuelo, Joaquín Amigo. «Sé que eres profesora e investigadora, me dijo, y quiero enseñarte unas cajas que tengo en casa con las que no sé qué hacer... Eso me dijo. Y el 25 de junio de 2020, inolvidable, llego al domicilio de María, empieza a sacar cosas y le dije que lo primero que tenía que hacer es llevar eso al banco por seguridad». Ana Merino investigó, hizo unas primeras catas y creó una lista con todo lo que allí había: manuscritos de Federico García Lorca, cartas al propio Joaquín Amigo, fotografías, libros, dibujos...

«'Amigo' fue un reto. Yo estaba en una 'novela campus', algo muy anglosajón, con espacios cerrados, de aislamiento, con rivalidades... Llevo muchos años en Estados Unidos y quería construir una novela cuya trama me la diera ese ámbito americano», señaló. Pero también quiso liberar a Inés Sánchez Cruz, la protagonista, de esos lugares cerrados, endogámicos, y la hizo viajar a Madrid, concretamente a la Residencia de Estudiantes, donde Merino trabajó como azafata de eventos en sus tiempos de estudiante de Historia. «Y ahí introduje la trama del descubrimiento de este archivo, tras previa autorización de María, que acabó siendo un personaje», detalló la escritora. «En verdad, 'Amigo' son tres novelas: la 'novela campus', la 'novela archivo' y la 'novela enigma', que trata todo lo que ocurre a la protagonista en torno al archivo y los personajes que allí están retratados».

Joaquín Amigo Aguado, persona católica y conservadora, fue catedrático de Filosofía, discípulo de Ortega y Gasset y una de las primeras personas en España que manejó la bibliografía de Sigmund Freud. Desde muy joven fue amigo del poeta granadino y perteneció a la famosa tertulia de El Rinconcillo donde Federico leyó sus primeros textos a sus amigos. También fue uno de los redactores de la revista Gallo que dirigió Lorca en 1928, donde publicaron a algunos de los poetas más destacados del momento. Tras una vida de cercana amistad, el destino les deparó a ambos un final cruel en el verano de 1936. Amigo fue asesinado pocos días después del autor de 'La casa de Bernardo Alba', arrojado por unos milicianos republicanos por el Puente de Ronda. Los cuerpos de ambos compañeros de letras y vida nunca fueron encontrados.

Ana Merino, en el salón de actos del Palacio de la Isla.

Ana Merino, en el salón de actos del Palacio de la Isla.ECB

«En los grupos de artistas, como el que rodeaba a Lorca, hay personas que escriben, que pintan... y ahí queda su obra. Pero luego hay otras personas maravillosas que generan sinergias, que tan importantes son para cohesionar al conjunto, y Joaquín Amigo generaba sinergias. Es el que ve que Lorca era insuperable y le anima a seguir adelante, el que le ayuda en algunos proyectos, el que le presenta a Luis Rosales...», indicó la autora madrileña.

Escritura y lectura

Merino, experta en el universo del cómic y profesora de escritura creativa, también habló de sus rutinas como narradora y apuntó que «me gusta mucho que mi prosa tenga mucha plasticidad, mucha luz, mucho color» y detalló los hábitos de una jornada cualquiera: madruga mucho y escribe a mano en cuadernos hasta que va a trabajar en sus clases, seminarios o residencias en el extranjero. Deja reposar los textos durante el día, aunque sigan rondando en silencio los personajes y sus aventuras por su cabeza, y por la noche los pasa a ordenador y realiza una primera corrección de estos escritos. Como poeta con una larga y premiadísima trayectoria, Ana Merino concede una importancia capital a la musicalidad y el ritmo de su narrativa.

Al final de la conversación con Fuencisla Criado, la escritora subrayó la importancia de la lectura en la vida de las personas, en el desarrollo cognitivo y en la formación de un pensamiento crítico que te acompañará toda la vida. Como profesora en diversos centros educativos en el extranjero ha tenido que ganarse al alumnado para la causa lectora con todo tipo de ardides y estrategias. «Yo se lo digo siempre: leer es fundamental. Estuve recientemente en un instituto de Ciudad Real y les pregunté: ¿os laváis los dientes? Y me dijeron que sí. Pues lo mismo con la lectura, les contesté», indicó. «Si no leemos, perdemos flexibilidad en el cerebro. Igual que cuidamos nuestro cuerpo haciendo deporte, paseando, con la alimentación... no podemos dejar de cuidar nuestro cerebro, que tiene que estar esponjoso. Y la mejor forma de que esté así es leyendo. El efecto de sumar las palabras y proyectar en tu imaginación lo que te cuenta el libro, la revista o lo que sea que tengas delante hace que tu cerebro se ejercite».

El gran rival de la lectura, desde hace años y especialmente en los adolescentes, son las pantallas y las redes sociales. «Son una gran herramienta de trabajo, de ocio, pero el drama de los jóvenes es que su espacio emocional lo han proyectado en las redes sociales, que están pensadas como una adicción que lo único que hace es endurecer nuestra mente. Eso te hace no tener comprensión lectora, no captar la ironía, no tener curiosidad, no gestionar bien la emocionalidad... Porque tú cuando lees aprendes de otras experiencias y comportamientos. Y eso remueve tu inteligencia», concluyó Ana Merino, que también señaló que «me encanta Burgos y más en un día soleado y primaveral como hoy [por el jueves]». Que ya tocaba, hay que añadir.

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